lunes, 31 de octubre de 2022

8 Semana del Cine ULima: Los amores de Anais

Una película que consigue su encanto a partir de la particular personalidad de su protagonista. Anais (Anais Demoustier) es una joven despreocupada con aquello que no la apasiona, pero intensa con aquello que sí. Se podría decir que los problemas que suscitan en la vida de esta treintañera no vienen de ella, sino de aquellas personas quienes bien podrían tener algún tipo de prejuicio contra la forma en que esta mujer decide llevar su vida. Obviamente, nada de esos comentarios vulneran o hacen cuestionar a Anais. De hecho, su forma de ser parece estar dominado por un ánimo jubiloso aún así la tragedia intente intimidarla. No en vano, la ópera prima de Charline Bourgeois-Tacquet tiene una fotografía cálida como si lo contemplado fuese la trama de alguna temporada de vacaciones. La idea de que los impulsos de Anais la trasladen a una campiña francesa, en efecto, es también otro recurso por parte de la dirección de querer estimular el vívido temperamento de su protagonista. No hay duda de que es una nieta de la nouvelle vague, un pensamiento que definitivamente resulta provocador, irracional o hasta ególatra en estos tiempos de lo políticamente correcto.

Podría decirse que la comedia aquí “ayuda” a que Les amours d'Anais (2021) puede librarse de algún tipo de censura o cuestionamiento hacia el comportamiento de nuestra excéntrica personaje. Basta observar la relación entre Anais y su madre para predecir que es una película que no será bien vista por todos. Recuerdo una secuencia de Adieu Philippine (1962), de Jacques Rozier. En esta, su protagonista, quien labora en un estudio de televisión, comienza a poner de cabeza el set de grabación a causa de su desinterés hacia su oficio. Eso enfada el jefe. Lo despiden. Al tipo no le importa, ni se molesta ni se alegra. Entonces va con su amigo y le dice algo así como: “¿Por qué no nos vamos a vacacionar con esta chica a la que apenas conozco?”. El amigo: “Vamos, pues”. Y lo siguiente es el dúo en la playa. Se sobreentiende que el otro renunció. ¿Para qué entrar en detalles? Es más o menos lo que sucede en Les amours d'Anais. Bourgeois-Tacquet genera supuestos conflictos, situaciones que tal vez incitan al espectador a decir: “Bueno, ahora sentará cabeza”. Pero nada. Ya lo dije: es nieta de la nouvelle vague. Sus amantes, problemas y retos diarios van y vienen, pero ninguno es razón para que la protagonista se detenga a reflexionar y mucho menos rebatir su línea de pensamiento. Muy a pesar, eso no significa sea indiferente a ciertos deseos.
Les amours d'Anais es también una película romántica, lógicamente, bajo las normativas de la muchacha, quien improvisa, pero siempre moviéndose hacia eso que le provoca, que le genera deseo u obsesiona. Claro; Anais no es fiel a sus antepasados, creaciones de Jean Luc Godard o François Truffaut. Ella también está “afectada” por la modernidad. Tiene sus momentos en que sus piernas se estremecen, no por excitación, sino por impotencia. Lo cierto es que sabe cómo escapar de esas emociones. Puede que exista la posibilidad que Anais sea solo una persona frágil huyendo del compromiso o las leyes de la vida, lo que incluye sufrir por el sufrimiento de otros. Muy a pesar, vaya que sabe reprimirlo bien. Esta película tiene el material para crear un drama, pero no hay nada de eso. Es comedia de situaciones provocado por esa protagonista que le hubiera encantado a Ernst Lubitsch o en cierta medida a George Cukor. A propósito, la imagen de Anais pueda también crear la tentación de subirla al podio del empoderamiento femenino. Eso sería ventajoso, aunque equívoco. Les amours d'Anais es un rito al “yo”, pero no en sentido malévolo ni tampoco provocando una puesta en solitario. Están otros atractivos personajes, mas Anais siempre será el motor, aquella que decide por el resto o cuándo solo deben dejarse llevar por el encanto que ella emite.

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