jueves, 30 de mayo de 2024

XV Festival Al Este: Las lecciones de Blaga (Competencia Al Este)

Un drama con un toque de comedia involuntaria. Es lo que gesta la inocencia, sumisión y corrección exigente de una protagonista víctima de una serie de códigos —desde los lingüísticos hasta los morales— que le resultan molestos e incomprensibles. Las lecciones de Blaga (2023), dirigida por el búlgaro Stephan Komandarev, es la historia de un aprendizaje, o más bien un desaprendizaje. Blaga (Eli Skorcheva) acaba de enviudar. Ella ha venido reuniendo dinero para adquirir una pequeña parcela en donde enterrará a su marido, un ex policía. Su fortuna cambiará para cuando la mujer septuagenaria sea timada por un estafador. Es a partir de entonces que inicia su desencuentro con una lógica social que no había percibido era tan defectuosa. Estamos en una provincia de Bulgaria. Se nota un escenario estático, abandonado, compuesto en gran medida por generaciones que vivieron gran parte de su vida bajo el yugo comunista. En cierta manera, parte de esta sociedad, todavía razona según esa época. En tanto, no faltan las generaciones posteriores, las que dejaron atrás las lecciones de la escuela y se pusieron a explotar o abusar de sus mayores. Ahí está Blaga, una de las damnificadas, mujer que se dedica a dictar clases de búlgaro a personas que lo necesitan. Ella es una eminencia educativa en su barrio, sin embargo, ahí está olvidada, estafada, luego objeto de burla a causa de un desatino provocado por la astucia de un timo contemporáneo.

Esta es una película con una crítica objetiva. Una persona es identificada como un sujeto vulnerable al no entender cómo funciona el mundo. Se entiende perfectamente cuando Blaga dice: “Esto no me hubiera pasado si mi esposo —el policía— estuviera vivo”. Capaz los policías son los primeros en saber dominar la creatividad delincuencial. El hecho es que aquí también encontramos a un veterano policía que es otra penosa víctima del mismo fraude. Es decir, es categórico que los adultos mayores están destinados a perder su pensión o ahorros en un mundo pillo y que instiga a sus ciudadanos a que sean ellos mismos los que tienen que aprender de esos códigos para cuidarse. Sucedía lo contrario a las normativas comunistas, las que más bien exhortaban el buen comportamiento y, salvo el Estado, ningún habitante se atrevía a pasarse de listo. Es así como Blaga se verá obliga a adoptar o aleccionarse de ciertas malas costumbres, además de aceptar cuando escucha, sea en la oficina de policía o en la funeraria, “es así como funcionan las cosas”. No olvidemos, Blaga pertenece a una legión de personas sumisas. No hay manera de que se rebele contra el sistema, al menos no a su edad. Resulta simbólico una larga escalinata que la anciana intenta subir, estructura comunista que era un reto para el físico de cualquiera. Las lecciones de Blaga es un reconocimiento a una Bulgaria periférica subdesarrollada en donde el analfabetismo está enterrando las últimas huellas de una generación muy en regla. Vaya manera de erradicar un comunismo terminal.

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