En Happer’s Comet (2022), vemos que están sucediendo cosas. A la luz de la madrugada, en un suburbio cualquiera de Estados Unidos, una comunidad de noctámbulos comienza a prepararse para algo. Esta es una película que hasta cierto punto gusta sugerir mucho. Aquí el crepúsculo emite una suerte de energía que agudiza nuestra sensibilidad hacia aquello que no percibiríamos en una situación normal o bajo el brillo del sol. El director Tyler Taormina asiste a esa referencia de “la hora de las brujas”. Aunque no lo menciona, está inseminado en la conciencia humana que cuando cae la noche algunas personas se ponen bien raras. Y este deslumbramiento ciertamente no solo recae en los mortales que parecen asumir roles de “ánimas”, sino también en la atmósfera. La oscuridad, las sombras, los reflejos, la quietud, los ruidos que no suenan de la misma forma que en el día, son más agudos, retumban entre la soledad o el silencio. Todo lo que podría ser normal en las mañanas, en la penumbra se torna espeluznante. En la oscuridad, es cuando la humanidad se pone en guardia o simplemente cede a esos goces asociados a la clandestinidad.
viernes, 14 de octubre de 2022
3 Lima Alterna: Happer's Comet (Competencia Internacional)
Avanzada la película, esas extrañezas
por fin descubren un contenido. Entonces no es más especulación, pero no por
eso dejan de ser rituales extravagantes propios del efecto de la noche.
Taormina explota la apariencia guiada por un imaginario universal. Antes que un
argumento, su dirección nos describe un escenario y ese filtro insólito que lo
envuelve. Es un largo preámbulo o anexo imprescindible para su historia. Es lo
mismo que sucede en Hukkle (2002), la genial ópera prima de Gyorgy
Palfi. Aquí no es tanto la construcción de una atmósfera, sino la descripción
un espacio idílico. Es una manera perfecta e irónica para introducirnos a una
historia que nos refiere a todo lo contrario a esa apacibilidad. De pronto, ese
panorama que emula al beatus ille se fractura y el paisaje de cuentos de
hadas se convierte en un cuento de terror. Happer’s Comet, por su parte,
sigue una misma sintonía. La oscuridad se torna misteriosa desde un principio y
esa alucinación no deja de ascender hasta lo último. Aquí no hay quiebres. Es todo
de largo y cada vez más enigmático. Se codea con los recursos de una película
de terror, aunque no gestiona el miedo, sino una curiosidad sin sobresalto ante
lo desconocido.
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