Luego de su Chuva é Cantoriana Aldeia dos Mortos (2018), los directores Joao Salaviza y Renée Nader Messora retornan a la comunidad indígena de los kraho. Crowra a.k.a. A Flor do Buriti (2023) podría asumirse como una secuela de su anterior película, a propósito de que parece ampliarse unos conflictos, y además de repasarse otros, ya expresados en la primera historia en donde un joven miembro de la comunidad comienza a debatirse entre optar por una vida asumiendo las costumbres de la ciudad u obedecer a las costumbres propias de su comunidad. Crowra de alguna forma pone en evidencia algo que bien podría haberse predicho en Chuva é Cantoria: los rituales de la ciudad son muy persuasivos y, por tanto, complicado no acogerlos. La película inicia con una sociedad kraho que ha adoptado mucho de la ciudad, y no solo se trata de la vestimenta, sino también del idioma, artículos, gustos e incluso los problemas. Las dificultades de los kraho están alineados a los avatares del capitalismo. Ahora, lo cierto también es que eso no ha postergado la identidad cultural de la población indígena en cuestión. Si se crea una dialéctica frente a Chuva é Cantoria, se podría decir que en Crowra ya no existe esa incertidumbre ante una alienación o resistencia respecto a las costumbres del mundo de la ciudad. Podríamos decir que se expone una adopción cultural medianamente voluntaria. La sobrevivencia de esta comunidad, consecuencia de la limitación de recursos, precisa de la ciudad. En tanto, asimilar las costumbres ajenas es inevitable.
miércoles, 9 de agosto de 2023
27 Festival de Lima: Crowra (Competencia Ficción)
Muy a pesar, se manifiesta una
perennidad de la propiedad cultural. Si algo de algo los directores nos habían
convencido en su Chuva é Cantoria es que el imaginario de los kraho está
muy internalizado. De ahí por qué mucha de esa preservación se estimula en un
plano entre inconsciente, espiritual o extracorporal. Nuevamente, en Crowra
vemos a algunos de los miembros kraho empoderando su imaginario mediante los
sueños, estos malinterpretados a veces como una enfermedad, similar definición
que se le otorga al “mal” que padece el protagonista de A Febre (2019),
otra película en donde también vemos a un indígena siendo “llamado” por sus
vínculos tradicionales, los cuales se expresan mediante vaticinios o
alucinaciones místicas. En las películas mencionadas, esa enfermedad no es mas
que un acto inconsciente de devolver al miembro a su lugar de origen o una
revelación que definirá la identidad cultural del miembro aún inmaduro de la
comunidad. Ahí está el personaje de una niña en Crowra, quien pertenece
a una generación criada en gran medida bajo las costumbres de la ciudad, pero
que la dialéctica de lo intangible se las arregla para corregirla o
adiestrarla. A eso se suma esa otra intervención fundamental para preservar las
costumbres originarias: la memoria. Joao Salaviza y Renée Nader Messora retoman
lo ya reflexionado en su anterior película, pero además fuerzan cierta demanda
de conciencia social lo que parece partir la película en dos.
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