Un
año de cambios. He descuidado, y no abandonado, el blog. En su lugar, fui
persuadido por la red social en boga, al menos en el escenario latinoamericano:
Tiktok. Invito a quienes aún se resisten por esta plataforma. Creo que la
crítica de cine, entre videos de gente bailando o doblando sus voces con
efectos de la IA, puede encontrar un espacio en este escenario para poder
ampliar sus modos de comunicación y, en efecto, llegar a más público. El mundo
sería menos defectuoso si se comienza a concientizar la educación del cine, la
que implica erradicar este conformismo de recomendar “una película que me
explotó la cabeza”. Así como en ciudad Gótica, Batman reconoce al Joker, la
crítica de cine reconoce a los influencers como sus…vamos a decir…sus
antagonistas. Mientras que la crítica de cine trabaja en interpretar la imagen,
los influencers trabajan para sumar público y canjes. No contemplo algo malo en
alimentar el ego (sanamente) y buscar un financiamiento a partir de algo. El
problema surge para cuando ese oficio se apropia de un rol, por ejemplo, el de
crítico o crítica de cine. Se autonombra como tal sin conocimiento previo y
claro de la materia. Más allá de una pugna de créditos, como crítico de cine me
preocupa que el público tenga una idea distorsionada del significado del cine.
Está aprendiendo a ver sin observar. Consume, pero no digiere o procesa. Es
como llenar un bote de basura así sin más. No hay lugar al reciclaje o
conciencia de que esa materia sirve.
Los
reels que produzco por Tiktok se embarcan en lo que se hace en el blog:
analizar una película con base y sentido. Ese material está migrando para
Instagram y YouTube. Lo producido se convierte en un material reusable y
ajustable para esas otras redes sociales. Me importa el alcance de esta
educación. Ahora, el blog (espero) siempre existirá. Me organizaré en el 2024.
Para mí, el Tiktok es como un nuevo juguete. Pronto encontraré la forma de
jugar con este sin privarme de mis otros juguetes: la escritura y el
videoensayo. Eso implica también encontrar mi lenguaje. A medida que produzco
para Tiktok, estoy cuestionando mi forma de comunicarme sin faltar a mi
motivación. Voy, sin embargo, rumbo a buen puerto. Así como todo academicismo,
la crítica de cine, sea oral o virtual, debe de ajustarse a una estructura y un
método. El no reconocer esos puntos pone en riesgo la deformación del sentido.
Entonces, síganme a esas redes sociales mencionadas. Aquí también siempre habrá
contenido.
La
lista. Me parece curioso que a diferencia de otros años en esta ocasión fueron
varios estrenos comerciales los que quedaron en mi lista final. Eso me hace
pensar que tal vez no he visto lo necesario fuera del circuito comercial y de
paso me hace extrañar la modalidad híbrida dejada de lado por varios
festivales. Respecto a la lista de las películas vistas por primera vez, en
este año no he tenido tanta riña en elegir a mis 20 finalistas. Hubo veces en
que estuve tentado a aumentar a 25 o 30 películas; no sucedió eso este año.
Capaz estoy siendo menos discreto al momento de seleccionar qué “nueva”
película ver a diario. No quiero dejar de mencionar y repetir que es importante
para la crítica de cine estar abierto a lo que está a la mano, al menos de cuando
en cuando. El cine no tiene por qué reducirse a lo cinematográficamente
apreciable, sino también verlo como fuente humanística. Hace unos días vi The
Courageous Heart of Irena Sendler (2009), historia sobre una enfermera que
considero como la “Oskar Schindler de los niños”. Un caso menos extraordinario
es el de la madre de familia en The Prize Winner of Defiance Ohio
(2005), caso real de una madre típica estadounidense en la década del 50,
temporada de represión y abnegación para muchas amas de casa. Son películas que
cualquiera podría pasar por alto, pero que disponen una información valiosa.
Sin más, les deseo que este año descubran más cine y tumben más prejuicios
fílmicos. Estas son mis listas de mis favoritas del año 2023, ordenadas según
las fui viendo.
La memoria infinita (Maite Alberdi, 2023)
Das Lehrerzimmer aka The Teachers’Lounge (Ilker Catak, 2023)
The Quiet Girl (Colm Bairéad, 2022)
Women Talking (Sarah Polley, 2022)
Infinity Pool (Brandon Cronenberg, 2023): Cronenberg Jr. es digno heredero al trono de la fílmica sobre la trasgresión contra el cuerpo como pauta de la distorsión de la mente humana. Ha dejado de lado esa argumentación hermética. En su lugar, opta por lo convencional, aunque orientado por una alegoría bien ejecutada. Lucha de clases, relación amo y esclavo, la clonación como “pasatiempo” al nivel de una droga. Aquí el goce es fruto de la perversión masoquista, la fascinación ante la simulación de la muerte del propio cuerpo. Es un castigo totalmente consentido, pero que salta todas esas notas de pie o lista de condiciones (existenciales) que me recuerdan al protocolo de suscripción de cualquier red social.
Oppenheimer (Christopher Nolan, 2023)
Barbie (Greta Gerwig, 2023): Esta es una historia muy triste, casi trágica. No hay nada más trágico que vivir. No sé si Pinocho fue consciente de ello y creo que Barbie tampoco lo es. El deseo de ser carne y hueso implica ser expuesto a los efectos de una realidad que contiene muchos conflictos y prejuicios. Pero a eso se suma algo más orgánico. Es a propósito de su “salida de la caverna” (casi de de manera natural) que el cuerpo de Barbie no responderá a esos roles que se le impone. Es la chica de plástico que luego de pensar más allá de su jurisdicción ya no será lo mismo. Su cuerpo lo anuncia. Ya no hay vuelta atrás. Un signo de humanización es la curiosidad y esa negación al conformismo. ¿Puede haber algo mejor que este mundo monótono? Rosa y bonito, pero, a fin de cuentas, predecible.
Talk To Me (Danny Philippou y Michael Philippou, 2022): Cuántas películas sobre posesiones demoniacas existen hoy en día. Esta marca la diferencia dado que convierte la experiencia en algo adictivo. Tantas historias nos cuentan a chicos divirtiéndose con la ouija, pero la diversión dura poco. Acá más bien vemos cómo el disfrute se alarga, provoca catarsis en el huésped, genera deseo de más y su mecanismo tiene la ventaja de que puedes anular tu “suscripción” para después volver por más. ¿Se han dado cuenta que la posesión aquí es aleatoria? Es como el Tiktok o la caja de chocolate de Forrest Gump, “Nunca sabes lo que te va a tocar”. Ahora, en un segundo plano, está una historia dramática. ¿Dónde queda esa empatía por las almas o los mismos vivos que buscan expurgar su dolor ante la muerte? Pero, claro, se olvidan de eso. Esquivan el razonamiento ético. Deciden más bien emitir su performance en vivo.
Monstruo (Hirokazu Koreeda, 2023)
20 vistos por primera vez
Un monde (Laura Wandel, 2021): Miren este escenario de escuela como el microcosmos de una sociedad, la que incluye más prejuicios que valores.
The Lickerish Quartet (Radley Metzger, 1970): Una joya del cine erótico que juega con la objetividad de los hechos.
Riding in Cars with Boys (Penny Marshall, 2001): Una comedia de “apariencia” convencional con momentos honestidad brutal.
They Died With Their Boots On (Raoul Walsh, 1941): He aquí una clase maestra de la construcción de un modelo de nación, a propósito de un héroe bélico.
Il Gattopardo (Luchino Visconti, 1963): La postergación de un monarca es síntoma de un cambio histórico. Es la agonía de la Europa tradicional.
Pelle el conquistador (Bille August, 1987): El tópico de la migración brutalmente desromantizada. Un final abierto que agrio.
Heat (Michael Mann, 1995): Héroe y villano se encuentran. Dos personalidades complejas y ambiguas se comprenden.
In Cold Blood (Richard Brooks, 1967): Crudo retrato de los efectos de la posguerra y una depresión económica y social no superada.
Dangerous Liaisons (Stephen Frears, 1988): Vil y desvergonzado juego de relaciones y deseos. Estupenda dupla.
Sarraounia (Med Hondo, 1986): El colonizador se enfrenta a la incompresible mentalidad mística de una nación.
Julio comienza en Julio (Silvio Caiozzi, 1978): La aristocracia añeja (casi buñueliana) trascendiendo y pervirtiendo a los menores.
Baby Doll (Elia Kazan, 1956): Una escena erótica oral y con las prendas puestas. Otra escena humillante y castrante.
An Unmarried Woman (Paul Mazursky, 1978): Indicios de una revolución contra la tradición de la abnegación femenina en las relaciones.
The Age of Innocence (Martin Scorsese, 1993): ¿Será acaso la mejor película que haya realizado Martin Scorsese?
Gregory’s Girl (Bill Forsyth, 1980): Humor sarcástico británico modesto, pero con mucha clase.
State Buoni…Se potete (Luigi Magni, 1984): ¿Será acaso la mejor película realizada sobre un santo?
Farewell My Concubine (Chen Kaige, 1993): La política del arte cediendo a los efectos y condicionamientos de la China de Mao.
Sweet Smell of Success (Alexander Mackendrick, 1957): Drácula y Reinfield extorsionando en la industria del espectáculo en Manhattan.
Sergeant Rutledge (John Ford, 1960): El maestro en su película de estructura argumental menos tradicional, pero de contenido siempre tradicional.
The Appointment (Lindsey C. Vickers, 1982): Enigmático, sugerente y tremendamente inquietante. Joya del terror británico.
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