La directora Lucía
Gajá convoca a un grupo de mujeres de distintos puntos del mundo para que
compartan sus historias como víctimas de la violencia doméstica. Batallas íntimas (2016) inicia con una
ceremonia matrimonial y el dictado a una serie de “condiciones” a las que la
mujer tendrá que someterse. Esta es la antesala a un documental que hace
alusión a la norma pública como aval de la desigualdad de género. Es revelador
que una nación como México, país asociado y reconocido por sus tradiciones
machistas, tenga en común con una nación tan influyente como lo es Finlandia, a
partir de la alta tasa de violencia hacia la mujer dentro de los espacios
íntimos. El abuso contra el género femenino parece no considerarse en los
índices del desarrollo de una nación.
Los testimonios de las
mujeres siguen misma estructura: los idílicos precedentes en un noviazgo, los
primeros indicios de una relación tormentosa, el matrimonio, el infierno y el
escape. Este documental no solo apunta a exponer la tortura, tanto física como
psicológica –ambas sustanciales para medir la autoestima o degradación de cualquier
individuo–, sino también a subrayar esos “indicios” de violencia, tal vez una
necesidad a advertir al público femenino las consecuencias desastrosas que se
desatarían si no se hace caso a esas evidencias. Batallas íntimas es el triunfo ante la adversidad, el desarrollo
personal y el compromiso social de estas mismas mujeres como prueba de la
recuperación de fe, no hacia el sector público o judicial –gran némesis que
sustenta al imaginario patriarcal–, sino hacia la persona misma y al género
opuesto.
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