En Mi perro Killer (2013) la directora eslovaca
Mira Fornay refracta el conflicto gitano desde una perspectiva despiadada, a la
vez que intenta congregar la fragmentación de los bloques sociales que caldean ese
gesto divisionista dentro de un mismo territorio. Marek (Adam Mihál) es un
adolescente que se está integrando a un grupo de cabezas rapadas. Marika (Irena
Bendová), madre de Marek, lleva 8 años de haber abandonado a su familia y
mudarse junto a una comunidad de gitanos. Mientras tanto, pobladores, señales
de advertencia y mensajes nacionalistas anunciados por la televisión, van motivando
un entorno agresivo y segregacionista. La realidad en Eslovaquia parece ser
clara: la comunidad gitana es la comunidad de los desprotegidos. Hay una incitación
a su acoso, lo que parece arrinconar a Marek en un dilema, quien a pesar de
tener un fuerte resentimiento con su madre, no posee la voluntad suficiente
para arremeter contra esos “otros”. Mi
perro Killer es la vacilación de un joven que está decidiendo en dónde
ubicarse. Pertenecer al grupo violentista de los “skinhead” o aceptar ese nuevo
lazo étnico al que su madre se ha insertado. Un hermano menor gitano será el punto
de conflicto en la trama.
Mira Fornay sabe
sintetizar los agentes patógenos sociales. La fotografía pálida (casi un sello patentado
por el cine de Europa Oriental) otorga la cuota realista y sórdida. El
posicionamiento de cámara casi documental. Todo esto genera una atmósfera que
sin embargo no provoca la suficiente tensión que debería tener durante las
escenas en un restaurant o en un baño público. Milagros (2013), de Juraj Lehotsky, al igual es un filme realista,
solo que se encamina más por el drama personal, uno que parece estar muy
influenciado en el estilo de los hermanos Dardenne. Ela (Michaela Bendulová) es
una adolescente conflictiva. Su estilo de vida deviene del hogar fragmentado al
que pertenece. Lleva además una relación amorosa con un dealer incorregible. El transcurso de la trama se construye en base
a las metas idealistas que la joven se va imaginando, esto a pesar de la situación
en la que está envuelta. El aislamiento contra su voluntad a una correccional
de menores es el punto de partida para una serie de trabas que irá teniendo en
su camino. Hay por ahí brechas en que posiblemente su suerte cambie, más todo
es ilusión. La película provoca curiosidad, muy a pesar no se renueva por sí
sola.
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