Tenemos a un joven Elvis que acaba de ser víctima de bullying en un baño de su escuela a manos de un grupo de rufianes. Acto seguido, lo veremos salir a las afueras del centro educativo no sin antes recoger su guitarra y atravesar un largo pasadizo al compás de un plano secuencia, recorrido que hace en solitario, aún con la cara desaliñada, tal vez aun pensando en las ofensas que recibió por la forma en que viste y se peina. Es un instante que conmueve. Estamos ante un adolescente que necesita un abrazo. Pero lo hermoso viene después. A la salida del recinto, el plano secuencia termina y la cámara lo espera a distancia. Un ligero paneo lo ve caminar desde la salida hasta el pie de un árbol. El muchacho se recuesta y comienza a cantar mientras acaricia las cuerdas de su guitarra. La calidez de luz natural lo favorece. Es un instante bucólico. De pronto, sucede la magia. Su música atrae compañía. Se manifiesta entonces un gran contraste entre el chico que caminaba solo en los corredores y el que convoca a otros de su generación mediante la particularidad de su voz. Esa es una secuencia de Elvis (1979), de John Carpenter, el maestro de terror y suspenso, quien para un año después de su magistral Halloween (1978) se le asignó realizar un telefilme en donde retrata la biografía del cantante de culto. Es una película entretenida y además impecablemente filmada. Ciertamente, una propuesta totalmente distinta a la de Baz Luhrmann; muy a pesar, ambas, a su manera, son fieles biográficamente hablando.
lunes, 25 de julio de 2022
Elvis
viernes, 15 de julio de 2022
Mataindios
Mediante un comunicado público, Robert Julca denuncia a Oscar Sánchez, ambos directores de Mataindios, haber incitado a que un reportaje televisivo omita su nombre y el de otros colaboradores de la producción. La película se encuentra actualmente en cartelera.
No es una película tras un filtro en blanco y negro, sino más bien la representación de una comunidad decoloraba que va recuperando la naturalidad de sus tonos a medida que van expurgando sus dolores y, finalmente, declara su resentimiento. Mataindios (2018), dirigido por Oscar Sánchez y Robert Julca, nos interna en una población de la sierra peruana, un lugar sin nombre que podría ser cualquiera que estuvo expuesto a la violencia de la guerra interna provocada por el terrorismo. A primera vista, esta película tiene una impostación documental. Podríamos decir que es la contemplación o intromisión -a propósito de ese modo de registrar casi invasivo- a las rutinas de una sociedad que nos va extendiendo sus propios testimonios, o los ajenos, fruto de su experiencia con el delirio armado e ideológico dictado por los grupos insurgentes que fueron sembrando el terror en diversas comunidades serranas a partir de finales de la década del setenta. Si bien su introducción o su estructura en capítulos nos indica que estamos siendo testigos de los preparativos de una celebración a un patrono cristiano, lo religioso se percibe en un principio como un fondo, mientras que los testimonios asumen un primer plano. Hasta entonces, no es en tanto un retrato etnográfico, sino un retrato sobre una memoria que se manifiesta de forma tan natural y cotidiana como el sembrar o tejer.
viernes, 8 de julio de 2022
Historias de Perusalem
Vuelve a mi memoria esa joya cutre peruana llamada Lima enferma (1999). ¿Cuándo la cinefilia peruana le creará los altares como debidamente se merece o algún círculo de la cinefilia internacional, fascinado con el cine de Umberto Lenzi o el de los René Cardona, la descubrirá y la incluirá en alguna lista de lo mejor del trash elemental? ¿O será que muchos que la vieron comparten esa complicidad de mantenerla en silencio? Pienso en una legión de Golums guardando al “precioso” para sí mismos. Es la maldición del culto a un cine marginal. Este se mantiene en su escenario postergado, emitiéndose en privado entre las sombras. Pienso además en la figura de su director Fermín Tangüis, un desaparecido del mapa luego de la revelación de su Lima enferma, otorgando más aires de misticismo a su película. Así fue hasta no hace mucho. Ahora resulta que ha salido de la caverna. El documental Historias de Perusalem (2021), su nueva película, no está lejos de su mencionada propuesta ficticia, en donde se mezcla la fascinación y el rechazo hacia el territorio nacional. Aunque su reciente filme tenga la intención de ampliar su perímetro de estudio a partir del título, sigue recogiendo testimonios limeños, aunque no necesariamente desde su locación. En tanto, sendas películas llegan a ser un síntoma de ese delirio contradictorio, un amor/odio que se propaga en la capital peruana.