Del 4 al 11 de agosto, la plataforma digital Festival Scope libera de forma gratuita algunas de las películas que forman parte de la sección en compentencia Cineasti del Presente del Festival de Locarno. Vamos comentado las que iremos viendo.
En su segundo
largometraje, Virgil Vernier recurre a las mismas características definidas en
su ópera prima Mercuriales (2014).
Una arquitectura es falsa profeta para una serie de personajes que residen en dicha
inmediación. En esta ocasión, ya no se alude a una construcción de mediano
perímetro, como son los edificios de “Las Mercuriales”, sino a todo un circuito
urbano. En razón a esto, Sophia Antipolis
(2018), al asentarse en el conocido parque tecnológico que lleva el mismo
nombre del título, también convoca a más personajes. Vernier, una vez más, despliega
su trama mediante un tratamiento peculiar, en donde la construcción urbana
parece estar relegada –cuando en realidad es al revés–, convirtiéndose en presencia
simbólica de acotación utópica. Su historia hace desfilar a una serie de
personajes, falsos protagonistas, dado que luego de enterarnos de sus vidas, de
acostumbrarnos a ellos, serán descartados o puestos en una lista de espera. A
pesar de esa poca claridad del contenido, sobre hacia dónde va la historia,
Vernier ya va dando pistas de su discurso.
Sophia Antipolis es el retrato de un entorno que no cumplió su función. La
construcción de esta área, que tendría que haber sido estímulo de un desarrollo
civil, fracasó en su objetivo principal. Vernier nos presenta a una serie de
personajes que no están a la orden de ese crecimiento. A estos más bien los
define una serie de estancos, complejos y conflictos que los elevan a la
desorientación, la superficialidad, la paranoia, el caos. Los pesares de la
coyuntura se hacen manifiesto. La crisis de los refugiados y el racismo
incendiario son algunos de estos. No en vano, Vernier, así como lo manifiesta en
Mercuriales, decide otorgar un sesgo
de cotidianidad a su filme al coquetear con el registro documental, como
evidenciando que no es del todo una ficción. Esto se expone también en las
cortas credenciales de los personajes de paso. Ellos evocan fantasía, deseos e
ilusiones, pero no dejan de ser elementos sociales, síntomas de una realidad
frustrada que se siente extraña, desencantada, enajenada en “Sophia Antipolis”.
Se entiende por qué no hay principales. Virgil Vernier, literalmente, posterga
del entorno a estos individuos. Ni si quiera su único protagonista se salva de
esto. Será recurrente, pero también es un ausente.
Todas las películas tienen tickets limitados. Puedes ver gratis Sophia Antipolis, de Virgil Vernier, ingresando a este link, previa suscripción, también gratuita: http://bit.ly/2Oj7SKt
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