martes, 11 de agosto de 2015

19 Festival de Lima: Ixcanul (Competencia Oficial Ficción)

Para cuando se toca el tema de inmigración en Ixcanul (2015), me es inevitable no remontarme a El norte (1983), un bello drama realizado por Gregory Nava, que relata los acontecimientos por los que pasan dos hermanos guatemaltecos que van en búsqueda del “Sueño americano”. La ópera prima de Jayro Bustamante, sin embargo, se deslinda de inmediato de ese fantasma a fin de emprender dramas humanos atados a circunstancias propias de una localidad rural en Guatemala. María (María Mercedes Coroy) es una adolescente que ha alcanzado la edad suficiente para ser desposada. Un matrimonio arreglado por sus padres creará el primer desencanto de la joven, quien silenciosamente se niega a contraer nupcias con el futuro novio. En paralelo, el nacimiento del despertar sexual de la adolescente, un amor furtivo y, finalmente, una concepción, conformarán la cadena de sucesos que provocará el gran dilema en este filme.
Ixcanul es un drama inclinado a sembrar la incertidumbre. Desde el plan nupcial por conveniencia, la posible fuga a EEUU con un amante, la expulsión de las serpientes que infestan los sembríos, un embarazo que originaría un desalojo o un conjuro chamánico como última opción para reclamar la propiedad. Bustamante motiva la esperanza, mas en el camino la va diluyendo. Ya acercándose al final, hay un giro en la trama que además de forzar el optimismo en sus protagonistas, muestra un lado oscuro de esa realidad manifestada. Ixcanul hace alusión a ese desencuentro entre campo-ciudad. Es como si las fantasías del mundo externo indirectamente fueran las responsables de los dramas y tragedias que suceden dentro del campo. El robo de una paga o el pacto perverso en los interiores de un hospital. La ciudad de pronto recluta o embelesa a los que han visto en esta como el “recinto de las oportunidades”.
Se suma a ello un carácter ideológico. Ixcanul en parte crea un conflicto dogmático. Los personajes manifiestan una convivencia muy arraigada con sus creencias locales, sobre la religiosidad o el misticismo. Muy a pesar, hay un contradiscurso que ocasionalmente la pone en duda. Es la madre que por ejemplo educa a su hija mediante dogmas heredados, pero que más adelante lo rectifica o los niega. Los rezos así como las sesiones espirituales de repente ya no funcionan. ¿O es tal vez la fe que está agotada?

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