¿Es
acaso Helene una traidora de la causa? Esa es una interrogante que solo a
principio deriva a una respuesta afirmativa, la que, ciertamente, podría
atormentar por el resto de su existencia a la protagonista de La mort n’existe
pas (2025), miembro de un grupo de revolucionarios comprometidos con tumbar
a una élite de poder. El director Félix Dufour-Laperriere nos introduce a un
caso de culpa que será tratado no con un ánimo de recriminar, sino generar
reflexión, algo que capaz el grupo político no logró concientizar del todo. Es
así como Helene, cargada de mucho remordimiento luego de sobrevivir a un atentado
crucial que bien pudo ponerle fin a su guerra política, se extraviará en un
escenario en donde lo real y lo alucinatorio se confunden. Esta es una película
que expone a un personaje a una experiencia alegórica con el fin de que esta
misma pueda evaluar su ideología, la que incluye los impactos de esta, desde un
nivel personal hasta social. La mort n’existe pas se inspira de los
rituales mitológicos que nos presentaban a héroes agobiados por un extravío
existencial, en tanto, su trayectoria por terrenos inhóspitos equivalía a la
construcción de una sabiduría, el empoderamiento de sus fortalezas y,
finalmente, el reconocimiento de su destino. Helene, luego de sobrevivir a la
muerte segura, tendrá la oportunidad de pensar las cosas. La película de Félix
Dufour-Laperriere es como un pase al limbo, un momento para que su heroína
pueda observar y discernir sus pensamientos terrenales y así después retornar a
la realidad para fundar su propio paraíso.
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