Película disponible en cines seleccionados de EE. UU., AppleTV y Amazon Prime.
Super
8 (2011), de J. J. Abrams, hasta el día de hoy me
emociona, y no tanto por el relato ficticio que invoca los tópicos
conspiratorios y seres de otro mundo que tuvieron su mejor momento en la década
de los 50 en EE. UU., sino por el carácter personal que percibo, a propósito de
que se inspira de la pasión hacia la realización del cine, ello forjado por una
cinefilia pura y dura. No es la fantasía impulsada por el deseo de la fama. Es
la emoción que estalla durante el proceso creativo, y no olvidemos que toda creación
es íntima e individual, una selección medida por el juicio o el fanatismo. Super
8 es una película de oficio en su etapa de iniciación. Al mirar All You
Need Is Blood (2023), me resulta familiar a esa búsqueda. Esta es la
historia de un neófito director de cine movido por el instinto. Pienso en el
director Mark Borchardt, personaje del documental de culto American Movie
(1999), o en Le Livre des solutions (2023), una reciente película de
Michel Gondry. Ahí tenemos a protagonistas que al igual que el personaje de Bucky
Le Boeuf desborda pasión y va a contracorriente de los métodos tradicionales.
Estamos ante artistas autodidactas, extasiados más con producir que con planear
un plan. Hay mucha de improvisación en sus propuestas, pero, ciertamente, no
deja de contagiar esa pasión que proyectan.
El
trayecto de All You Need Is Blood es simple: un director amateur tiene
bandera blanca para realizar su película zombie. Tal vez no estaba dentro del
“plan”, pero hay que aprovechar cuando hay material a la mano, especialmente si
el plazo para presentar su película está próximo. Esto resulta anecdótico si
comenzamos a interpretarlo desde una mirada metaficcional o del cine dentro del
cine. El alterego de Le Boeuf (si pudiera denominarse como tal, ya que su
personaje lleva su mismo nombre) es ejemplo de un creador inspirado con
realizar su primera película “seria”, sin embargo, en el camino es que va
siendo consciente de lo que implica esa labor. Todas las aptitudes del joven
creador serán puestas a prueba, en este caso, dentro de un escenario
extraordinario. Pero salvando un meteorito y un zombie, ¿es que acaso todos
esos problemas por los que atraviesa el protagonista de la película no forman
parte del cotidiano de todo director de cine? Existe toda una carga de
responsabilidad para el sujeto que está dirigiendo detrás de una cámara. A
propósito, una secuencia memorable en All You Need Is Blood es para
cuando el director tiene que separar al actor del personaje. Nueva lección: a
veces hay que tener sangre fría para dirigir. Así como en Super 8, al
margen de la fantasía o los guiños —dos divertidas alusiones a Inglorious
Basterds (2008)— la película de Bucky Le Boeuf gana valor si la observamos
como un testimonio personal.
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