domingo, 9 de agosto de 2015

19 Festival de Lima: Paulina (Competencia Oficial Ficción)

Tarea difícil la de Santiago Mitre el realizar su propia versión de La patota (1960), la cual adopta el mismo nombre y el título alternativo de Paulina (2015). Para el cine argentino, la versión realizada por Daniel Tinayre es considerado un clásico. He ahí el riesgo de la película; el tener que lidiar contra la expectativa consciente o inconsciente del público que ha visto el mencionado filme de los sesenta. Frente a esto, Paulina rescata ciertos patrones de su original, más en su camino va creando una personalidad como un interés propio. La historia toma como protagonista principal a Paulina (Dolores Fonzi), una joven abogada que, al poco tiempo de evocarse a las labores sociales como profesora en una zona humilde, será víctima de una violación. Estructuralmente, la historia de Mitre, al igual que en la versión de Tinayre, se inclina en realizar una reconstrucción de los hechos. Lo que sucede en el filme es a propósito de una audiencia que la docente tendrá que manifestar ante un delegado público, mientras que en la primera versión es la mujer recordando a manera de un narrador en primera persona. Es decir, la película de Tinayre posee un carácter testimonial. La de Mitre, por su lado, prefiere no interiorizar, sino todo lo contrario.
Es a partir de esta premisa que Paulina se separa de su antecesora. A su personaje no la escucharemos hablando desde adentro. Su personalidad obstinada, además de convertirla en una mujer de carácter, hace que esté siempre en una constante dialéctica, sea adiestrando o porfiando a su interlocutor. Mitre se deshace del estereotipo femenino sumiso de los sesenta a fin de plantear a una protagonista que no le importa divorciarse del paternalismo masculino, aquel que llega, por ejemplo, de la abnegación de un padre o de la sobreprotección de un novio. A esta actitud, se le suma un discurso. Como sucedía en El estudiante (2011), ópera prima de Mitre, Paulina tiene como personaje principal a una idealista, aquella que en cierta forma también respalda una postura política. Paulina rehúye de las ventajas que su padre (un reconocido juez) intenta cederle, y en su lugar decide emprender una cruzada social y personal. Su obstinación se va incrementando a medida que los personajes que la rodean comienzan a cuestionar su “política”. Ya para cuando sufra su gran tragedia, el compromiso de Paulina será puesto a prueba.
Cerca a su final, hay una escena de Paulina en donde la heroína parece estar entre “la espada y la pared”. El dilema entre acusar o perdonar, de pronto está en relación con la disyuntiva moral y el compromiso social, ese mismo que defiende Paulina con tanta insistencia y podría poner en libertad a un grupo de villanos. El filme deja una herida abierta. De pronto el idealismo de la mujer es cuestionable. Tras una pregunta que su padre-juez le ha lanzado, se manifiesta una respuesta que pierde razonamiento. Desde ese sentido, Paulina puede ser entendida como la historia de una mujer comprometida o que simplemente quiere adoptar una moda.

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