miércoles, 11 de junio de 2014

El mudo

La transparencia y la rigidez parecen sobrarle a Constantino Zegarra (Fernando Bacilio), juez instalado en una de las tantas oficinas del Palacio de Justicia, responsable de numerosas sentencias máximas a individuos que un día delinquieron la ley y que para su mala suerte chocaron con –tal vez– el más severo e implacable magistrado de toda la Corte Suprema. Lo cierto es que esto está a punto de cambiar. Si el protagonista principal de Octubre (2010) va camino a la redención, el protagonista principal de El mudo (2013) va rumbo a la perversión. Los Hermanos Vega realizan un segundo filme que nuevamente ajusta, complica y termina por volcar la rutina de un individuo dueño de una conducta, aparentemente, inquebrantable. Constantino en un mismo día será degradado, expectorado, ignorado y baleado. Y si no fuera suficiente, dicho accidente lo ha dejado temporalmente mudo, es decir, sin derecho a apelación o reclamo.
Irónicamente, El mudo relata una serie de injusticias del que es víctima este correcto juez, uno que asume que todo por lo que está pasando no es más que una vil confabulación en contra de su integridad judicial. Lo siguiente a lo que recurrirá Constantino será al protocolo policial correspondiente, el apoyo incondicional de su familia y su puro instinto. Todo esto, sin embargo, falla o simplemente no funciona al ritmo que esperaba. La indiferencia y su mudez parecen incapacitarlo, mas esto le ha sembrado una obsesión. El juez ha comenzado a jugar al detective. Constantino pasa sus días buscando pruebas, rastreando y hostigando a sus posibles agresores. El nivel de obsesión se ha filtrado hasta en sus mismos sueños. Dada la ausencia de resultados, es entonces cuando lo personal degrada incluso sus propios principios. Los Vega dinamitan la moral de un sujeto correcto con el fin de que este se convierta en un actor más de la transgresión. Del antiguo Constantino no quedará más rastro que las fantasías danzantes de su última escena. Lo que sí conversará es su sobriedad, una que por cierto le sobra (para tedioso) a El mudo.

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