martes, 31 de diciembre de 2019

Mis favoritas de la década (2010 - 2019)

Las presentes listas son la que extendí para la encuesta a Las Mejores Películas de la Década – Ranking Perú. Ambas están ordenadas de manera cronológica. Son las películas de la década que “hoy” me fascinan más que el resto…mañana, tal vez, serán otras.

Mistérios de Lisboa (Raúl Ruiz, 2010): dobles identidades, cartas que se queman y nunca se abren. Es el decimonónico contemplado desde un filtro del cine contemporáneo.

Black Swan (Darren Aronofsky, 2010): perturbación psicológica sobre una castrada, aspirante a la perfección. Tengo una debilidad por las relaciones maternales tormentosas.

La piel que habito (Pedro Almodóvar, 2011): alto cine referencial. Almodóvar hace metáfora de la perfección corporal, como el de las divas del ayer que admiró, moldeadas por una industria malévola.

The Tree of Life (Terrence Malick, 2011): el equilibrio, la vida y la muerte, el abrazo y el dolor, la madre y el padre. Las memorias hacia una infancia contemplada desde un panorama onírico.

Holy Motors (Leos Carax, 2012): no hay película que mejor haya reflexionado sobre la escalada de la tecnología digital y su impacto (pro/contras) al cine. Es también un caldo del cine (auto)referencial.

Leviathan (Lucien Castaing-Taylor & Verena Paravel, 2012): un goce visual y auditivo. Un documental que tiene de objetivo y abstracto. Otra vez, lo digital (el handycam) haciéndola de cómplice para fabricar una mirada privilegiada.

The Master (Paul Thomas Anderson, 2012): el maestro y el esclavo. La historia de un “can” imposible de ser amaestrado, instintivo, lascivo, violento, condenado a quedarse sin dueño y ser un experimento.

The Act of Killing (Joshua Oppenheimer & Christine Cynn, 2012): la experiencia de conocer más al “enemigo” desde su representación en la pantalla. Las fantasías fílmicas de unos exgenocidas será el atajo para descubrir su perversión.

Post Tenebras Lux (Carlos Reygadas, 2012): la naturaleza es bella y también violenta. No es gratuito que Reygadas sea comparado con Malick, aunque el mexicano es crudo, no onírico sino crudo, a veces terrorífico.

Under the Skin (Jonathan Glazer, 2013): los extraterrestres llegan (una vez más) a la Tierra a descubrir lo mejor y peor de la humanidad. Es también el cine negando sus atributos tradicionales: Johansson no es Johansson, y los extras no saben que lo son.

Inside Llewyn Davis (Joel Coen & Ethan Coen, 2013): una balada a un talento destinado a no ser valorado. Los Coen crean a su perdedor más entrañable y menos humillado. Tal vez se lo merezca, pero conmueve.

Her (Spike Jonze, 2013): el (des)amor en tiempos de la tecnología y la imperfección, el de las parejas artificiales y la soledad. La triste forma de Phoenix y la seductora voz de Johansson; parecían la pareja perfecta.

Foxcatcher (Bennett Miller, 2014): la historia de dos hombres reducidos por sus ascendentes, uno por su hermano mayor, el otro por su madre. Una historia infama sobre ególatras y dominados. De las mejores interpretaciones de la década.

The Tribe (Miroslav Slaboshpitsky, 2014): el cine en su versión incipiente. La historia de sordomudos rompe el muro idiomático para convertirse en lenguaje universal. Como en el periodo silente, la manos hablan y la imagen hacen lo resto.

Boyhood (Richard Linklater, 2014): los tiempos cambian, pero los personajes parecen no cambiar del todo. Es un acercamiento hacia el lado incorregible, la maduración forzada, nunca perfecta.

Spring (Justin Benson & Aaron Moorhead, 2014): lo impredecible. Un melodrama, pero también una película de terror. Una convergencia de géneros que parece congregar a Linklater y Lovecraft.

The Visit (Michael Madsen, 2015): otra debilidad es la vida fuera de este planeta, pero este documental es más que asistir a esa fantasía. Es un ejemplo de qué tan efectiva es la simulación, el cine como constructor de posibilidades.

45 Years (Andrew Haigh, 2015): apasionante melodrama envenenado por la duda, la transcendencia de un amor puesta en duda y a puertas de la ceremonia. Lo momentos de Rampling encerrada en sus pensamientos son fascinantes.

Silence (Martin Scorsese, 2016): no está De Niro y su compañía, pero también dialoga sobre la fidelidad a una logia, y de la manera más férrea y en circunstancias más brutal que la misma mafia.

The Rider (Chloé Zhao, 2017): tiene unas secuencias bellísimas. Están tan bien hechas que hasta parecen acercarnos a la pasión por los caballos del protagonista, y conmueve porque esa pasión está a punto de caducar.

Top 3 Películas Peruanas de la Década
Chicama (Omar Forero, 2013): una película que si bien ofrece falsas expectativas, deja huella de una serie de eventos entrañables. Lo cotidiano resulta trascendente porque somos presa del valor de la intimidad.

Wiñaypacha (Óscar Catacora, 2017): es lo mejor de la década en el cine peruano. Cada atributo minimalista, los planos, el sonido, los no actores, son complementarios entre sí y partícipes de una historia universal.

Gen Hi8 (Miguel Miyahira, 2017): significativa desde su modo de registro hasta el cierre de su historia. Es un ejemplo de un cine comprometido, y también un modelo fílmico emancipado sin asumir un carácter experimental.

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