miércoles, 9 de marzo de 2016

Truman

Lo valorable de Truman (2015) es referente a su austeridad al momento de representar lo trágico. La historia de dos hombres que se reencuentran, a propósito de la fatal decisión que uno de ellos está a punto de tomar, se sirve de lo sentimental, lo cómico o lo humano, sin provocar algún tipo de dilatación emocional durante su resolución. El director español Cesc Gay mantiene un margen cuando se aproxima a cualquier expectativa anímica. Sucede, por ejemplo, cuando un personaje encara a otro en un restaurante o cuando un padre visita a su hijo. En ambos casos, sus resoluciones no se inclinan a lo esperado.
La historia, sin embargo, no reprime la emotividad. Es una película sobre una despedida, la que implica recuerdos, remordimientos (no redenciones), afectos que en su mayoría son reprimidos. Dos actores colaboran a “ponerle el freno” a este relato. Ricardo Darín y Javier Cámara, tal vez los mejores actores en sus respectivas naciones. Ambos tienen un talento innegable. Muy a pesar, en esta película, ninguno es mejor que el otro ni tampoco pretenden expresar sus grandes dotes actorales. Su performance se alinea a lo que presume la película; ser correcta sin ser pretenciosa (o incluso trascendente).

No hay comentarios:

Publicar un comentario