Hace unas semanas Mi país imaginario, el más reciente documental de Patricio Guzmán tuvo su estreno en salas comerciales chilenas. A partir del 23 de setiembre, iniciará funciones en EEUU.
Varias décadas después, La batalla de Chile (1975 – 1979) resulta más vigente que nunca. Patricio Guzmán sale nuevamente a la ciudad de Santiago de Chile motivado por el fulgor de una nación desencantada con sus gobernantes de turno. Chile ha tomado la calle y ha reanudado una revolución. Ante la vista de los locales y ajenos, esta expresa una paradoja motivacional similar a la de otras revoluciones populares. Por un lado, se percibe un estado de frustración colectivo, en este caso, provocado por la vulneración de la democracia y en demanda de la desigualdad de derechos. Por otro lado, soslaya el brillo optimista de una sociedad unida y orgánica. Es un escenario duro, pero que no deja de ser un cuadro conmovedor. El título de Mi país imaginario (2022), último documental del experimentado Guzmán, sería una síntesis de esa contrariedad de emociones. La plaza pública del país sudamericano manifiesta un panorama trágico producto de las reyertas entre compatriotas, aunque también es escenario de instantes de confraternidad. Es increíble cómo un mismo espacio se convierte en testigo de una guerra y a la vez de los pronunciamientos pacíficos mediante arengas o el activismo simbólico. Lo que un día fue la Plaza Baquedano en honor al patriota chileno, hoy se conoce como Plaza Dignidad por el noventa por ciento de chilenos que desde el 2019 reconocieron esa explanada como fuerte de resistencia para la construcción de lo que parecía una utopía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario