La Universidad de Lima organiza del 5 al 12 de noviembre la Semana del Cine que trae una programación de películas nacionales e internacionales. Habrán también conversatorios; todos los eventos a realizarse de forma gratuita en el campus universitario. Iniciamos comentando su película inaugural.
Para el año 2010
distintas sociedades de los territorios árabes se levantaron contra las
dictaduras sometidas por sus gobiernos correspondientes. La conocida “Primavera
árabe” tuvo sus primeros éxitos en los países de Egipto y Túnez. En este último
a dicho período se le conoció como la Revolución de los Jazmines. Constantes y
masivas marchas (además de la presión de las políticas y medios occidentales)
obligaron al gobierno de turno demitir. Para el año 2011, Túnez ya era un país
liberado de la opresión y el conservadurismo. La historia de Hedi (2016) se desarrolla a posterior de
este acontecimiento. El filme de Mohamed Ben Attia tal parece localizarse años
posteriores a la primavera árabe. En una escena, su protagonista principal la
cita como un evento trascendental aunque lejano. Hedi (Majd Mastoura) es un
hombre de veinticinco años que es parte de esa generación que se levantó en
favor de los derechos de la nación tunecina. Su vida, sin embargo, parece estar
aún estancada a la dictadura a la un día que se enfrentó.
Es interesante hacer
una lectura comparativa del filme de Ben Attia frente a As I open my eyes (2015) de tunecina Leyla Bouzid. Aquí el contexto
sucede a vísperas de la primavera árabe. En esta misma veremos cómo las
ambiciones artísticas de una adolescente son frustradas ante las normativas
gubernamentales y de paso por su círculo matriarcal. Desde un punto de vista
coyuntural, las vicisitudes que envuelven a la joven están dentro de lo usual;
muy a pesar, estas circunstancias no parecen ser distintas a la rutina de Hedi,
un adulto aún criado bajo los comportamientos dictatoriales, en este caso, de
una madre que programa y restringe la libertad del menor de sus dos hijos. Hedi podría ser entendida como una proyección a una sociedad
rezagada al aun asumir las dinámicas de un gobierno que se entromete y frustra
la libertad de decidir. Hedi, en tanto, está a la línea de lo que su madre y
hermano mayor planean para él. Sus ambiciones y esperanzas (tal vez contempladas
con optimismo durante la marcha revolucionaria) se verán encendidas al conocer
a una mujer; símbolo de libertad que ansía acoger.
Una coincidencia de
las películas de Bouzid y Ben Attia es ver a un protagonista femenino desatado
de los complejos machistas y conservadores que usualmente suscita la cultura
árabe desde una perspectiva occidental. Ante esto, puede que haya un compromiso
generacional en los jóvenes cineastas de Túnez por desmitificar ciertos
estereotipos a partir de las figuras más amordazadas, culturalmente y
socialmente hablando. En ambas historias vemos a mujeres yendo a
contracorriente, sea de su propio contexto o ante el contexto correspondiente
de su coprotagonista. Existe una necesidad de crear una polaridad en donde la
mujer avala por la libertad de expresión y en respuesta el conservadurismo se
estremece o encandila, caso el de Hedi,
filme que pone en constancia que la Revolución de los Jazmines, así como
cualquier otra revolución, no es espontánea para todos. La vida de Hedi pueda
que no tenga un cambio sustancial, sin embargo, ya hay un indicio que solo el
tiempo podrá resolver.
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