miércoles, 21 de mayo de 2025

Cannes 2025: Dandelion's Odyssey (Semaine de la Critique)

Luego de sobrevivir a una catástrofe, cuatro hermanitos iniciarán un viaje sin rumbo en busca de un nuevo hábitat. Esta película trae spoiler si nos ponemos a pensar en las varias de las producciones estadounidenses destinadas para el público familiar que acontecieron entre la década de los 80 y los 90. Desde The Land Before Time (1988) hasta Homeward Bound: The Incredible Journey (1993) han sido diversas películas que han retratado historias de personajes obligados a emprender una arriesgada aventura consecuencia de un giro trágico. Es como una road movie solo que a pie. Al igual que dicho género, aquí también los personajes aprenden en el camino fruto de los retos que vayan experimentando o las riñas pasajeras que tienen entre ellos dado que cada uno tiene una personalidad distinta a los otros. Eso es más o menos lo que se representará en la ópera prima de la japonesa Momoko Seto. Con ello y todo, Planetes (2025) es una película atractiva y hasta original. Desde los primeros minutos, sabemos que estamos ante algo alucinante. Lo dicho anterior es algo que se percibe para cuando ya estás familiarizado con la historia. Sin embargo, su principio parece decirnos que estamos ante un documental animado que nos acerca a la naturaleza de manera que nos obliga a maravillarnos con lo que supuestamente nos debería resultar cotidiano.

Hecha la presentación, aparecerán los hermanitos de esta historia: cuatro filamentos de un diente de león. ¿A quién se le hubiera ocurrido? Planetes no solo se da la libertad de “humanizar” a estas semillas volantes —específicamente uno tiene una curiosa personalidad—, sino que además se impone el reto de no generar diálogo. Vuelvo a lo documental. Pienso en las películas de Ron Fricke y Godfrey Reggio, ambos directores que se olvidan de ponerle voces, contexto o historia a sus documentales para que lo visual y auditivo —siempre de la mano del espectacular montaje— sean únicos motores que logren enganchar al espectador a lo largo de sus “enmudecidos” relatos. Claro, la película de Momoko Seto no tendrá la banda sonora a nivel de un Philip Glass, pero eso no la hace menos estimulante y experimental. Planetes es un primerísimo plano a la vida microscópica. Es el momento del mundo vegetal y el de los insectos. Es como Honey, I Shrunk the Kids (1989) tras beber un trago de alucinógenos. Esta alucinación incluirá una serie de sonidos que por momentos estremecerán los sentidos. Es la realidad fílmica que imaginaron varios cineastas experimentales como Jean Cocteau o Stan Brakhage. Pero sería injusto relegar su trama. A propósito, es curioso —y hasta casi perverso— que, a diferencia de sus referentes de aventuras, aquí no sufrimos tanto con la dramática migración de los hermanitos. En su lugar, disfrutamos y recordamos lo maravilloso y complejo que es el tránsito de la vida.

martes, 20 de mayo de 2025

Cannes 2025: Wild Foxes (Quinzaine des cineastes)

La exigencia anímica de la competencia deportiva pone contra la pared a Camille (Samuel Kircher) justo cuando se encuentra en su momento más vulnerable. La Danse des Renards (2025) relata la historia de una joven promesa del boxeo flaqueando ante su equipo. Todos comienzan a cuestionar su resistencia física, así como su compromiso para con el grupo. La presión asediará al protagonista y entonces las cosas comenzarán a salirse de control. El director Valery Carnoy nos expone un drama orientado por un conflicto interno, un dolor que es imperceptible para cualquiera, salvo para quien lo experimenta. Su idea es imaginarse la posibilidad de que sea un adolescente quien cargue con ese peso. Una persona que, ciertamente, no tiene la madurez o la fortaleza emocional para evacuar eso que le resulta incontrolable. Pero hay más presiones. Estamos tratando también con alguien que se dedica al boxeo, lo que implica una escena que demanda resistencia en toda su amplitud, saber lidiar con los roles masculinos y los impulsos volátiles de sus compañeros. Todo eso no resultaría intimidante de no ser porque Camille se encuentra transitando un postrauma.

Luego de mostrarnos las buenas aptitudes del protagonista para con el deporte en cuestión, vemos a este mismo joven sobreviviendo de milagro a la muerte. La Danse des Renards plantea de esa forma un antes y un después. Existe un Camille antes del accidente y otro muy distinto luego de ese. Ahora, es importante también concientizar sobre cómo el “otro” Camille creará un desorden dentro de su círculo de boxeo, y no solo para con sus compañeros de entrenamiento, sino para otros personajes que interactúan con él. A propósito de ese accidente/milagro, se provoca una reacción en cadena. Surge así la pregunta: ¿es acaso Camille culpable de las consecuencias? El juzgarlo implicaría juzgar su mala fortuna, aquella de la cual nadie está libre. Le pudo haber pasado a cualquier otro miembro del equipo, pero sucedió con la promesa. Valery Carnoy, sin embargo, no tiene en mente hacer que sus personajes se vayan enderezando en su camino fruto del aprendizaje o estado de conciencia. Aquí las cosas parecen ir cayendo por su propio peso. Por ejemplo, el tratamiento psicológico, tan mencionado en la película, nunca acontece. La Danse des Renards me suena más como una alarma. Esto es lo que pasa cuando el postrauma no se orienta y más aún tratándose de un adolescente y todavía en un espacio enérgico e impulsivo. Es como un zorro huyendo de una cacería.

lunes, 19 de mayo de 2025

Cannes 2025: Kika (Semaine de la Critique)

Lo atractivo de Kika (2025) resulta de la retrospectiva. A principio, una película que parece hacer guiño al drama social que luego transita por el drama personal, el melodrama, pasan cosas para después evocar a un escenario exótico, totalmente ajeno a lo que se nos presentó o nos imaginamos, pero que, curiosamente, dialogará con coherencia con lo que ha venido conteniendo su protagonista. Kika (Manon Clavel) es una madre de familia que labora para una oficina pública. Su vida da un vuelco para cuando conoce por accidente a un hombre. Es una hermosa anécdota que su directora Alexe Poukine decide no elaborar a profundidad. De hecho, la primera parte de su ópera prima de ficción es una serie de episodios. Elipsis tras elipsis. Es un ritmo dinámico que hasta cierto punto se detiene. Podríamos tomar todo ese seguimiento intensivo como la introducción a lo que será la nueva rutina de su protagonista, la que implica su nueva versión, nuevos retos, el sobrevivir el día a día y un drama que cala en lo más profundo de su ser. Estamos ante un trayecto que me recuerda al retrato de un drama social europeo promedio. El espectador irá empatizando con un personaje a propósito de su ritmo de vida intenso, aflorando en el camino las contradicciones de la sociedad moderna.

Entonces veremos a Kika asediada por su infortunio, en tanto, ella inventando la forma, primero, cómo escapar, después, cómo resolver. A partir de aquí se va descubriendo ese lado contradictorio o ambiguo de la protagonista, quien presa del miedo se deja orientar por el instinto y la improvisación. El carácter de lo ambiguo se revitaliza para cuando comience a reconocer ese nuevo nicho que bien podría ayudarla a superar su situación. Aquí vale mucho la pena no spoilear ese escenario. La mujer, presa del miedo ante la derrota y la represión emocional, verá en un oficio extravagante un medio para sacar a flote su vida. El hecho es que fruto de ello comenzará a ser víctima de una serie de experiencias, aquellas que chocan con su moral tradicional y conservadora. Ahora, eso no significa que Kika sea una adepta a un discurso cucufato o mucho menos religioso. Sucede que la mujer se le ocurre asistir a una comunidad muy poco tradicional efecto de su desesperación. Esto implicará que una y otra vez su modo de pensar se estremezca. En ante dicho vaivén que Kika resulta estimulante y revelador. Uno no hubiera pensado que la película llegaría a “ese lugar”. Pero lo importante de esto, dramáticamente, es que Alexe Poukine no invoca esa extravagancia con el fin de explotarlo, sino aprovecharlo para crear beneficios a su protagonista en distintos niveles. Esta es una película sobre alguien en dirección a su sanación.

Cannes 2025: Ciudad sin sueño (Semaine de la Critique)

Descrito como el mayor asentamiento ilegal en Europa, la Cañada Real, ubicada a la periferia de Madrid, es una franja de 14 kilómetros aproximadamente que, actualmente, por orden del ayuntamiento, está en proceso de desalojo. Dada la precariedad de varias de sus zonas, dentro de las cuales se ha encontrado evidencia de nidos para la producción y venta de droga, es que muchas de las familias se han visto obligadas o bien a migrar a otras zonas mediante sus propios recursos o a aceptar las condiciones del Estado para ser reubicados en edificios localizados en distintos municipios madrileños. Ahora, a esto se suma la gente que se resiste a moverse del lugar que ha sido su casa por años. Y aquí no solamente se trata de predios mal levantados, que son varios. Si bien es cierto que a lo largo de este asentamiento existen las malas condiciones humanas, están también las familias que han sabido administrar su terreno, vivir con decencia y —hasta cuando se pudo— cumplir con los pagos al ayuntamiento. Muy a pesar, las normas públicas son iguales para todos. Es en ese escenario que acontece la ópera prima del director Guillermo Galoe.

Ciudad sin sueño (2025) cuenta la historia de Toni (Antonio Fernández Gabarre), hijo de una familia de chatarreros, quien será testigo de los cambios, dramas y también ilusiones que se van manifestando en los alrededores de la Cañada Real, lugar que siempre fue su hogar, pero que ahora está en riesgo de abandonar. El adolescente de esta historia, si bien se esfuerza por expresar una personalidad dura y precoz, poco a poco va reluciendo un lado sensible consecuencia del “soltar”. Esa es una palabra clave en esta película de tratamiento realista, casi documental. Lo que observamos es prácticamente lo que se podía contemplar en el neorrealismo italiano. Lo cierto también es que eso no significa que dramáticamente lo sea. Acá los personajes de hecho tienen una salida que bien podría garantizarles un final próspero. El hecho es que surge la interrogante: ¿es de esa forma cómo se siembra la prosperidad? Los abuelos de Toni no quieren irse del lugar que construyeron. En tanto, los padres de Toni ya no resisten los cortes de luz y demás limitaciones de servicios que el ayuntamiento ha ido provocando como medida para acelerar el plan de desalojo.
Esta es una película que bien podría interpretarse como una clara alternativa para ponerle fin a los días de la Cañada Real, sin embargo, no dejo de prestar atención a los detalles que parecen hacer justicia por aquellos que se han ganado el derecho de vivir en donde han decidido vivir y no donde el ayuntamiento quiere. Adicionalmente, es cierto que aquí no es muy visible la gruesa estrategia del Estado, la que ha venido vulnerando de forma sistemática los derechos de los habitantes que son víctimas de restricciones públicas, el impacto de los psicosociales, así como los casos de derrumbes de predios de forma arbitraria. Pueda que mucho de ello esté sedado dada la posición desde dónde nos hace mirar Guillermo Galoe. Ciertamente, Toni no atiende a muchos puntos ciegos de esta situación. Ciudad sin sueño en vista general trata sobre el aprendizaje de un muchacho reconociendo la partida o el dejar partir como fin para un mejor futuro. De pronto, los mitos o los filtros de un celular le otorgan vida o color al escenario dramático descubriendo un lado triste, aunque oportuno para quienes lo experimenten.

sábado, 17 de mayo de 2025

Cannes 2025: I Only Rest In The Storm (Un Certain Regard)

Un carácter beligerante resuena a lo largo de la nueva película del director Pedro Pinho. Sergio (Sergio Coragem) es un portugués que es convocado para desarrollar un plan ambiental que pudiera poner en marcha la construcción de una carretera que conecte una zona desértica con una zona selvática en un país africano. Es mediante esa premisa que O Riso e a Faca (2025) devela un choque ideológico a propósito de la interacción entre un bando neocolonialista y otro colonizado. Ahora, ese versus no manifiesta un lado bueno y otro malo. De hecho, cada uno aquí colabora con la preservación de la discordia, todos, excepto Sergio, el recién llegado, quien como nuevo en el vecindario y en calidad de inspector ambiental observará desde una postura pasiva y abogando por el respeto hacia lo ajeno. Lo del “respeto a lo ajeno” aquí es muy amplio. Es en razón a ello que Pinho se toma el tiempo necesario para desarrollar la postura de su personaje, la cual resulta un desafío mantener en dicho perímetro en donde lo hostil se refleja a través de la naturaleza como de la propia gente, sean autóctonos o foráneos. Así iremos reconociendo una variedad de retos para la tarea de Sergio y, por tanto, para la fundación de un consenso colectivo que pudiera unir algo mucho más que una carretera.

En primer lugar, O Riso e a Faca define las políticas sociales de una ONG sostenido por métodos improvisados. Asimismo, hace un acercamiento a las brechas sociales existentes en una comunidad incendiada por los clamores colonialistas. Por último, se evidencia una mirada etnográfica al recopilarse una serie de tradiciones africanas, algunas en estado de agonía. Cada escenario es reconocido como un muro que impide la integración o comunión que, por ejemplo, Sergio precisa reconocer para que su presencia tenga sentido. Él es quien en teoría a partir de sus conocimientos ambientales sería el que pondría la primera piedra para iniciar con la construcción de una autopista que conectará dos escenarios totalmente distintos desierto y selva; muy a pesar, va siendo testigo de qué tan difícil es percibir un “buen ambiente” en ese lado de África. ¿Cómo hacer un plan ambiental en un sitio minado por las conveniencias y los resentimientos? El hecho también es que estamos ante un protagonista obstinado, una especie de detective necio por descubrir algún ala que pudiera darle señas de que ese lugar está listo para esa conexión vial que simbolizaría el progreso. Obviamente, la autopista en sí misma es puramente simbólica, así como el compromiso ambiental de Sergio.
O Riso e a Faca es una película que en el transcurso nos adelanta el destino de esa autopista. ¿Cómo traer el desarrollo en un ambiente en condición volátil y que insiste con mantenerse así? ¿Se puede forzar eso? El portugués busca, y cuando cree haber encontrado el lugar ideal, bien acondicionado, listo para el “cambio”, termina recibiendo algún desaire, cuestionamiento o algo que lo persuada a mejor buscar por otro lado. Claro, no me refiero necesariamente aquí a una búsqueda relacionada a la misión laboral de Sergio. A propósito, es curioso que son muy pocos los momentos en donde vemos trabajar a este protagonista. Lo que vemos más bien es su ritual de turista, inmerso en un estado de exploración abierta, desde cultural hasta sexual. Irónicamente, en cierta perspectiva, toda esa experiencia resulta ser material importante para su cometido oficial. A esa rutina significativa se incluye a Sergio inspeccionando los últimos pasos de su predecesor, alguien que desapareció misteriosamente. Eso no significa que O Riso e a Faca llegue al thriller. Ya lo dije, el tipo es un detective, pero acá no hay mucho de misterio. De hecho, hay mucho descaro. Pedro Pinho nos muestra un escenario casi irreconciliable. Muy a pesar, el director no se atreve a exterminar el idealismo de su protagonista. Dentro de todo, hay algo de optimismo brutal en esta película.

Cannes 2025: A Useful Ghost (Semaine de la Critique)

De la filmografía de Apichatpong Weerasethakul es que la cinefilia concientizó dos palabras claves que nos referían al cine tailandés: los fantasmas y la memoria. Estos dos conceptos están tan vinculados al punto que parecen ser sinónimos, ello desde el entendimiento de los relatos de Weerasethakul, en donde lo real y lo onírico comparten y se equilibran en una realidad misma. Estos conceptos y argumentos se replican en Phi Chidi Kha (2025), una muy atractiva ópera prima que debería ser motivo suficiente para seguir lo próximo que realice su director. Ratchapoom Boonbunchachoke nos cuenta una historia en donde existe la posibilidad de que los aparatos industriales puedan ser poseídos por espíritus que no descansan en paz. El imaginarnos esa premisa ya de por sí delata una discursiva cómicamente absurda. Y sí que lo es. Para cuando comiencen a suceder cosas raras, esta película parece encaminarse a una comedia que inquietaría a los gustos de John Waters. Es hilarante ver cómo es que los vivos comienzan a reaccionar y luego interactuar con estas manifestaciones paranormales. Pero no olvidemos las reglas a las que Weerasethakul nos acostumbró: los fantasmas en Tailandia son tan comunes como los problemas sociales. Y es a propósito de eso que se manifiesta otras clases de “fantasmas”.

Phi Chidi Kha si bien es excéntricamente jocosa tiene mucho por ofrecer como drama social. Decíamos que esta es una realidad en donde un fantasma puede poseer una aspiradora. ¿Por qué hacerlo? Boonbunchachoke empatiza con los fallecidos por negligencias o violencias en un escenario definido como desigual. Son esa clase de fantasmas los que están en la realidad todavía merodeando y reniegan a través de algún dispositivo a fin de boicotear la rutina de los vivos. Este acto es muy simbólico tomando en cuenta un discurso que surge una y otra vez. Estamos en un contexto tailandés que construye un nuevo futuro. “No se puede hablar de progreso sin polvo”, dice un burócrata para cuando responde ante las denuncias de una extrema contaminación atmosférica. Ante dicho cinismo público, los fantasmas decidirán interrumpir eso que representa o frena el supuesto progreso, el mismo que de hecho los llevó a la tumba. Empalmando con el cine de Weerasethakul, en Cemetery of Splendour (2015), el director se imaginaba una epidemia del sueño provocada por almas resentidas que decidían robar la energía de los que intentaban invadir un territorio sagrado mediante el uso de máquinas excavadoras modernas. Es así como vamos entendiendo que lo fantástico no es un mero capricho para crear risas involuntarias, sino una alegoría de la disconformidad.
Ahora, Boonbunchachoke tiene una inclinación aún más aguerrida cuando se trata de crear una denuncia. En cierto punto de la historia, acontece un giro dramático. De pronto, la idea de fantasmas haciendo protesta ante su derecho de reparación y preservación de su memoria —algo importantísimo para la trama— se verá traicionada por una suerte de conveniencia sentimental. ¿Es acaso posible sobornar a los espíritus? Acá sí que se puede. El conflicto central de Phi Chidi Kha tiene que ver con qué tan persuasivamente perversa es la élite progresista, aquella que puede comprar a cualquier agente real como también surreal. Es así como de pronto vemos que increíblemente se va proyectando una industria de fantasmas al servicio del desarrollo industrial. Nuevamente, resulta irónicamente divertido si lo vemos de manera superficial. Sin embargo, estamos ante un panorama dramático si se toma en cuenta la idea de que “fantasmas” es sinónimo de “memoria”. Pensemos en el drama de la película animada Coco (2017): un alma deja de existir si no hay alguien que pueda recordarlo. Esto mismo pasa en la película de Ratchapoom Boonbunchachoke, lo que nos lleva a la conclusión de que existe la posibilidad de que la memoria, reciente o histórica, la que incluye, por ejemplo, el genocidio del 2010 en Tailandia, pueda ser olvidada en beneficio de un “desarrollo”.

jueves, 15 de mayo de 2025

Cannes 2025: Death Does Not Exist (Quinzaine des Cinéastes)

¿Es acaso Helene una traidora de la causa? Esa es una interrogante que solo a principio deriva a una respuesta afirmativa, la que, ciertamente, podría atormentar por el resto de su existencia a la protagonista de La mort n’existe pas (2025), miembro de un grupo de revolucionarios comprometidos con tumbar a una élite de poder. El director Félix Dufour-Laperriere nos introduce a un caso de culpa que será tratado no con un ánimo de recriminar, sino generar reflexión, algo que capaz el grupo político no logró concientizar del todo. Es así como Helene, cargada de mucho remordimiento luego de sobrevivir a un atentado crucial que bien pudo ponerle fin a su guerra política, se extraviará en un escenario en donde lo real y lo alucinatorio se confunden. Esta es una película que expone a un personaje a una experiencia alegórica con el fin de que esta misma pueda evaluar su ideología, la que incluye los impactos de esta, desde un nivel personal hasta social. La mort n’existe pas se inspira de los rituales mitológicos que nos presentaban a héroes agobiados por un extravío existencial, en tanto, su trayectoria por terrenos inhóspitos equivalía a la construcción de una sabiduría, el empoderamiento de sus fortalezas y, finalmente, el reconocimiento de su destino. Helene, luego de sobrevivir a la muerte segura, tendrá la oportunidad de pensar las cosas. La película de Félix Dufour-Laperriere es como un pase al limbo, un momento para que su heroína pueda observar y discernir sus pensamientos terrenales y así después retornar a la realidad para fundar su propio paraíso.

lunes, 28 de abril de 2025

XIII Festival de Cine Francés: Little Girl Blue

Tras el suicidio de la escritora Carole Achache, la directora Mona Achache se obsesionará con revisar los antecedentes de su madre. Para ello, convocará a Marion Cotillard a fin de delegarle la tarea de reencarnar a la fallecida. Little Girl Blue (2023) es un documental en donde la autora le traspasa su obsesión a la actriz. Lo que veremos entonces es la transformación de Cotillard a Achache y cómo en el proceso de paso se expone el registro doloroso y reprimido que cargó la desaparecida intelectual. Mona se valdrá de fotografías, grabaciones, cartas y toda la producción literaria de su madre. Ello será suficiente abastecimiento de información para que Cotillard regrese a la vida a Carole y de esta forma la hija pueda visualizar con claridad, comprender con cabeza fría, el porqué su madre llegó a tal decisión de terminar con su vida. Ahora, este documental que coquetea con la dramatización lo valoro más bien como un documental neto. Más allá de entender los monólogos como un registro ficcionalizado, lo contemplo como el registro documental de una actriz de método dándole forma a un personaje. Little Girl Blue es interesante y educativo para los actores y actrices en formación. Ver a Cotillard despojándose de su identidad hasta apropiarse completamente de alguien ajeno que en la actualidad es solo memoria, es casi como un acto milagroso que consta en etapas, ceremonias, intentos fallidos, repaso tras repaso. Es la compleja reconstrucción de un ser.

En paralelo, Little Girl Blue es un retrato sórdido de la vieja intelectualidad francesa que desboca a un mensaje de denuncia social y de género. A propósito de la indagación a la biografía de la escritora, es que se descubre una tradición del abuso sexual y mental contra los menores por parte de una intelectualidad consagrada. Este documental le da un vistazo a una temporada ambigua. Durante la década del 60 y 70, Francia transita por una nueva época dorada de autores procedentes de la filosofía, la literatura, el cine y más sendas humanistas. Vemos en ese contexto a una infanta Carole Achache extasiada con compartir tiempo con los colegas de su madre, la también escritora Monique Lange. Pero es en ese mismo escenario fanático que también nos enteramos del secuestro de su inocencia. La manipulación y la explotación de su identidad, por ejemplo, a manos de Jean Genet, reconocido artista multifacético de la época, autor de Un chant d’amour (1950), un cortometraje homoerótico de culto. He ahí la raíz de la respuesta que busca la directora Mona Achache, la misma que capaz también buscó en su momento su abuela Monique, quien escribió una novela sobre su relación con su propia madre. Aquí un detalle clave e inquietante. No solo estamos ante una tradición de mujeres víctimas de una intelectualidad corrupta y caníbal, sino que además de una tradición de mujeres asistiendo a la producción artística, sea a través de la prosa o la imagen, como medio de depuración de sus traumas y reconocimiento de su linaje e identidad propia mancillada.

XIII Festival de Cine Francés: El consentimiento

Del 1 al 11 de mayo va en Lima y provincias el Festival de Cine Francés.

El caso de abuso sexual infantil expuesto por la directora Vanessa Filho es un retrato descarnado que, curiosamente, no se sirve de la explotación gráfica. Aquí lo más perturbador deviene de una negligencia colectiva y que de hecho está en un segundo plano de la agresión en cuestión. Tan solo a principio, creemos que el mancillamiento a una niña ha sido únicamente por efecto de la verborrea de un profanador de menores y el fervor que la agraviada tuvo hacia una intelectualidad digerida como una fantasía romántica. Por un lado, un hábil y cínico escritor usando la palabra como método para atrapar y castigar a su presa. Por otro lado, el fanatismo hacia la literatura poniendo en desventaja a la joven Vanessa (Kim Higelin), quien imagina que todo lo que deviene de ese entorno es benevolente para su intelectualidad y la formación de su personalidad. Lo primero es un rasgo convencional y capaz el precedente más objetivo en casos de abusos. Lo segundo es menos notorio, pero no por eso menos frecuente. Demasiado son los hechos de menores siendo persuadidos de mano de sus aficiones, siendo varias de naturaleza inocente. Ahora, lo que interesa de El consentimiento (2023) es que decide evaluar el problema desde una perspectiva que atiende a una responsabilidad que en la última década se ha venido concientizando. ¿Hasta qué punto la comunidad puede ser parte del problema?

Vanessa es una niña con antecedentes de una familia disfuncional: un padre ausente y una madre alcohólica. Entonces, qué pasa si a esta seudofamilia la insertamos en una comunidad que toma por algo normal el degenerar a un menor de edad. Estamos hablando que Vanessa peligra, y más aún cuando se le ha enseñado a romantizar a esa comunidad de intelectuales de libre pensamiento. Obviamente, eso de la libertad es muy amplio y ambiguo, algo que la inexperiencia de la niña será incapaz de mediar y mucho menos cuestionar de ser necesario. El consentimiento es la historia de un abuso “consentido”. Definitivamente, nace un dilema moral si se la analiza de una manera arcaica. El abuso sexual, hoy en día, no se reduce únicamente al acto de poseer el cuerpo ajeno con violencia. Está también el acto violento de imponer un pensamiento adulto sobre el de un infante. Entonces, ya no solo se trata del agresor, sino también del consentimiento que nace de los testigos, desde la madre hasta el público sin ningún tipo de vínculo hacia la víctima. Vemos cómo, en cierta forma y en distintos niveles, estos “ajenos” al problema dan licencia o incitan al violador a continuar con sus fechorías. Esta es una película muy violenta dado que no hay evidencia de alguien que sea capaz de terminar con ese continuismo, y, de hecho, la elipsis de esta historia ratifica esa tragedia.

miércoles, 19 de febrero de 2025

75 Berlinale: La memoria de las mariposas (Forum)

La apropiación fílmica, el discurso de apunte ensayístico y el relato de diario se combinan en el documental de Tatiana Fuentes. La memoria de las mariposas (2025) evoca al pasado mientras interpela al presente. A propósito del hallazgo de un vestigio fotográfico, la directora se obsesiona con inspeccionar el contexto de la fiebre del caucho en la selva peruana de principios del siglo XX a medida que insinúa la postura cómplice que asumieron sus antepasados ante el infierno que por entonces vivieron miles de indígenas víctimas de la violencia depravada que desató el colonialismo europeo. Una anterior película peruana que hace un buen panorama de ese escenario es El socio de Dios (1987), de Federico García Hurtado, historia que se centra en el impacto que tuvieron las actividades del empresario Julio César Arana para la explotación de las comunidades aborígenes a manos de empresas extranjeras, lo que trajo como consecuencia intentos de insurrección. Adicionalmente, el documental brasileño Segredos do Putumayo (2021) hace también un seguimiento del caso a partir de los informes escritos por Roger Casement, diplomático británico que llegó en calidad de fiscalizador de las empresas caucheras británicas, debelándose así las atrocidades que acontecía a lo largo del Amazonas.

El documental de Fuentes revisita a los protagonistas de las películas mencionadas, pero siempre evocando a una tragedia histórica que nunca reconoció reparación alguna. De ahí el sentido o necedad de la directora por aferrarse a una interrogante: ¿Qué fue de los dos niños de una fotografía de entonces? Hurgando entre los escritos de Casement, documentos oficiales, fotografías, material audiovisual, testimonios de entonces y los de ahora, Fuentes indaga qué pasó con los menores que fueron prueba viviente de una denuncia contra un feroz esclavismo. En cierta perspectiva, un aire de ingenuidad o absurdo recae en la autora a propósito de su cruzada. Ahora, ciertamente, esa misma búsqueda no está lejos a la pesquisa que actualmente realizan miles de personas buscando a los desaparecidos por otros genocidios. La importancia de La memoria de las mariposas radica en la reflexión de no dejar pendiente a la historia, reabrir las heridas de la memoria a fin de honrar a los desaparecidos y condenar a un tipo de industria de la explotación humana. Es de paso la enmienda personal, a propósito de que los familiares de Tatiana Fuentes fueron dueños de uno de los tantos hacendados caucheros, tal vez no ejecutores de la violencia, pero sí testigos que asintieron a esos métodos por temor a perder su liquidez. Este es un documental que se dispone a rescatar y apropiarse de una historia dispersa e ignorada.

martes, 18 de febrero de 2025

75 Berlinale: El mensaje (Competition)

Lo nuevo de Iván Fund sigue la línea de lo que ha venido realizando recientemente. El director argentino nos adentra a un nuevo retrato sobre el estado de embargo auxiliado por un gesto canalizado de manera misteriosa. El mensaje (2025) nos cuenta la historia de una caravana emprendida por tres personajes. Anika (Anika Bootz) es una niña médium que tiene la capacidad de conectarse con los animales fallecidos. En tanto, sus tíos serán los encargados de aprovechar ese talento. El trío viajará por distintos lares atendiendo a familias en estado de duelo. La canalización de un mensaje como consuelo para personas sufrientes. La sola premisa pareciese ya cumplir con esa búsqueda del director. El hecho es que Fund no tiene intención de hacer un foco a los efectos de la labor de la niña hacia sus adeptos. La veremos sí haciendo lo que sabe, más Fund no se detendrá a contemplar los signos de alivio o reparación. Y no es porque no sucedan, sino que la misma historia no nos lo hace saber. Significativo que, a final de cada sesión psíquica, el siguiente paso, que supone debería ser el del cliente satisfecho, hay un corte que nos lleva a la transacción monetaria. Fund, a conciencia, banaliza el don de la niña al reafirmar una y otra vez que estamos ante una labor medida por su valor monetario y no tanto por su valor benefactor.

Es a propósito de esa idea y otras más que El mensaje va definiendo un lado ambiguo. Durante todo el trayecto de la película no dejamos de pensar que es acaso esta la empresa o fachada de una explotación infantil. La sola primera secuencia de los tutores interrumpiendo el sueño de una niña ya es alarma de un acto negligente. De igual forma, no deja de resonar la posibilidad de una estafa. El hecho de que personas se aprovechen de la ingenuidad de extraños bien podría complementarse con el perfil de los tíos beneficiándose de la menor. Ahora, todo esto resulta especulativo para cuando las señas de empatía y protección vayan emergiendo en los protagonistas. Fund nos define a un grupo de personajes que en el camino se van despojando de esos prejuicios o al menos aligeran el peso de ese juicio fruto de ciertos gestos que no tienen que ver con un giro redentor. La trama nos hace entender que lo visto no es más que la representación de una realidad que podrá tener sus vínculos mágicos o fantásticos, pero no deja de ser una historia expresada sin romanticismos y mucha resiliencia. Pertinente es aquí mencionar la coyuntura a la que Fund hace referencia. Estamos en una sociedad en estado de crisis nacional. Así como en Piedra noche (2021), el director hace una alusión a que el drama que viven sus protagonistas parece ser una secuela del estado de incertidumbre por el que transita la actual Argentina.
En cierta perspectiva, El mensaje se convierte en un drama social al atender a los efectos políticos y económicos que insertan a los personajes a situaciones que les exige sobrevivir ante la carencia. Ante ello, el compromiso del director está en hacer brillar la perdurabilidad del amor y la bondad de las víctimas, a pesar de haber invadido ligeramente el terreno de lo amoral. Es lo que sucedía, por ejemplo, en el neorrealismo italiano. Claro que la película de Iván Fund no pretende encaminarse hacia un derrotero desolador y pesimista. Este es un director muy comprometido con una sensibilidad consoladora. Tanto en Vendrán lluvias suaves (2018) como Piedra noche veremos a personas transitando por un acontecimiento extremadamente dramático, sin embargo, el conflicto será repelido por escenarios o hechos extravagantes y hasta ilógicos para el ojo público, pero curativos o sanadores para los implicados. Ahí está el don de Anika interpretado como un acto misericordioso para los asediados por la realidad. Lo ficticio o enigmático se convertirá en antídoto para depurar el dolor contra los efectos de un contexto. Asimismo, el viaje o dinámica de una road movie será la otra terapia que garantiza la unidad de una familia fracturada. Ese es el otro tratamiento tierno y menos enigmático que hace de El mensaje una película llena de humanidad y un retrato honesto y cálido de las relaciones humanas.

sábado, 15 de febrero de 2025

75 Berlinale: Hysteria (Panorama)

Es consecuencia de un descuido que esta trama desate un conflicto que irá simulando el efecto de una bola de nieve. Ahora, las adversidades que plantea el director Mehmet Akif Büyükatalay en su película no es una simple situación que pinta a la humanidad y su habilidad para entorpecer o complicar su existencia. Acá el circuito de esas complicaciones o metidas de pata está orientado por una línea de pensamientos puramente sociales. Hysteria (2025) inicia con un director de cine realizando una película que pretende mostrar su solidaridad hacia musulmanes víctimas de la discriminación de una sociedad alemana que ha quemado sus hogares. Todo bien de no ser por una secuencia en que se usa la “pieza de utilería” incorrecta. Ya a partir de ahí esta introducción sobre una propuesta filmografía ceremoniosa, sensibilizada con una catarsis dramática, se derrumba. Las buenas intenciones cruzan al banquillo de la provocación, la ofensa, la negligencia capaz consciente o simple ignorancia fruto de la falta de empatía. Es un gran debate moral el que eclosiona y la película de Akif ni si quiera lleva más de diez minutos. Es a partir de ello que se construye una pauta: la moral ambigua en un escenario fraccionado y efervescente. Lo siguiente será el reconocimiento al conflicto principal. A una de las asistentes de producción se le extravió unas llaves. Empieza así el trayecto a una serie de metidas de pata, pero ya sabiendo que estamos en un escenario minado por las asperezas sociales.

El estado de histeria comenzará a extenderse partiendo por la protagonista del extravío de las llaves y luego siguiendo por el resto de los implicados en el proyecto fílmico, el mismo que planeaba convertirse en un gesto de amnistía social entre locales y musulmanes. Surge así un hecho irónico: lo que se intenta hacer desde la ficción, no se aplicará en el terreno de lo real. Los promotores de la película y los actores musulmanes de la misma entrarán en conflicto ante la falta de confianza, los prejuicios o la propia conveniencia. La película del personaje de Akif está destinada al fracaso o al cuestionamiento moral. ¿Cómo fingir o fantasear con una concordia o respeto hacia una comunidad ajena cuando tu pensamiento está orientado a continuar con la confrontación y la discriminación? Hysteria nos modela a una sociedad despojándose por sí sola de su discurso de la autocrítica o la concientización social. Se separa las expectativas de la objetividad. Akif deja “ser” a sus personajes para después exponerlos a una situación en que por sí solos dejan caer su careta. Simbólico resulta la idea de un incendio. Será un “sálvense quien pueda”. A parte de ello, no deja de ser curioso cómo hasta cierto punto de la película, se perfila como absurda, cómica, casi acariciando un slapstick. Mehmet Akif Büyükatalay mira con sentido del humor un hecho difícil de curar o sanar. Podrás salvarte del incendio, pero siempre tus cosas o prendas quedarán impregnadas de un rancio olor a humo.

viernes, 14 de febrero de 2025

75 Berlinale: The Good Sister (Panorama)

El dilema moral de Rose (Marie Bloching) es efecto de su férreo vínculo hacia su hermano mayor. The Good Sister (2025) relata la historia de una mujer asediada por el remordimiento. La cuestión es: ¿acusar o ser cómplice? La ópera prima de Sarah Miro Fischer nos presenta a una protagonista que a principio figura ser la “oveja negra” de la familia, cuando después un acontecimiento bien podría perfilarse como su momento de redención. El asunto es que esa misma implicaría un costo. Esta película invoca un problema social cada vez más concientizado. No solo son tiempos de valor para denunciar, sino también instantes en que la autocrítica está germinando. Esa es la pauta que percibo de esta historia, en donde Rose parece haber tomado su “decisión”, pero entonces su conciencia o mismo entorno la empujan a reflexionar. El goteo de un caño descompuesto, así como el agrietamiento de una pared provocada por la avería, resulta simbólico o una señal de que todo daño precisa una reparación. Pero a este debate interno se enfrenta el amor fraternal. Muy importante son los antecedentes al conflicto. Rose siendo acogida por su hermano, protector y defensor de su imagen cuestionable.

De ahí por qué me parece acertado observarlo como una película de una persona avistando la redención. ¿Rose logrará poner lo correcto por encima de sus sentimientos? Este es un conflicto clásico, tan clásico que se me viene a la mente películas durante la etapa silente. Por tomar dos ejemplos, el cine de D. W. Griffith o Carl Theodor Dreyer se alimentaban de esos cuestionamientos universales. Dicha etapa del cine se apropiaba de los problemas que se aplicaban aquí y allá. Frente a esa búsqueda, nos presentaban a protagonistas convirtiéndose en mártires o personas dispuestas a hacer grandes sacrificios por el bien. No importaba lo que habían hecho antes. Muchos incluso pertenecían a los bajos fondos fruto de sus pecados. Pero lo importante para la trama era lo que esos personajes harían al final. Juror #2 (2024), de Clint Eastwood, recientemente ha retomado ese conflicto. Su personaje piensa mucho, da señas de culpa y actúa tibiamente para aminorar o corregir sus actos que bien podrían condenarlo eternamente. Lo mismo sucede con Rose. Va a un spa, se desquita con un amante furtivo, riega las plantas. Es una mezcla de terapia, represión y evasión. Y en el camino no deja de resonar: ¿qué harás al final Rose? El título de The Good Sister entonces resulta ambiguo. ¿Buena para quién o en qué sentido?

75 Berlinale: Home Sweet Home (Panorama)

La nueva película del danés Frelle Petersen atiende a una rutina y el impacto emocional que esta genera a su protagonista. Sofie (Jette Søndergaard) es una nueva empleada en un refugio de ancianos. Lo que aparenta una práctica calmada, metódica y disciplinada, de pronto va manifestando una serie de imprevistos. Home Sweet Home (2025) es un relato que se toma su tiempo para comenzar a ir generando expectativas. A principio, la joven trabajadora es como una pieza no clasificada dentro de este espacio, encontrando su lugar y el ritmo. A eso le sigue su etapa de reconocimiento de las prácticas del oficio o zona de confort. Ya lo que sigue será la fractura a eso que se percibía como un acto sencillo. Ahora, lo importante de este drama es que no satura la dramatización. Esta es una película que no se atreve a puerilizar las implicancias de un oficio exigente y poco valorado como es el cuidado de ancianos con antecedentes clínicos. Se podría decir incluso que Petersen se contiene en crear una hecatombe. Tranquilamente alguna de las situaciones por las que transita Sofie pudo haber alcanzado un problema mayor, capaz algún lío legal. La idea del director es más bien percibir cómo el estado de vulneración de la cuidadora va acrecentándose a medida que va pasando los días. Este es un retrato con mucha empatía emocional.

Al margen de ello, hay algo más a lo que presta atención esta trama. Existe la Sofie que labora en el lugar de descanso para ancianos y luego la Sofie que es madre divorciada. Nuevamente, es un rol del que Peterson no pretende explotar y mucho menos sofocar a su protagonista. A medida que la mujer va sobrellevando sus conflictos laborales, su estado de ánimo involuntariamente va creando impases hacia su hija, lo que acrecienta su pesar anímico y cansancio físico. Es lo que es. Habitualmente se piensa que los problemas de casa se dejan en casa para cuando ingresas a tu ámbito laboral, y viceversa. Obviamente, es una pauta radical que no tiene derecho a generalizarse ante la diversidad de personalidades que existe. Dicho esto, el título de Home Sweet Home se perfila como irónico. Consecuencia del egoísmo —porque ese es el germen de sus problemas— es que una mujer de pronto no comienza a reconocer esa fantasía del “dulce hogar” en su propia casa como en las inmediaciones que en teoría debería de ser un lugar apacible para las personas mayores. A propósito, es que surge una ampliación al radio de la empatía. La película de Frelle Petersen no se reduce a identificar el bajón anímico de su protagonista. Están también los ancianos. Hasta cierto punto, su película reconoce en la labor de Sofie como el de una captora de testimonios sobre el abandono. La última secuencia de Home Sweet Home nos recuerda que, si bien Sofie comienza a reconocer una recuperación, esto no se replicará en las otras víctimas del egoísmo.

martes, 28 de enero de 2025

Sundance 2025: La virgen de la Tosquera (World Cinema Dramatic Competition)

Inspirado en los relatos de la escritora Mariana Enriquez, La virgen de la Tosquera (2025) relata una coming of age en plena crisis nacional en la Argentina de principios de este siglo. Desde su primera secuencia, la directora Laura Casabé nos adelanta estaremos ante un escenario violento y obsceno. Un pordiosero es humillado en plena vía pública ante la mirada entre flemática y morbosa de una vecindad y la consecuencia de esa ofensa será una suerte de karma. Aquí los personajes parecen estar “embrujados” por su coyuntura, tiempo de anarquía, ira y revanchismo. Para vísperas del 2002, el país latinoamericano en cuestión transitaba su peor momento. Luego de establecerse una serie de medidas abusivas que atentaban contra la propiedad privada, el gobierno de turno dimitió y en consecuencia se generalizó el caos agudizándose la tasa de pobreza e inseguridad. Dicho esto, desde esa primera secuencia, La virgen de la Tosquera va perfilándose como una alegoría al sentimiento de esa crisis nacional condenada por las negligencias estatales. Ahora, lo atractivo es que Casabé opta por el retrato absurdo. Hay algo de kafkiano aquí, a propósito de que estamos ante un escenario en donde un sistema gubernamental ha alterado los nervios de una sociedad a tal punto que ha deshumanizado a todo el país a su cargo. Pero lo asumo también como un relato buñueliano. El humor, lo macabro, la sátira y lo grotesco toman las riendas de esta película.

Natalia (Dolores Oliverio) está enamorada de Diego (Agustín Sosa), pero sus “avances” han comenzado a retroceder desde la llegada de Silvia (Fernanda Echeverría), una mujer mayor y frívola. Es decir, lo que bien pudo haber sido la germinación de un amor de verano para la adolescente, en su lugar se va convirtiendo en una etapa de inquietud, descontento y rabia. Pero ese no es tanto el problema. A diferencia de varios coming of age, en donde siempre existe un consejero que sirve de guía para un inmaduro protagonista, en la película de Casabé es nula la intervención de un sujeto responsable o que auxilie a Natalia, y esto parece replicarse en su entorno. De pronto, vamos reconociendo varios casos de inasistencia. No es gratuito que tanto Natalia como algún otro personaje sean huérfanos, únicamente acudidos por el instinto de personas ciertamente indolentes. En ese sentido, Natalia es síntoma de esa negligencia. Su tránsito a la adultez revela una ruta cuestionable. El descubrimiento de su sexualidad, sus vínculos amicales o familiares, así como sus expectativas a futuro, son defectuosos. Y, obviamente, no se evidencia una voz madura que la corrija. Todo lo contrario, se le alienta a que empodere su estado instintivo o arcaico. Ahí están los absurdos consejos médicos que se emiten en un programa de televisión o los rituales o conjuros que parecen ser parte de una herencia. Esto es importante: es como si se afirmase que el estado primitivo es tradicional o hasta natural en esa sociedad.

viernes, 24 de enero de 2025

Sundance 2025: GEN_ (World Cinema Documentary)

La rutina de un médico en Milán como escenario para reconocer la diversidad de casos, demandas y debates que implican los mayormente cuestionados tratamientos de la fertilidad in vitro y las intervenciones de cambio de sexo. Gen_ (2025), del director Gianluca Matarrese, en primera instancia, descubre el oficio y compromiso de Maurizio Bini, doctor a cargo del área de los tratamientos mencionados situado en un hospital público. Gran parte del documental consta de las entrevistas entre Bini y sus pacientes, desde los nuevos hasta los que ya llevan un proceso en marcha. Ahora, el detalle de interés que gestiona dicha dinámica es que los tratamientos se abordarán no mediante la pesquisa a sus técnicas clínicas, quirúrgicas o su amplio entendimiento científico. La idea de Matarrese es ir evaluando estos asuntos desde su discursiva moral, política o incluso personal, lo que de paso nos aproxima a entender las razones que orientaron a todos esos pacientes a optar por las intervenciones brindadas. En tanto, es en ese cuadro que el doctor Bini se convierte en un receptor de los testimonios, así como en un orientador de dudas y evaluador empático de personas ante todo optando por un derecho, ello al margen de los prejuicios que, en casos específicos, las motivaciones de los pacientes podrían encender. Dicho esto, Gen_ no se queda con convocar un solo tipo de comunidad asociada a una única ideología, cultura o carácter social. La clave de la película es demostrar lo complejo y diverso que son los razonamientos detrás de los tratamientos de fertilidad y las intervenciones de cambio de sexo.

jueves, 16 de enero de 2025

El brutalista

Extensa es la lista de épicas que retrataron a visionarios revolucionando sus respectivos escenarios fruto de su creatividad y obsesión exuberante volcada hacia sus objetivos. Charles Foster Kane en Ciudadano Kane (1941), Brian Fitzgerald en Fitzcarraldo (1982) Howard Hughes en El aviador (2004) o César Catalina en la reciente Megalópolis (2024) son ejemplo de ello, sujetos rebeldes contra el conformismo, fieles a sus instintos y siempre dispuestos a echar a andar su magna obra así su propia nación vaya en contra de sus deseos. Contra viento y marea, sus biografías se convertían en referentes o puntos de inflexión dentro del orden establecido. Pero ese era un solo lado de la moneda, pues del otro se descubría el perfil trágico de estos personajes, perfectos prototipos shakesperianos que invocaban la envidia de sus enemigos también deseosos de hacerse un lugar en el Olimpo. Y aún más temible eran sus demonios internos. Los traumas del pasado, la locura o la enfermedad fueron el talón de Aquiles para esos referidos héroes trágicos. El padecerlos o revivirlos era el único medio que detenía a estas fuerzas impetuosas. Entonces el mito descubría su lado frágil y humano, una personalidad expuesta a la humillación si fuese revelada a sus adversarios. Esta última idea es esencial en la historia de László Toth (Adrien Brody).

El brutalista (2024), de Brady Corbet, nos presenta cómo el arquitecto de origen húngaro no se libró de las ofensas generadas por su linaje judío o su condición de migrante, a pesar de ser un personaje célebre en la Europa oriental, denominado fundador de “toda una ciudad” , la misma que cayó en desgracia consecuencia de la Segunda Guerra Mundial, hecho que lo obligó a huir a Estados Unidos bajo condiciones infrahumanas. Ese cuadro dramático será el prólogo de El brutalista, punto de partida que ya de por sí da señas de que el emblemático arquitecto transita por una senda ajena al de los anteriores mencionados, quienes más bien reconocían las desgracias o experimentaban un toque de fondo recién a mitad de su aventura para después despegar. Dicho esto, la épica de Corbet no precisamente es un canto triunfal a su protagonista, sino el relato de una fantasía no concretada, el falso recibimiento que se le hace a un genio, un huérfano adoptado, sacado de su desgracia, para después vivir adversidades aún mayores. Toth pasa de los campos de concentración a ser cautivo de sus “benefactores”, representantes de una sociedad que se da aires de filantrópica, cuando más bien es hipócrita, arribista y obscena. El destino de Toth describe los efectos del carácter egoísta del sujeto moderno que emergió en la posguerra y se ha venido arrastrando hasta la actualidad en tiempos de refugiados europeos y los deportados de Estados Unidos.

El brutalista significativamente se estrena para cuando Donald Trump ha sido recientemente relegido y con ello resurge aún más firme el discurso del odio y el mal pago hacia una comunidad que ha construido parte de la triunfal Estados Unidos. Hasta cierto punto, Toth puede ser interpretado como la mano de obra abaratada en un sistema que finge proteger a las comunidades minoritarias a fin de exprimir las aptitudes ajenas, y para colmo demanda reconocimiento por su asistencialismo depravado. Pero no nos refiramos aquí al razonamiento del personaje de Harrinson Lee Van Buren (Guy Pearce), el paladín por excelencia de ese imaginario abyecto. Basta con tomar como ejemplo a Attila (Alessandro Nivola), el primo de Toth y primer protector del arquitecto en territorio americano, un hombre alienado por la cultura del narcisismo y la falsedad, a pesar de sus antecedentes de migrante. El brutalista define al pensamiento estadounidense como un adiestramiento persuasivo y corruptor. Attila o Lee Van Buren son de la misma calaña, solo que al primero todavía le falta el criterio para valorizar esa fuente digna de colonizar. Attila es un personaje que se ha despojado de su identidad, ha adoptado un nuevo nombre, un perfil de negocio –“A los americanos les gusta el negocio familiar”-, mantiene en anónimo sus deseos más pervertidos y corrige cualquier desfogue de estos apelando a la cancelación. “No soy yo quien está mal, sino László”. Y es así cómo Toth revive la deportación.

Lo que más adelante le sucederá a Toth bajo la tutela de Lee Van Buren será una réplica amplificada de su anterior experiencia junto a su primo, solo que esta vez se le adiciona sus esfuerzos por construir lo que sería el vestigio que hablará de su ultraje, sus experiencias bajo el yugo de una sociedad que le recuerda a sus días de prisión en los campos nazi. Su magna obra entendida como un legado que va más allá del reto personal o profesional, como la bomba atómica para Robert Oppenheimer, otro héroe trágico que ascendió al Olimpo desde la mirada de Christopher Nolan en Oppenheimer (2023). La construcción de Toth en el alto de una cumbre en Pennsylvania es el equivalente a un testimonio oral para los desplazados de una violencia de cualquier clase. No solo es un desfogue terapéutico que va en búsqueda de la reparación, es memoria a la vista de todos, un discurso político hecho de material noble, denunciante, sobrio, pero simbólico. Fascinante es la última secuencia que nos hace un sórdido tour a las entrañas de ese titán arquitectónico. De pronto, surge el contraste entre los efectos del sol y la noche. Es la ambigüedad de lo estético con lo político. El brutalista descubre las sombras de la simulación moral que condenan a su protagonista, quien es testigo de un chauvinismo advenedizo que se autodenomina como la patria de los elegidos. Esta es una película que también aprovecha a cuestionar el sionismo hoy en su peor momento.