Un filme que se
inspira de un solo perfil de la novela decimonónica hispanoamericana. En Vazante (2017) los protagonistas son habitantes
de un latifundio esclavista en Brasil. Tras la muerte en pleno parto de la
mujer del dueño de la hacienda, una serie de infortunios recaerán en este
habitad, a propósito del desencanto personal. António (Adriano Carvalho) se
casará con su joven sobrina política y, en paralelo, acogerá a un nuevo
esclavo. Lo que sigue es el tránsito de la fidelidad al desengaño por parte de
estos dos personajes designados a una función dentro de la propiedad. La
directora Daniela Thomas retrata una época de rebeldía; son los últimos días
del romanticismo.
El argumento de Vazante toma sentido a partir del
desarrollo de las personalidades. La nueva esposa de aire extraviado y
solitario, siendo una niña empujada a una labor precoz. El nuevo esclavo de
aire dominante y hostil, forzando (o fingiendo) lealtad ante su amo. Mientras
tanto, António está atado a una rutina de oficio y un desapego emocional. Está
también la familia política de António, una angustiada parentela de
latifundistas en vía a la decadencia, que ofrece a su hija como último
movimiento para preservar su descendencia. Cada uno de estos asume un
protagonismo independiente, guiando una trama contemplativa que toma un giro
melodramático.
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