En Crónica de un verano (1961), los franceses Edgar Morin y Jean Rouch desean desarrollar una película en donde los personajes sean ellos mismos y la cámara no sea una “presencia” que distorsione sus posturas, sea físicas como ideológicas. Es así como el sociólogo y el antropólogo, respectivamente, deciden contratar a una mujer que sea la encargada de entrevistar a una serie de transeúntes de las calles parisinas sin que estos se percaten que están siendo protagonistas de un documental. Era el método infalible para lograr una mirada realista, una documentación no impostada, una encuesta social verídica al ciudadano de París promedio. Esta dinámica se manifiesta también en Intimate Distances (2020), documental realizado por Phillip Warnell, quien selecciona como mediadora o entrevistadora encubierta a Martha Wollner, directora de casting conocida por trabajar junto al legendario Albert Maysles, documentalista que se inició bajo la tendencia del cinema verite, tradición fílmica que reconoce sus orígenes en las teorías del ruso Dziga Vertov y que se puso muy en práctica en la década de los 60, especialmente en Europa, siendo uno de sus protectores el mismo Jean Rouch. Es decir, Warnell acude a la que está familiarizada con el concepto de la naturalidad “frente a la cámara” para emprender su propia encuesta social.
jueves, 8 de octubre de 2020
27 Festival de Valdivia: Intimate Distances (En Competencia)
A
diferencia del documental francés, en Intimate
Distances la entrevistadora no aborda a los caminantes de la calle de
Queens, en New York, con una pregunta tan general como “¿es usted feliz?”.
Wollner va directo al punto, el de consultar a los intervenidos si en algún
momento sus vidas tuvieron un cambio intempestivo, algo que los sacó de su
rutina o hasta que incluso iba en contra de sus preceptos. Mientras que el
proyecto de Rouch y Morin se perfilaba a observar a una comunidad reflexiva ante
consultas universales, Warnell desea hurgar en la conciencia social a propósito
de una consulta personal. Wollner, a partir de su modulación de voz que parece
un arrullo hasta su presencia de mujer apacible, persuade a fin de infiltrarse
en la experiencia íntima de desconocidos, a quienes selecciona con cuidado.
Todos son hombres y, curiosamente, varios inmigrantes o personas que radican de
otros estados. Intimate Distances
busca a aquellos sujetos que en algún momento se han sentido desarraigados a
ese espacio al que se sienten pertenecer, al menos la mayoría de estos.
Consecuencia de la consulta de Wollner, el área pública se convierte en un
espacio terapéutico, mientras que la desconocida se convierte en una confidente
o terapeuta; en tanto, a lo lejos, la cámara registra.
Pero
hay otro elemento que resulta sustancial en la intención de este documental. A
medida que vamos observando esa grabación de la cámara espiando desde lo lejos esos
encuentros casuales que pone en plano las experiencias de personas que en algún
momento hicieron cosas o se sintieron dominados por acciones o emociones
(aparentemente) impropios a sus ideologías, vamos escuchando una voz en off. Intimate
Distances pone en relación esta encuesta con el testimonio de un hombre
confinado en una cárcel, pagando una pena que se le impuso por realizar un acto
que la sociedad penalizó. Phillip Warnell, mediante este ejercicio, sutilmente
va grabando las confesiones de hombres que en algún momento parecieron estar en
los zapatos de esa voz extradiegética que reflexiona sobre un conflicto que reprimió
y que lo llevó a cometer errores. ¿Es que acaso estamos tratando con una
encuesta que revela a criminales en potencia? No exactamente. Este documental
es más bien una cadena de reflexiones orientadas por personas confrontándose o
concientizando sobre la delgada línea entre el hacer el bien o el mal, a
propósito de las circunstancias que emergen desde el ámbito de la cotidianidad.
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