Un punto de inflexión en la filmografía de Hong Sang-soo se revela en esta película. No es difícil reconocer las constantes del director en Walk Up (2022), sin embargo, son detalles los que parecen manifestar que el surgimiento de un efecto cambiante la distingue del resto. En esta historia retorna un nuevo alter ego protagonizado por su actor fetiche Kwon Hae-hyo, una vez más, interpretando a un laureado director de cine divorciado y provocando mucha atracción entre las mujeres. Este arriba junto a su hija al edificio de una vieja amiga con el fin de introducir a la primera al negocio de la segunda, el diseño de interiores. Aquí un detalle importante y ya recurrente en los personajes masculinos de Hong. Lo que acontece en este caso es un acto de saldar la deuda en un solo tiro. El protagonista no ve desde hace muchos a ambas mujeres. De pronto, el diseño de interiores se convierte en su motivo para saldar su ausencia en un solo encuentro. Ya después veremos cómo este luego de hacer su labor benefactora del día quita cuerpo para concentrarse en lo suyo. Hong siempre retratando a una masculinidad ingrata, esta vez en dos niveles, aunque sin contar con esas otras faltas que las mujeres mencionarán más adelante entre copas.
miércoles, 14 de septiembre de 2022
TIFF 22: Walk Up (Special Presentations)
Pero esta es una película sobre
pisos, niveles, etapas y de paso de intromisiones, algo que desde el principio
ya se perfila. La anfitriona y dueña del edificio como bienvenida a los recién
llegados les ofrecerá un recorrido de manera ascendente. Es casi como un paseo en
un museo, incluyendo rótulos, los cuales la dueña dicta a manera de ir dando
detalles sobre quién o cómo viven sus inquilinos. Seguido es que inician las
típicas elipsis del cine de Hong. Walk Up se convierte así en una
película en donde la historia —luego de su introducción— inicia desde las
afueras del edificio hasta el último nivel de este. Cada ocupación de piso es
una temporada distinta y, de igual forma, es un momento en particular del
personaje de Kwon asumiendo un año sabático. Aunque no lo mencione, este
argumento que acontece en una sola locación, entre cuartos apretados y las
visitas indiscretas de la casamentera, nos retraen a la realidad pandémica. El
encierro, la soledad o la depresión gravitan en la vida de este director que
vive un descanso forzoso. Ahora, si bien la mudanza del protagonista es de
manera vertical, esta tiene una interpretación casi cíclica. Es decir; a medida
que el director ascienda espacialmente su vida reconocerá un colapso y como
todo efecto cíclico su ascenso al piso tope equivaldrá a un reposicionamiento
de su gloria.
Entonces, se sobreentiende que el
piso de en medio es el más difícil, el momento más crítico para el protagonista
de Hong. Lo entiendo como el punto pico de la pandemia, ese instante en que la
sensibilidad social está en su máxima, librada de egoísmo, dispuesta a abrazar
lo que no apreció habitualmente o a soñar con una rutina inconcebible en los
tiempos de normalidad. Eso es prácticamente lo que sucede con el personaje de
esta historia cuando decide aferrarse entre las sábanas y clama por un poco de
amor compasivo ante tanta abstinencia creativa. Se ha frenado además su
deseo de comer. ¿Es en serio? Un personaje de Hong que no tiene apetito es casi
irreal. Eso no es normal. Estamos ante una situación en crisis en donde,
provisionalmente, el alter ego del surcoreano ha dejado de ser él mismo
producto de la privación pública, esa plaza en donde sí es él. Walk Up
reconoce su conflicto en los instantes en que se expresan acciones
sintomáticas, personas que no comen, que no tienen en claro qué oficio asumir o
simplemente no hacen más que meterse en la vida del resto al abrir
correspondencias ajenas o husmear en sus intimidades. Lo cierto es que poco a
poco las cosas van tomando su orden producto del subir. Hong Sang-soo nos
presenta una película en donde la crisis se reconoce como un puente que se debe
cruzar para llegar al punto inicial y gozar nuevamente de esos placeres
mundanos, costosos, superfluos, pero que, ciertamente, son necesarios para un
estímulo personal y creativo.
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