domingo, 11 de agosto de 2019

23 Festival de Lima: Monos (Competencia Ficción)

A diferencia de El señor de las moscas (1963), el azar no es el responsable de haber trasladado a un grupo de niños y adolescentes a un lugar retirado del terreno agreste de Colombia. No estamos tratando además con una pequeña sociedad que progresivamente aflora su lado instintivo en medio de la naturaleza al punto de tirar abajo toda instrucción “civilizada”. Los personajes de Alejandro Landes, previamente, han sido educados para asumir un comportamiento indómito y agresivo en medio de un contexto en guerra. No solo es estímulo, sino que también la circunstancia. Ellos aprendieron y se ven en la situación de asumir un perfil violento. Monos (2019) es ante todo un filme social y realista. La historia de estos muchachos armados asignados a vigilar a un rehén, es antes de eso la historia sobre el secuestro de la inocencia; niños absorbidos por las guerrillas para fines ideológicos.
El protagonista principal de esta película no es un solo individuo, sino la propia figura que representa este grupo de muchachos. Ninguno de ellos destaca de forma independiente a lo largo de todo el filme. A pesar de eso, cada miembro de esta reducida comunidad de ocho no deja de tener una presencia significativa al manifestar un comportamiento único que provoca un merecido detenimiento. Landes parece separar un instante de su trama para cada uno. Es en ese fragmento asignado que cada personaje expone un caso o comportamiento que no se repite en el otro. De pronto, la leve diferencia de edades, el sexo o el rango que poseen dentro de la agrupación nos dispone un manojo de testimonios sobre la infancia forzada a ser parte de una guerra. En consecuencia, vemos distintos niveles de reacción, por ejemplo, ante una situación de combate. Están los que han digerido la idea de la organización que representan, los que no terminan por asimilarla e, incluso, los que han comenzado a cuestionarla.
Luego de una introducción o ejemplo sobre cómo funciona la organización, Monos abre su conflicto en base a esa coalición de pensamientos: los que siguen el juego y los que no. Es mediante ese contraste de ideas que el ritmo de la película genera su propio contraste. El grupo pasa del ánimo recreativo al conflicto y, finalmente, a la cacería. Pasan del escenario abierto y retirado de las montañas al espacio espeso y hostil de la selva. Los personajes, luego de una estadía en medio de la tranquilidad aparente, serán expuestos a un territorio que incentivará aún más su bravura o sus miedos a un extremo en que la demencia y el deseo de liberarse del grupo se hacen evidentes. En ese tránsito, la película se expresa mediante el drama, lo bélico y la acción. En razón a esa variación del género, Alejandro Landes propone una cadena de eventualidades que componen una trama también cambiante y de paso impredecible; un tour de force sobre las implicancias y consecuencias que relaciona a los niños, o adolescentes, y la guerra.

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