miércoles, 13 de marzo de 2019

Netflix: Triple frontera

J.C. Chandor y una nueva historia sobre confrontaciones morales. Un grupo de ex soldados estadounidenses se reunirán con el fin de llevar a cabo una misión no oficial que pondrá en duda la integridad de sus miembros. A este camino, este director ya se ha convertido en el heredero de Sidney Lumet. Chandor fabrica un cine que genera la acción más allá de los momentos críticos. En su lugar, son las decisiones de sus protagonistas las que estimulan y provocan la expectativa. Pueda que el argumento no sea del todo novedoso, sin embargo, son los juicios de los personajes los que se manifiestan impredecibles, y es a propósito de estos que podría manifestarse una distancia entre el maestro y el sucesor. En las películas de Lumet habrá un personaje firme, siempre manteniendo una moral inquebrantable. Ahí está el Henry Fonda de 12 hombres en pugna (1957), el Al Pacino de Serpico (1973) y tantos otros. En las películas de Chandor, a las que se incluye Margin Call (2001) y El año más violento (2014), la moral de sus protagonistas siempre está en modo de prueba.
Desde el principio del argumento, Chandor comienza a tantear la decencia de sus personajes. A Pope (Oscar Isaac) lo conocemos siendo parte de un arresto oficial. Su acto de no presenciar los excesos extraoficiales lo convierte en alguien decente. Lo cierto es que en una siguiente situación, este mismo “saca sus cartas”, tornándose automáticamente en alguien discutible. Es mediante dicha situación que Pope se convertirá en el promotor de una tarea que extiende pruebas morales a sus amigos e iguales. Muy pronto nos percataremos de la conducta ambigua que cada uno sostiene. Triple frontera (2019) es una película de acción que gira a la aventura y la sobrevivencia de estos militares en medio de un terreno desconocido, pero que no deja de hacer continuamente altos para establecer debates éticos, instantes (oportunidades) en que los personajes puedan reconocer algún gesto de arrepentimiento, redención o, en el peor de los casos, simplemente asegurar sus condenas.
Ahora, a pesar que existe una larga terapia de cuestionamientos morales, sea de manera individual o grupal, J.C. Chandor no deja de repetirnos que dichas determinaciones erróneas son producto de ciertos síntomas/inconformidades. En principio, el provocado por el órgano militar, espacio que adiestra a generaciones para que sean violentas frente al enemigo y sumisas ante lo orgánico y la nación. Hay una crítica frontal hacia la típica normativa bélica, la cual viste sus abusos de patriotismo. Al respecto, vemos a los veteranos hablando sobre sus “demonios”, la cuenta de víctimas que no mencionan con orgullo, sino casi con pudor. En otro plano, se cuestiona a una nación que ha postergado a los militares. Observamos un pequeño panorama de una sociedad ignorada y resentida, ideando las formas de sobrevivencia que consume sus ánimos y aumenta sus frustraciones. La vida después del servicio militar no está lejos de la suerte de un ex convicto, muchos de estos individuos viéndose obligados a aventajar el infortunio mediante actos indecentes.

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