Fuerte declaración que
hace panorama a la ola de violencia en Ciudad Juárez, México. En La libertad del diablo (2017) escuchamos
los testimonios de gente enmascarada, personas de distintas edades que
mantienen el anonimato por miedo o por vergüenza. Todas han sido tocados o
ejercieron violencia en el terreno en donde el civil tiene las de perder. El
documental de Everardo González junta a víctimas y verdugos, familiares de
desaparecidos y agentes del orden o del narcotráfico que tuvieron como misión
desaparecer personas. Dichos hechos son fruto de la codicia y la evidente
contaminación del elemento institucional.
El documental es
confesionario de la tragedia y el desencanto. Por un lado, el de civiles
llenándose de coraje y obstinación de búsqueda ante la ausencia de los suyos;
por otro, el de los militares y sicarios víctimas del remordimiento, unos
forzados a acatar el reglamento, los otros reclutados y domesticados desde
temprana edad. La libertad del diablo
es un colectivo de voces sobre los infames eventos en México en donde compatriotas
se ofenden. De pronto la máscara que visten todos los convocados es recurso
simbólico a una misma identidad inexpresiva, pero que no deja de bañar con
lágrimas sus rostros.
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