Extensa es la lista de directores que realizaron películas con el fin de representar mediante un carácter alegórico sus pensamientos sobre el arte y la creación. Christopher Nolan en The Prestige (2006), Leos Carax en Holy Motors (2012) o Federico Fellini con 8½ (1963). Es una demanda tan personal que casi ninguna de esas películas escapa de la fabricación de un alter ego que represente al director. Ahora, esa visión ficticia efecto de la introspección no se encierra en su propio mundo, sino que se pone a interactuar con un entorno, contexto o coyuntura. Varias de esas películas están pensadas en un presente o época en específica que dispersa una serie de pensamientos no necesariamente iguales al del creador. Es así como tenemos a un autor reflexionando dentro de un imaginario o sistema sostenido por específicas convenciones que bien alientan o restringen su libertad artística. Es en esa búsqueda que se concibe Megalópolis (2024). En esta historia, inspirada en los tiempos del Imperio Romano, el laureado arquitecto César Catilina (Adam Driver) reconoce a Franklyn Cicero (Giancarlo Esposito), el conservador alcalde de Nueva Roma, como su mayor antagónico, la autoridad que obstruye con sus planes de llevar a cabo su obra más ambiciosa: la construcción de Megalópolis.
lunes, 25 de noviembre de 2024
Megalópolis
Este
es un relato de aires trágicos compuesto por conflictos existenciales, fantasmas
del pasado, codicia, traiciones y revanchas. En tanto, es obvia su influencia
al teatro de William Shakespeare. César es un personaje talentoso y reconocido
por ello, pero es esto mismo lo que lo arrastra a un destino pesimista. El
conocimiento es trágico, pues ese mismo talento es lo que ha atraído enemigos e
impedimentos para seguir desarrollando su conocimiento. En cierto punto de la
película, César caerá presa de una angustia existencial relacionada a su gran
proyecto y todo lo que este ocasiona. Ciertamente, la autoridad de Cicero será
uno de los grandes impedimentos para que el autor conciba su posible utopía;
sin embargo, habrá otros obstáculos que reconocerá en el camino de su
producción artística. El alter ego de Coppola será víctima de la envidia, cancelado
por la infamia, tendrá problemas de financiamiento e incluso su vida
sentimental y privada se verá afectada. Ahora, Friedrich Nietzsche decía que la
forma más acertada de neutralizar una carga existencial era mediante la expresión
artística. Pero qué pasa cuando la producción del arte implica otros conflictos,
manías o secuelas que vulneran el estado anímico o moral del autor. Por nombrar
un par de casos. El alter ego de Ingmar Bergman en Como en un espejo (1961)
es víctima de los remordimientos tras explotar las tragedias vinculadas a su
entorno para beneficio de su obra. Roy Scheider encarnando a Bob Fosse en All
that Jazz (1979) no deja de pensar en la familia que sacrificó por el arte
estando a puertas de la muerte.
Coppola
como buen artista es ególatra y, por lo tanto, tiene algo de cínico.
Obviamente, esos caracteres se ven romantizados por su explícita influencia a la
filosofía de Ralph Waldo Emerson. César o Coppola se sienten orientados y
estimulados por un pensamiento individualista e instintivo fruto de su interacción
con la naturaleza, lugar en donde se percibe el conocimiento real, y no a
través de la razón o las normas edificadas por las convenciones públicas o la
industria del cine. El protagonista de Megalópolis rechaza una teoría
que reconoce como conformista al limitar la intuición o creatividad
independiente. Esto incluye estar en contra de las doctrinas o culturas como el
de la cancelación. De ahí por qué Coppola parece hacer una afrenta al convocar
como parte de su elenco al cancelado Shia LaBeouf, quien de paso es el traidor
y usurpador de glorias en esta épica que en gran parte se toma el trabajo de definir
una línea de pensamiento artístico. La trama de Megalópolis se exige en
ser argumentativa a partir de metáforas como el artista y su musa, su poder de
detener el tiempo mediante su talento creador, sus miedos generados por traumas
del pasado, sea en un escenario íntimo como dentro de la industria. Pero después
acontece una fractura en el relato. Francis Ford Coppola decide cerrar su fábula
orientándose al cine de género. Retorna a sus raíces, sale de su introspección
para terminar de contar su historia en base a sus manías. El cine gang aquí
es explícito. El hecho es que sabe a un remate apresurado, casi por compromiso.
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