La nueva película de la directora Claudia Llosa acaba de realizar su premiere mundial en el Festival de San Sebastián. Extiendo mi crítica a este filme producido por Netflix que será liberado por la plataforma el próximo 13 de octubre.
Interesante la última película de
Claudia Llosa, no solo por lo significativo que representa la orientación
narrativa que le otorga a su relato, sino también porque esta representa un
cambio dentro de su filmografía dominada por una aguda sensibilidad hacia lo
simbólico. Distancia de rescate (2021) nos cuenta una convivencia entre
dos mujeres y sus respectivos hijos dentro de un escenario en retiro. ¿Qué
significa el tránsito de la ciudad al campo? Las dos protagonistas, en
principio, representan las dos caras de la moneda, dos perspectivas contrarias
a lo que figura la vida en el campo. Estamos hablando pues de una convergencia
entre la apacibilidad y el caos dentro de un mismo entorno. Esto,
definitivamente, se estimula también a partir del efecto que genera el retiro o
encierro y las relaciones humanas. Ahí están películas de Ingmar Bergman, como El
silencio (1963) o Persona (1966), así como tantas más de Roman
Polanski, caso Repulsión (1965) o Cul-de-sac (1966). Estos son
escenarios en donde las mujeres —también predominantes en la película de Llosa
que describe a hombres manteniéndose al margen— son víctimas de los nervios
producto de un territorio que las limita a escapar de los efectos propios del entorno
o de los mismos habitantes de este, con quienes hasta cierto punto comienza a
crear una pugna, desatándose así un combate de emociones.


 
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