miércoles, 1 de agosto de 2018

22 Festival de Lima: Robar a Rodin (Competencia Documental)

Empezamos a comentar las películas programadas en la nueva edición del Festival de Lima, que va del 3 al 11 de agosto.

Inicia como un thriller para después evocar a la crónica de un “proyecto artístico” de visión personal. Robar a Rodin (2017) es estimulante a medida que sugiere lecturas y juicios que se confrontan. Es la historia de un hurto que puede también ser asumido como un osado plan de motivaciones benignas; la patraña o hazaña a manos de un personaje, que pueda ser un genio o un fraude. Todo es relativo. Desde los hechos, el protagonista, hasta las concepciones de este mismo. Cristóbal Valenzuela nos envuelve en este insólito caso que aconteció en Chile, y puso al país sureño en el ojo de la tormenta. Lo cierto es que este director desea ir más allá del relato y asistir a las causas que desató el robo de una pieza de arte del escultor Auguste Rodin, a fin de minar una serie de reacciones en el espectador. Es ese derrotero lo que convierte a este documental en un filme de búsqueda.
Robar a Rodin no se encasilla al lenguaje policial o de pesquisa para desmembrar las razones de este delito público, sino que va sugiriendo otras intenciones. Lo serio de pronto se convierte en lo estúpido, luego transita a lo chiflado y después a la sensatez, o tal vez solo sea un gesto de condescendencia o puro sarcasmo. De hecho, es el espectador quien irá decidiendo qué vertiente o comportamiento asume el filme. Mediante esa hipótesis es que Robar a Rodin se vislumbra como un experimento social. Cristóbal Valenzuela, a medida que retrata este acontecimiento, revive a los implicados, invita a analistas, especialistas, al protagonista y a sus conocidos. Es decir, revive a la coyuntura de entonces que, como toda, nunca se pone de acuerdo y apunta a distintos juicios.

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