domingo, 11 de agosto de 2024

28 Festival de Lima: El otro hijo (Competencia Latinoamericana Ficción)

Lo mejor de la película de Juan Sebastián Quebrada tiene que ver con la mirada ambigua de su protagonista. El otro hijo (2023) cuenta la historia de un adolescente sobrellevando la trágica muerte de su hermano, estado que ciertamente ha acentuado su perfil enigmático. Sucede que incluso desde antes de la tragedia, la presencia de Federico (Miguel González) era inquietante; específicamente, desde la primera vez en que la cámara logra detectarlo en un segundo plano, situación que se repite una y otra vez en el largo de la película. Aquí me refiero a los momentos en que personajes hablan y de repente logramos divisar al fondo a Federico fabricando esa mirada incómoda, una que mezcla confrontación y conspiración. De pronto, sus ojos, la inclinación de su rostro y su postura corporal generan un contraste con su punto de observación o primer plano. Se recrea una tensión similar a la escena de un cazador aguardando el momento indicado para atacar a su presa. Ahora, es cierto también que no hay una lectura objetiva en las intenciones de este “cazador” adolescente. ¿Qué piensa? ¿Qué trama? ¿Acaso siempre será un observador pasivo? Es a propósito de esa rigidez circunstancial del protagonista que esta película te mantiene en expectativa.

A principio del relato tenemos a un personaje extrovertido y académicamente prometedor, y a su costado Federico, el hermano que da signos de admiración, pero también de celos. Un detalle muy curioso de esta película es que Federico a inicio se presenta como un personaje secundario, y no será hasta la muerte de su hermano que asumirá el rol protagónico. En consecuencia, a partir de ese momento, su enfoque ya no será hacia el hermano, sino hacia otra “presa”. Ahí entra en escena el personaje de la pareja del fallecido. Entonces, así como sucedía con el hermano, la mirada de Federico hacia esa muchacha será ambigua. El deseo y el odio se confunden, y claro que cualquiera de esas emociones resulta perturbador. El otro hijo nos presenta a un protagonista atractivo dado que se pone en tela de juicio su cordura, algo que lo convierte en alguien impredecible o que en cualquier momento podría explotar. El problema surge con esos otros conflictos que nacen de los otros personajes, específicamente, los padres de Federico. Por ese trecho, se detecta también un rasgo impredecible, pero en un sentido dramatizado e impreciso. Tenemos a un padre intentando descubrir la “verdad” tras la muerte de su hijo, luego una madre descendiendo a un estado de histeria fruto de la depresión. Son derivas convencionales que hasta cierto punto de la película alcanzan al protagonista poniéndole fin a su mirada subjetiva al verse arrinconado por el drama del suicidio tratado de manera superficial.

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