Son varias las películas de personas de la tercera edad huyendo de un retiro impuesto por los reglamentos de la vida. Unos obstinados deciden seguir llevando su misma rutina como prueba de su vigencia (The Old Man and The Gun, 2018), mientras que otros más pesimistas deciden planear su última aventura (The Bucket List, 2007). La protagonista de O último azul (2025) mezcla los dos tipos de reacciones. Sucede que si bien Tereza (Denise Weinberg) posee la vitalidad de una persona que puede valerse por sí sola e incluso parece tener el vigor que no correspondería a una anciana de base 7, las circunstancias la obligan a aceptar en parte el destino de una jubilación anticipada. Entonces aquí es que se asoma lo más estimulante de la nueva película de Gabriel Mascaro, un director clave del cine brasileño actual, quien nuevamente decide mirar al presente para fabricar un futuro posible. En la realidad de su última película, los ancianos mayores de 75 años están obligados a dar a un retiro y depender totalmente del Estado a fin de que esta comunidad no obstruya con la producción de los más jóvenes. Es un Brasil con miras al desarrollo galopante y el control absoluto a manos del Estado, pues los que no cumplen con dicha norma serán sancionados.
viernes, 8 de agosto de 2025
29 Festival de Lima: Sendero azul (Latinoamericana Ficción)
Ahora,
uno se imaginará que el escenario de ese drama —que alienta a un humor
involuntario— es la capital o alguna ciudad centralista del Brasil. No lo es.
El conflicto acontece en una comunidad de los alrededores del Amazonas. Nos
hacemos idea de qué tan esmerada es la vigilancia estatal al llegar a una zona
periférica. O último azul es una película inspirada en un modelo
orwelliano, solo que construida sobre una base cínica y descaradamente
corrupta. Muy a pesar, es un sistema que marcha, pues la sociedad en su mayoría
ha aprendido a aceptar la realidad. En tanto, Tereza se resiste y así como
otros ancianos de otras ficciones decide improvisar un último deseo antes de
pasar al “campo de concentración”. Del marco distópico pasamos entonces a una
suerte de road movie en donde la carretera es el río Amazonas. Habrá
derivas, desvíos, retornos, poco aprendizaje, aunque en su lugar mucho
convencimiento de que la privación de las aventuras o la libertad no es materia
para la mujer en cuestión. Gabriel Mascaro crea a una heroína haciendo lo
necesario para ir a contracorriente de una normativa absurda como las varias
que han venido surgiendo en la actualidad. Se imagina también a un caracol que
dice te hace ver el futuro, cuando de hecho te hace reevaluar tu pasado para
capaz uno modifique su presente que impactará en su futuro.
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