Gran película de
Affonso Uchoa. Su reciente mediometraje parece otorgarle una perspectiva
distinta al personaje tipo que plantea en su notable Arábia (2017). En Sete anos
em Maio (2018), el protagonista es también un ex convicto que ha cumplido
su condena, y que además se ha reinsertado a la sociedad con un ánimo de
reformarse. Ambas películas hacen una suerte de tributo a este tipo de
protagonistas bajo un tono de profunda melancolía. La diferencia es que mientras
Arábia apunta a una sensibilidad puramente
dramática, Sete anos em Maio afila un
discurso de denuncia social y coyuntural. Uchoa reserva cualquier visión
romántica, a propósito de las vivencias de un desamparado, y se vuelca a
comprometerse con un mensaje de reflexión objetiva a partir de múltiples
representaciones. Eso es lo más atractivo de Sete anos em Maio.
El director halla
cuatro modos de representar, y advertir, una injusticia que es cotidiana en
personajes alineados a los antecedentes mencionados. En principio, el filme
opta por el fragmento puramente ficcional. Es la versión que descubre de manera
inmediata el acto de injusticia en cuestión: el abuso policial. Lo que sigue es
la versión extendida y puntual de la situación. Es la secuencia más extensa, la
de gran peso dramático y representada mediante un carácter documental. En este
fragmento, Uchoa recrea desde lo testimonial. El testimonio se convierte en
alegado o archivo de demanda. Es la historia contada por su propio
protagonista, su desencuentro con una banda policial y su posterior derrotero
cuesta abajo. Es decir, es la injusticia en cuestión entendida como el origen o
catalizador de una serie de derrotas y frustraciones sociales.
Lo que sigue es el plano
reflexivo de lo atestiguado. Uchoa introduce a un segundo personaje a fin de
cuestionar el caso desde un ejercicio dialéctico. La importancia de este
segundo “desprotegido”, más allá crear otra perspectiva desde la palabra del
ofendido, es que evidencia un padecimiento y denuncia colectiva. La historia
del protagonista es la que vivieron otros vinculados a los mismos precedentes,
lo que define al caso en un acto normalizado. Sete anos em Maio termina con un cuarto momento; el performativo.
Un acto recreativo asume una impresión perturbadora posterior a lo
representado. Affonso Uchoa integra estas formas de representación a partir de
su discurso de denuncia que preserva un tono agónico, destinado a la fatalidad,
como su Arábia o cualquier filme de
corte social inspirado en el neorrealismo italiano.
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