El thriller representado en un entorno sórdido es una constante en el cine de Fabrice Du Welz, un director atraído además por oscuros anales policiales inspirados en hechos reales. Maldoror (2024) no es ajeno a esas demandas. Esta película está inspirada en un caso infame que extendió una ola depresiva en la sociedad belga. La caza a Marc Dutroux, un asesino serial de menores, había sido obstruida por años consecuencia de una negligencia consciente por parte del sistema judicial y policial. En la película, tenemos como protagonista a Paul Chartier (Anthony Bajon), un gendarme que será convocado para un grupo de investigación confidencial que tiene como propósito dar con la pista de dos niñas secuestras. El protagonista de Maldoror parece sacado de una idea del cine noir. Chartier es emocional y moralmente ambiguo. Apasionado y comprometido, obstinado y explosivo. Modelo en su oficio, aunque dispuesto a patear el tablero para cazar al objetivo. Ello me recuerda a un Clint Eastwood de los años 70 en una New York putrefacta, ciudad que demanda una mano fuerte que no tema a las intimidaciones de los maleantes ni evadir las condiciones que le impongan sus superiores. Dicho esto, estamos ante un héroe que a medida que intenta luchar contra el mal tendrá que batallar contra el sistema, la normativa, el protocolo y demás atrasos que le otorgan tiempo y ventaja a los ejecutores de una red de pedofilia. Lastimosamente, Chartier no es Eastwood, lo que convierte a su odisea en un trayecto difícil y, en consecuencia, frustrante.
martes, 3 de septiembre de 2024
Venezia 81: Maldoror (Out of Competition)
Ahora,
hay algo esencial de esta película. Pienso en The Pledge (2001), Memories of Murder (2003) o Zodiac (2007), grandes ejemplos de thrillers
policiales que gestan mucha impotencia a partir de una búsqueda que se alarga,
no necesariamente por la inexperiencia de quienes asumen un caso criminal, sino
por la apatía de un órgano que simplemente quiere pasar la triste página. El
relato de Maldoror se extiende por años. A medida que vemos a Chartier
renovando sus roles personales, pasando de soltero a esposo y luego a padre,
vemos el otro lado de la moneda: el hombre que al correr el tiempo va
desviviéndose cada vez más para resolver el caso encomendado. El hecho es que Maldoror
no se reduce a un retrato policial pesimista. La idea de Fabrice Du Welz es
exponer ante todo un drama social e histórico. Su película se inclina por hacer
una reflexión crítica a un trauma nacional. Eso no significa que estamos ante
una historia reparadora o terapéutica que de paso extiende una solución. Es un
recordatorio de hasta qué punto los órganos estatales pueden corromperse
mientras que la población sigue con total normalidad su camino. Es un nivel de
inseguridad realista equivalente al que provocan los relatos slasher
dentro de un terreno fantástico. No tienes idea de dónde o de qué forma vendrá
el mal a atacarte. Solo queda estar atento, mantenerse en actitud defensiva,
cuestionar la verdad como la que llega de un oficialismo. Maldoror nos
recuerda el mundo sombrío y hipócrita al que nos enfrentamos.
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