El trayecto del Ferrocarril central del Perú coincide con los trayectos de distintos ciudadanos de a pie, quienes habitan por las orillas de esa importante vía férrea. Es a propósito de este cruce de historias que se reaviva una tradicional paradoja asociada a la realidad del país. Por un lado, el documental de Manuel Bauer descubre la imponencia de uno de los mayores medios de transporte de minerales en todo el continente americano. Su curso es además un tour a varias de las zonas mineras más activas y fructíferas de la nación que tiene como punto final el puerto del Callao o desemboque a una de las zonas marítimas más ricas del Océano Pacífico. Es decir; esa sola travesía define, en teoría, a un Estado privilegiado. Por otro lado, Vida férrea (2022) es también un recojo a un grupo de testimonios sociales que delatan una cadena de carencias y desigualdades latentes y permanentes en distintas zonas del país por donde navega el gran titán férreo. Este documental es pues una radiografía al Perú, un muestrario de falacias que desengañan la naturaleza de una maquinaria que supuestamente mueve al país. Las paradas que propone Bauer, a medida que va acumulando antecedentes negativos, van rememorando la frase acuñada por el maestro botánico Antonio Raymondi: “El Perú es un mendigo sentado en un banco de oro”.
martes, 1 de noviembre de 2022
8 Semana del Cine ULima: Vida férrea
Ahora, ciertamente, si bien este define
un rostro crítico de la nación, se descubre, además, otro perfil de ese mismo
rostro que revela una cotidianidad esperanzadora. Vida férrea expresa
una paradoja adicional. Si bien varios de los alegatos o la sola rutina de
estos ciudadanos convocados proyectan una marea de angustias, inequidades y
abandonos, son esas mismas voces o modos de vida los que manifiestan una
resistencia ante la adversidad. Bauer, a una maligna y vieja tradición, adjunta
una curativa y más reciente. Estos personajes que de alguna forma poseen un
vínculo con el ferrocarril en mención, en lugar de presentarse como
damnificados de una industria que ha contaminado, enfermado o empobrecido, se exhiben
como sobrevivientes dispuestos a generar su propio impacto positivo. Vida
férrea, si bien es la crónica a una crisis que se extiende en distintos
rincones del Perú, ella en ningún momento pretende puerilizar ese escenario. Se
habla sobre riquezas que migran al exterior, minas que llenan de plomo a los
ciudadanos, las consecuencias de la informalidad, además de otras vergüenzas,
sin gestionar un material amarillista. La película de Manuel Bauer se
compromete en su lugar en ceder una palestra a los buenos elementos que
comúnmente son invisibilizados por los coordinadores de una nación colonizada
por una mentalidad que apuesta por la inversión que genera una subvención no
equitativa.
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