jueves, 15 de agosto de 2019

23 Festival de Lima: Bacurau (Competencia Ficción)

En Aquarius (2016) una mujer se enfrenta a una corporación inmobiliaria y, en consecuencia, una serie de intimidaciones recaen contra ella. Kleber Mendonça Filho crea un relato sobre la obstinación como respuesta ante la apropiación territorial ilícita. Es la eterna batalla entre los débiles y los fuertes. Misma premisa se desarrolla en su nuevo filme. Bacurau (2019), co dirigido por Juliano Dornelles, se asienta en una temporada distópica. La comunidad de Bacurau está siendo acosada por un agente externo, e incluso parece que algunos de los suyos están implicados. A diferencia de Aquarius, Mendonça Filho y Dornelles ponen a toda una población en un estado de alerta. Aquí también la intimidación hacia un grupo de personas es una pauta recurrente. Acontecimientos extraños suceden alrededor, atentados que el espectador ignora su razón o procedencia, pero que los habitantes de Bacurau conocen y aguantan; al menos hasta que acontece una tragedia mayor.
En atención a la filmografía de Mendonça Filho, este director se siente muy atraído por componer un ambiente abrigado por el misterio. Los condominios de El sonido alrededor (2012) no dejaban de estimular un mal agüero entre sus protagonistas, y lo mismo, aunque más evidente, acontece en Aquarius. En tanto, el pueblo de Bacurau será campo abierto, sin embargo, la hostilidad, sea expresada o simplemente percibida, está merodeando. Es en razón a esta comunidad envuelta en un estado de alerta que es inevitable no dejar de relacionar esta película al género western, rasgo que no necesariamente tiene que ver con el entorno desértico del lugar. Estamos tratando pues con un contexto que tiene un cerco invisible, en tanto, fuera de este, el peligro surca a medida que anuncia una ofensiva próxima que bien podría colonizar al poblado. Ahora, me refiero a una ofensiva física, al mejor estilo western, pues otro tipo de ataque, uno colateral, ya ha agredido a la comunidad.
En Bacurau estamos tratando con un enemigo de mayor amplitud, aquel que usa estrategias de intimidación más complejas, que implica una mayor inversión, planeamiento, una estructura de subordinados especializados en hacer “ese tipo de trabajo”, el de la ocupación territorial forzada. Mendonça Filho y Dornelles expone al pueblo de Bacurau a una escala de recortes. En el transcurso de la historia, los habitantes se verán, literalmente, borrados del mapa y apartados de la distribución de recursos. Ya para cuando la comunidad “aparentemente” se encuentre indefensa, los agresores darán pie a su última ofensiva; y entonces surge el extracto más atractivo de la película. Más allá de la mitad, Bacurau se inclina al spaghetti western. Los buenos y los malos relucen sus rostros más perversos a fin de defender sus respectivas causas. Un festín de violencia surge, respaldada por una cuota de humor negro que ya venía resonando desde el principio. La firma de Kleber Mendonça Filho está presente, un director apasionado por la convergencia de géneros, carácter que expira en El sonido alrededor, que, a fin de cuentas, no deja de ser su mejor película.

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