sábado, 28 de octubre de 2017

29 Festival de Cine Europeo: María (y los demás)

Ninguno de la familia se ha tomado tan personal el compromiso del padre como María (Bárbara Lennie), una mujer treintañera que luego del precipitado anuncio se ha percatado que lo que había asumido como único propósito de vida ya no requiere de sus servicios. En María (y los demás) (2016) la protagonista principal representa a una generación que no ha cercenado el lazo con lo paternal. A diferencia de los protagonistas castrados de Alfred Hitchcock, la ópera prima de Nely Reguera alude más bien a una generación adulta que ha optado por propia convicción a esa reclusión social que se extiende a un complejo de castidad. María ha hecho de su rutina y objetivo personal el cuidar a su enviudado padre que hasta no hacía mucho se encontraba a un pie de la extinción. La sanación y posterior compromiso marital del hombre volcarán a la mujer a una crisis personal y emocional.
Lo más atractivo de María (y los demás) es la actriz Bárbara Lennie, encarnando a un personaje en estado de fragilidad, recelosa por los planes de “los demás”, mientras se hace idea de su nuevo plan de vida, apurando los compromisos que no supo emprender a su tiempo. En lo que transcurre de la película, María comienza a ser presa de la ansiedad y la frustración, a medida que se ve envuelta (tardíamente) por sus propias ficciones. María sueña despierta frente al espejo vistiendo de novia o frente a la computadora en donde se reserva una novela que aplazó desde su adolescencia, historia que es su historia, la que literalmente no tiene un final escrito ni un claro propósito. María (y los demás) observa con ternura y compasión el atasco de una persona adulta despertando en su propia novela, tal como se define en una divertida secuencia de la escritora frente a un público inventado.

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