Se me viene a la mente
títulos de documentales como Querido
Zachary (2008) o Intimidades de
Shakespeare y Víctor Hugo (2008), películas que rastrean el pasado.
Personajes que contemplan con melancolía las historias olvidadas, personas que
ya no están y que aparentemente han zanjado la vida de los demás. Lo cierto es
que de pronto “la historia despierta”. Es como si los muertos se levantaran
para concluir la vida de los que un día los acompañaron o poner en orden
algunas cuestiones nunca antes aclaradas. La historia, aparentemente, no estaba
del todo acabada. El círculo aún no estaba cerrado. Es por esa senda que camina
Philomena (2013), filme de Stephen
Frears, director que se inició con el cine negro para luego reservarse a un cine
más social. Frears tiene además una afición por el cine histórico, no como
centro de estudio, sino como mero contexto que influye en la historia de sus
personajes.
Frears se concentra en
la búsqueda del hijo extraviado de Philomena, 50 años después, no dejando de
mirar al pasado, gran cómplice del filme, el mismo que asistirá a la angustia
de la mujer septuagenaria y a rellenar aquellos sucesos nunca compartidos entre
madre e hijo. Philomena, además de
ser una crítica al conservadurismo religioso y la antigua fe castrante, es
también la relación –hasta cierto punto– inconcebible entre Philomena y Martin
Sixsmith (Steve Coogan), ex reportero de la BBC, periodista, desempleado,
pretencioso, apático y oportunista, interesado en convertir el drama de una
anciana en una historia humanamente amarillista. Es la convergencia entre dos
mundos muy distanciados. La mujer de pueblo, creyente y complaciente, y el
hombre de ciudad, ateo y malhumorado. Philomena,
muy a pesar de los giros dramáticos por los que pasa, no parece calar
emocionalmente. Stephen Frears no le ofrece vitalidad al personaje de Judi
Dench cuando se trata de replantear al pasado. El pasado es equivalente a las
anécdotas, algo que le es escaso a la mujer que prefiere hablar más bien en su
“idioma”, algo que remarca una y otra vez el redundante choque cultural entre
ella y su acompañante.
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