jueves, 8 de junio de 2017

VIII Al Este de Lima: Las inocentes

Basado en un evento infame. La directora Anne Fontaine narra un hecho recién concluida la Segunda Guerra. En un convento polaco, un grupo de monjas será acogido por una joven médica de la Cruz Roja (y no al revés), a raíz de un repentino embarazo de una de sus miembros. La idea es mantener el auxilio clínico en absoluto secreto. Cualquier publicación de ello no solo implicaría el cierre del claustro, sino que además el repudio comunitario hacia la mujer encinta. Las inocentes inicia su historia mediante una complicidad que para entendimiento de Mathilde (Lou de Laage) resulta venial. El hecho es que las religiosas reservan un secreto aún más dramático, el cuál obligará a su bienhechora a comprometerse más, poniendo en riesgo su puesto en la clínica en donde fue asignada, además de exponer su propia integridad ante la ocupación del bando victorioso.
Lo atractivo en Las inocentes deviene de su afinidad con el contexto. La localidad a las orillas de Varsovia define la desolación de esta comunidad de religiosas, rodeada de la frigidez del clima y árboles gigantes. Es además el mismo claustro, apañado por una opacidad ambiental, que se define más a la reclusión. Y es que, en efecto, al igual que los monjes en De dioses y hombres (2010), las monjas habitan con la angustia, a propósito de una guerra. Caso en la película de Xavier Beauvois, ese conflicto está en gestión. Caso en la película de Fontaine, la guerra ha concluido, pero ha comenzado a revelar secuelas tempranas. A diferencia de De dioses y hombres, en Las inocentes la “invasión” ya se dio, y, en consecuencia, los rezos han sido desplazados por la pérdida de fe. Lástima que la película de Anne Fontaine se incline más a lo argumental que a la interiorización. Por momentos cede incluso a lo trivial. Muy a pesar, su premisa principal no deja de persuadir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario