Valioso documental
realizado por Peter Jackson. No solo por la trascendencia de la fuente
histórica como tal, el metraje encontrado y los audios que exhiben y describen momentos
y escenarios durante la Primera Guerra Mundial, sino también por la
preservación del mismo. They shall not
grow old (2018) curiosamente no es del todo ajeno al trabajo que anteriormente
haya realizado el director neozelandés. A través de la restauración y
colorización del material es que Jackson le otorga espectacularidad a lo “obsoleto”.
Ese es un rasgo distintivo ya explotado en su cine. Basta observar a King Kong (2005) como un filme de “restauración”
en donde la ficción exótica y anticuada de simios e insectos gigantes revive y
se revitaliza bajo el método de las nuevas tecnologías. Jackson, así como
Scorsese con su Hugo (2011) o casi
todo el cine de James Cameron, es un director que asume como cómplices las
nuevas técnicas que el cine ha concebido a fin de liberar nuevas expresiones o
estéticas.
Ahora, puede revelarse
un dilema en esto. ¿En dónde termina la propuesta artística consecuente e
inicia la banalización de la imagen? Pienso en personas dirigiéndose con
fotografías de sus bisabuelos para que sean colorizadas, no en un acto de
preservar, sino como algo lúdico, rutina o para matar aburrimiento, casi como aplicar
uso de un filtro en Instagram. ¿Pasa
esto en el documental? No lo creo, o tal vez no quiero pensar lo suficiente al
respecto. En su lugar, comienzo a asumirlo como un deseo de exploración de la
imagen, un experimento que da pauta de cómo el cine es trasformador, “ficcionalizador”
de lo real. Es el poder del cine de recrear hasta el material más verídico, por
así decirlo. Hacerlo suyo y crear un segundo registro cercano aunque distinto
del original, sin necesidad de ultrajarlo, sino de revitalizar los principios.
Es como King Kong.
Es la misma labor que
asumen directores como Yervant Gianikian y Angela Ricci Lucchi, documentalistas
que trabajan en base al found footage.
Por ejemplo, en Prigionieri della guerra
(1995) vemos también registros de la IGM, fuentes históricas igualmente
expuestas a la experiencia fílmica, colorizaciones en un solo tono, el uso del slow motion –incluido además en el
documental de Jackson– , la inserción de una banda sonora. Es la historia
contada desde el cine, curada bajo una ficcionalización controlada y la
revelación de un distintivo visual. Los directores italianos son por su lado
más incipientes. Ellos no restauran. La terrosidad, los arañazos de la imagen, que
son propio de los rollos de película, provocan una sensibilidad y estética
original. Es posiblemente un signo de respeto por la fuente original o ese aval
que mencionaba sobre cómo el cine establece cambios y limitaciones de cualquier
registro que caiga en su jurisdicción.
Pero Jackson no piensa
como los italianos. Lo suyo es la fabricación de lo llamativo, el remake sostenido por los utensilios de
hoy. No en vano They shall not grow old
se ha estado proyectando en algunos cines del mundo en 3D. Un dictado de
historia en tres dimensiones; eso solo es posible en una sala de cine. Según
imágenes vistas y testimonios escuchados
en el filme, una versión histórica que, irónicamente, nos da una mirada
distinta a la mirada “oficial” fabricada por una mayoría de películas de corte
de ficción que también trataron sobre la IGM. La línea argumental de este documental
está direccionada por las voces de un grupo de soldados británicos sobrevivientes.
Ellos hacen remembranza desde su alistamiento a las filas hasta sus días como ex
combatientes, el tránsito de la inocencia a la madurez, del romanticismo o
impulso juvenil al desencanto o estado adulto, convirtiéndose en víctimas del
desempleo, la postergación y la posterior resignación. They shall not grow old por momentos tiene un aire a comedia, la de
muchachos ingenuos creyendo ir a un día de campo. Peter Jackson selecciona con
tino aquellos registros de adolescentes torpes, sonrientes, jugueteando, sin
enemigos qué temer, pero que a pesar de eso fue uno de los momentos más
terribles que les tocó vivir.
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