viernes, 10 de febrero de 2023

Irreversible / Irreversible: Straight Cut

Esta semana se estrena en algunos cines de EEUU Irreversible: Straight Cut, una versión cronológica del filme de culto de Gaspar Noé. Hago un análisis comparativo entre este nuevo corte y el original.

Ya me ha pasado que la fragilidad de mi memoria me ha fabricado una ventaja al momento de ver una película por segunda vez. En esta semana, he visto Irreversible (2002), de Gaspar Noé, en su versión remasteriza. Ya la había visto muchos años atrás, sin embargo, fue como si la hubiera visto “casi” por primera vez. Y digo casi porque es imposible olvidar esa secuencia desagradable que la hizo famosa. Digamos entonces que la vi por primera vez con un spoiler encima, y es que no recordaba la secuencia inicial ni tampoco la que le sigue; exacto, la secuencia de la discoteca gay. ¿Cómo es posible que pude olvidarla? Esto que acabo de mencionar capaz más adelante pueda provocar una contradicción. Entonces, el motivo por qué la volví a ver —además de la curiosidad de qué tan prolijas habían quedado sus imágenes desde la vez que la vi en un DVD pirata— fue como parte de mi preparación para ver Irreversible: Straight Cut, un corte de la película en donde la historia se cuenta de manera cronológica; es decir, en el orden en que sucedieron los acontecimientos, y no en el sentido contrario del reloj, tal como se narra en el corte original que muchos hemos visto. Esta nueva versión ya se había estrenado en el 2019 en el Festival de Venecia a modo de anticipar su 20 aniversario desde su estreno. Junto a su versión remasterizada, este nuevo corte pronto será distribuido en formato Blu-Ray, no sin antes haber finalizado una gira mundial en salas físicas seleccionadas.

Un detalle curioso de este nuevo corte es que su antecedente radica de un DVD pirata de origen coreano. En una entrevista a IndieWire, el director de origen argentino comenta que un día le llegó un DVD de procedencia extraña, el cual en su material extra contenía una versión cronológica. Según el director, fue un mal experimento. Y así fue cómo Noé reservó en su memoria el deseo de que en un futuro corregiría ese corte. Ahora, la pregunta es: ¿Existe una gran diferencia entre una versión y otra? Para los que tienen poca retención de memoria como yo; definitivamente, sí. Para el resto, puede que también. A propósito, el autor dice en una nota de prensa sobre esta Straight Cut: “La misma historia ya no es una tragedia, esta vez es un drama que saca a relucir la psicología de los personajes y los mecanismos que llevan a algunos de ellos a una barbarie asesina”. Usualmente, no hablo con spoilers, pero aquí sí que lo amerita. Irreversible, su corte original, inicia con una suerte de prólogo desagradable: un hombre confiesa que ha intimado con su hija. Dicha secuencia —que no tiene que ver con la historia principal de Irreversible— funciona como una mini secuela de Seul contre tous (1998), ópera prima de Noé. Ahora comento al respecto. Lo que sigue es la secuencia rabiosa de la discoteca. El cráneo de un hombre explota ante la fuerza de un extintor. En veinte minutos y algo más, la película ya califica como un cine de explotación. No hay una claridad de los hechos, pero lo único en concreto es que hay una fascinación por la violencia en más de un sentido.

No tenemos idea por qué el personaje de Vincent Cassel busca a un tal “El Tenia”. Lo seguro que es cuando lo vea lo va a matar. Y está su amigo o acompañante o lo que sea, interpretado por Albert Dupontel, el que intenta apaciguar a Cassel, le dice que está cometiendo una locura, que se calme; en tanto, nosotros no entendemos nada. Pero lo curioso es que después todo se invierte. Pensábamos que Cassel terminaría matando a alguien, pero más bien termina humillado por un grupo de homosexuales, y luego viene Dupontel y hace lo que se supone debía hacer Cassel, matar a alguien, y uno se pregunta: ¿Cómo sucedió eso? ¿Inició siendo la “voz de la conciencia” y terminó siendo el loco del extintor? Noé desde un principio nos plantea cómo el ser humano parece tener una semilla de la maldad y la locura implantada. Es cosa que aparezca el estímulo o surja la circunstancia para que emerja. Esta es una película en donde vemos cómo esa reacción se repite. Incluso ya se insinúa en esa secuencia del padre confesando su pecado, anexo que no tiene nada que ver con la historia, pero algo del sentido de esa confesión se remite en Irreversible. Como dije, esa parte funcionaría como una precuela de Seul contre tous al rescatar al protagonista de esa historia sobre un padre abnegado y sobreprotector que ama a su hija en un sentido filial, pero que en algún momento se enciende en él “ese” estímulo. ¡Pum! Lo ve y ya está hecho. Y con ello se asoma esa maldad, la tentación del incesto. He ahí el vínculo con Irreversible. En ambas películas, tenemos a personajes cayendo en la tentación de la violencia, y en la mayoría de los casos no son tentados o persuadidos. Eso es importantísimo. A veces esa sed de violencia no es fruto de la provocación, sino nace casi de manera natural. Es como si lo profano fuera congénito al ser humano.

Entonces, volviendo al apunte de Noé sobre su Straight Cut, decía: “…saca a relucir la psicología de los personajes y los mecanismos que llevan a algunos de ellos a una barbarie asesina…”. Prácticamente en la nueva edición, en donde se respeta el orden del tiempo, se nos invita a “comprender” las acciones de las personas. En otras palabras, seguimos la secuencia de su lógica moral. Por eso fue necesario describir al detalle mi percepción —y, posiblemente, la de muchos— de toda esa secuencia de la discoteca, momento en que no se entiende de dónde sale tanto enojo; o sea, no hay justificación moral. En efecto, pasa porque no conocemos a los personajes, capaz los prejuzgamos, y es que nuestra moral nos dice que antes debe de haber una razón esencial para que un hombre muera y sobre todo a manos de alguien que aparentaba ser un pacifista o un miedoso —¿ya ven cómo saltan los prejuicios?—. Esta perspectiva o evaluación de las acciones, obviamente, cambia si vemos la película en el orden cronológico. En ese caso, sabes el rol que cumple Dupontel, los sentimientos que tiene hacia su expareja, interpretado por Mónica Bellucci, personaje que ha sido violada por “El Tenia”. Dicho esto, no resulta del todo demencial que Dupontel haya hecho lo que hizo al principio de la original Irreversible, que sería lo mismo decir al final del Straight Cut. Es una situación en que la adrenalina lo abrumó. Ese estado hormonal que, según Noé, nace de situaciones que se te quedan tatuadas en la memoria. Y es que nos es más fácil recordar los momentos de alta tensión o traumáticos que los momentos en que no sentimos la adrenalina. Estoy de acuerdo con ello. Tal vez por eso Noé hace el cine que hace, y tal vez por eso, a pesar de que no soy fan de su cine, recuerdo detalles de cada una de sus películas.

Pero, claro, y como mencionaba más arriba, pueda que me contradiga al confirmar la idea de Noé, tomando en cuenta que “borré por completo” esa secuencia del extintor, siendo una escena ultraviolenta; en tanto, la escena de la violación sí la recuerdo. Quiero suponer que soy más frágil a ciertos recuerdos o violencias. Le hecho la culpa a mi fascinación por el gore y, obviamente, al tiempo. Dice el padre de Seul contre tous al inicio de la versión original de Irreversible: “El tiempo lo destruye todo”. Dada mi condición de memoria frágil, lo primero que se me viene a la mente al escuchar esa frase es la fragilidad de la memoria. El tiempo destruye la memoria, que lo es todo. Lo cierto es que eso no tiene sentido con el caso del padre. Entonces luego dice otra cosa: “Pienso en eso todo el tiempo”. Se refiere a su delito incestuoso. Lo dice con congoja, mezcla de dolor, pero con un brote de nostalgia —Noé es un director que pone en la frontera moral a sus personajes—. En ese caso, la interpretación de su frase es el revés de mi interpretación. El tiempo no destruye a la memoria, sino todo lo contrario, la preserva y, eso, en un sentido pesimista o trágico, es una condena. Tenemos a un hombre abrazando al tiempo, el cual lo destruye anímicamente porque recuerda eso que le estremece. La memoria, sus reminiscencias, ese salto al pasado es su cárcel. “El tiempo lo destruye todo”. Y esa idea va a quedar flotando a medida que vayamos viendo esa película contada al revés, una versión en donde el tiempo es transgredido, porque el tiempo figura aquí como violento o agresivo.

En el Irreversible original, el tiempo (en retroceso) nos descubre una memoria o pasado terrible: la violación a una mujer. Esos saltos al pasado son graficados como una edición en barrido que aturde. Vueltas y vueltas da la cámara como emulando esos testimonios ficticios de personas viajando al tiempo, pasando por un remolino que les provocaba náuseas, vómitos y al final terminaban siendo escupidos al pasado. El viajar al pasado es una experiencia desagradable, y Noé parece ser consciente de ello. A medida que escribo esto, ahora entiendo por qué denominaba trágica a su corte original. El Straight Cut, en tanto, no tiene esos tránsitos atropellados cuando salta el tiempo adelante. Es apenas un giro en barrido, nada más que una particular elipsis. Es un trayecto limpio. Cuando el tiempo marcha en la dirección normal, las cosas, los acontecimientos parecen normales, no se percibe el caos, o al menos no de manera palpable. Sucede que en la nueva versión, que, definitivamente, es un drama, en el principio de la historia también hay detalles que definen lo caótico, aunque en muy menor grado en relación con la versión original. En el Straight Cut, Cassel se percibe como un tipo desagradable. A propósito de su relación con el personaje de Mónica Bellucci —quien por entonces era su pareja en la vida real—, parece que estamos ante una versión de “La Bella y la Bestia”. También está el perfil casi masoquista del personaje de Dupontel. Esta urgencia de hablar con su expareja, el personaje de Bellucci, sobre sus fracasos en el terreno sexual, según él, para “aprender”, es, por un lado, un acto de humillarse y, por otro, un coqueteo pérfido y vulgar ante la presencia de Cassell, su amigo y actual pareja de su ex. Es un menage a trois un tanto incómodo.

Esas percepciones pasan por alto en el corte original. En efecto, estamos tratando con los mismos personajes y sus mismas personalidades. Muy a pesar, el orden cómo se dieron o narran las cosas en la versión al revés nos disuaden tal vez a no prestar atención a esos detalles. ¿A quién se le ocurriría meditar sobre la personalidad pasivo-agresiva de Cassell luego de que hemos visto una agresión sexual por un lapso de diez minutos? Es el afecto de un trauma. Una violación es una experiencia que minimiza el machismo de Cassell. Por su parte, en el Straight Cut, sí que llama nuestra atención el comportamiento hosco de Cassell porque nada trágico todavía ha pasado, sino algo dramático. El personaje de Bellucci está embaraza. Ese se podría decir que es el primer golpe que recibimos del Straight Cut, porque ya nos dimos cuenta lo inmaduro que es el padre, Cassell. Se asume además el embarazo como un giro irónico y cruel, impresión que siempre impone Noé en sus películas. Lo curioso es que esta incomodidad también se sufre en la versión original, solo que el sentimiento es más punzante. Aún el espectador en shock, se entera de que la víctima sexual esperaba un hijo. Destino cruel. ¡Tragedia! ¿Si hay diferencia entre una versión y otra además del modo en cómo se narra? Definitivamente. La experiencia es otra. Es lógico, pero no deja de resultarme estimulante cómo una misma secuencia pueda perturbarte de distinta manera por el solo hecho de que te la contaron de una manera distinta.

“Parece que el futuro ya está decidido”; dice el personaje de Bellucci cuando comparte a su antiguo amante y al nuevo una lección que aprendió de un libro. Dice además que los sueños premonitorios dan constancia de esa idea. Es otro momento en que se genera una emoción distinta dependiendo la versión que se vea. Ahora, particularmente, en el corte original resulta más significativa esa frase. Esto es lo que ha sucedido en dicha versión: hemos visto el futuro y después el pasado. El futuro ya está decidido o escrito. Resulta extraño cómo la anticipación o vaticinio de las cosas podría aclarar —no distorsionar— nuestro panorama: este mundo está regido por la anarquía. Un padre que ultraja a su hija, un tipo tranquilo que se convierte en asesino, el tiempo que está al revés. Todo está de cabeza. El Irreversible original es ruin porque nos dice que el futuro es un caos. Es un viaje a la semilla que hace desear que ese embrión nunca debió ser concebido en un mundo falsamente celestial como se representa en la escena final de Bellucci leyendo de seguro ese ensayo sobre las premoniciones o el futuro escrito que nos recuerda ese final trágico que nos aguarda a todos, pero que no suficiente con ello tenemos que sufrir o ver sufrir a otros en el trayecto hacia la muerte. Claro que eso no hace menos ruin a la historia narrada de una manera ordenada, sin confusión, que justifica los impulsos dramáticos de sus personajes. De hecho, el principio iracundo de la versión original de la película de Gaspar Noé es el final inconcebible, frustrante e infame del Straight Cut. Me pregunto: ¿cuántos espectadores que vieron el Irreversible original creyeron que al principio el violador era castigado? Yo pensé eso, o eso me dijo mi frágil memoria o capaz fue mi impulso de venganza que clamaba castigo. Lo dice la misma película: “La venganza es un derecho de los hombres”.

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