El hijo de Saúl (2015) es una película en continuo desplazamiento. La
historia consta sobre una búsqueda; en tanto, es el protagonista principal y la
cámara moviéndose de un lado a otro, a fin de hallar a un individuo que será crucial
para efectuar una redención. El director László Nemes emprende un gran debut
que responde a un montaje complejo. El contexto de su historia se desenvuelve
en un campo de concentración. El reto que Nemes se plantea será el de hacer
notar la amplitud de ese mundo. En efecto, los campos de concentración eran una
suerte de mini ciudadelas, y no solamente por ocupar una gran porción de terreno,
sino también por la misma estructuración de sus secciones, que muy bien se
describen en un documental como Shoah
(1985). Es de esta forma que esta búsqueda que realiza su protagonista
principal es una suerte de excursión que muestra distintas versiones de un
mismo lugar.
El filme de Nemes,
desde cierta perspectiva, parece comportarse como una road movie. El viaje que emprende Saúl (Géza Rohrig) es personal.
Es decir, la motivación de este periplo no tiene razón (o sensatez) para ningún
otro más que para él mismo. Es, además, la búsqueda de alguien tangible que, en
paralelo, significa también la búsqueda de algo que es intangible. Para Saúl, el
hallar a un rabino significaría el hallazgo de su salvación moral. El solo
hecho de realizar ese trayecto de búsqueda, que pondría en riesgo su vida, pone
a prueba su determinación en pie a alcanzar su redención. Saúl es un sonderkommando, es decir, un judío preso
asignado por los nazis a realizar labores dentro del Ghetto. ¿Qué implica esto?
Una suerte de traición hacia los suyos a cambio de un aplazamiento de su
condena; el morir como todo los otros judíos. Bastó un suceso inexplicable,
casi una especie de milagro o epifanía, para que Saúl decidiera poner en desvío
su humillante rutina.
En Kapo (1959), gran película del italiano
Gillo Pontecorvo, vemos también a una mujer judía dispuesta a redimirse dentro
de un campo de concentración. Sin embargo, a diferencia de la película de
Nemes, la historia en Kapo consta principalmente
en narrar las peripecias que motivaron a su personaje a traicionar a los suyos.
En cuanto a su redención, esa es la resolución de la historia. László Nemes, en
cambio, no responde ni avala a las razones que llevaron a su personaje a volverse
un sonderkommando. El eje de su trama
no es una justificación de los hechos, sino una ruta de expurgación a modo
individual. El atractivo en El hijo de
Saúl es su visión en primera persona, en donde el protagonista anda en
primer plano, mientras que el contexto lo acompaña difuso. Lastimosamente, el
filme en ocasiones recae ante el peso del imaginario fílmico sobre el
Holocausto, por ejemplo, en el horror gráfico de una ultimación o la secuencia
de un grupo de nazis humillando al protagonista con una danza típica. Ya no hay
necesidad de regraficar ciertos eventos infaustos. La sola carga histórica tiende
a hacer lo suyo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario