sábado, 4 de junio de 2016

VII Al Este de Lima: Koza

Koza (2015) es una película entrañable por su relato, pero sobre todo por su protagonista. El bautizado “Koza” (Peter Baláz) es el retrato de un boxeador que conmueve a partir de su carácter sumiso, torpe y benevolente. Esto, en relación con su historia, agrieta los rasgos de un drama social. ¿Qué lo diferencia de, por ejemplo, un Rocky? “Koza” tiene a un chatarrero usurero como representante y un ebrio como entrenador provisional. En su localidad no existen las oportunidades ni mucho menos el “sueño americano”. La gira pugilística que emprende junto a su socio es eso mismo; una sociedad en donde, ciertamente, el cogerá solo una rebanada del pastel. El director Ivan Ostrochovský emprende una historia ajena a las fantasías, aunque también salvaguardándose del miserabilismo que bien pudiera agravar y, de paso, cuartear una película que dentro de la sencillez de su argumento provoca emociones.
Koza se inicia con un conflicto que de paso moldea la conducta de su protagonista. Es a propósito de esto que se emprende un viaje; ir en busca de peleas que puedan resarcir a “Koza” de una carencia económica que le urge. Una dinámica de road movie se despliega, siendo el boxeador y el representante los únicos viajeros trepados en una destartalada camioneta. Al principio de la ruta, se manifiesta en el dúo un notorio contraste de carácter, el cual, más adelante, va diluyéndose a medida que se teje una fraternidad disimulada. Hay además un aire de comicidad resultado del drama, esto en orden de la convivencia áspera y la poca fortuna que va teniendo esta sociedad. Lo que “Koza” tiene de obstinación, no tiene de habilidad. Esto alimenta a la historia de una cuota de angustia, a consecuencia que el héroe estaría al borde del fracaso. Una formidable escena en un camerino resume esta turbación en un plano al rostro del representante. En toda la película, los rostros son significativos.

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