Hasta el 18 de junio, se realiza una nueva edición online del Festival Al Este. Las películas se están emitiendo en la plataforma de El Ekrán. Voy compartiendo críticas a las películas ya vistas.
Un nuevo ejemplo del director
rumano cuestionando la historia de su país desde el presente, esta vez
partiendo de un experimento social. En Bad Luck Banging or Loony Porn
(2021), una profesora de secundaria se verá en un aprieto público tras la
difusión de un video suyo en una página pornográfica. Interesante cómo es que
Radu Jude nos quiere hacer creer que este retrato de una sociedad en plena efervescencia
emocional y moral es un síntoma de la coyuntura pandémica. Nada de eso. Las
incidencias, gestos de antipatía, la esencia de una población conflictiva,
siempre a la ofensiva, no son evidencias de la expansión de un cuadro de estrés
colectivo. Esto es algo que siempre estuvo ahí. Esto es una tradición rumana,
parece decirnos el director. Basta revisar los conceptos que astutamente reúne en
su dinámico y sarcástico diccionario, siendo lo histórico un importante puente
para poder entender por qué es que tal o cual palabra suscita tal interpretación
o referencia en la actualidad. Salvo por las mascarillas, la última película
del rumano no es un panorama que desea retratar la “nueva” realidad provocada
por el Covid-19. En absoluto, no se pretende representar una nueva normalidad
en esta Rumania.
Jude imagina un “escándalo
público” con el fin de ver aflorar las posibles reacciones de una sociedad
contaminada por la preservación de posturas pasadistas que se han venido
arrastrando tradicionalmente. El comunismo habrá sido depuesto del poder luego
de la Revolución del 89, sin embargo, su pensamiento, su conservadurismo, sus
prejuicios, su estado de represión, aún se mantienen latentes en el pensamiento
de la sociedad. Bad Luck Banging or Loony Porn se representa en la
actualidad, pero su transición, la segunda parte del filme, esa especie de
divertido álbum fotográfico que pinta los antecedentes del país europeo en
cuestión, es la cuota que nos persuade a ver el presente sin dejar de mirar al
pasado. ¿Qué tanto ha cambiado el modo de pensar de los rumanos?; nos
preguntamos. La respuesta se plantea en la siguiente parte: el juicio. Qué
mejor que un juicio público para reconocer los mecanismos que rigen en una
sociedad. Claro que no es cualquiera el caso a debatirse. El sexo y la moral
son los tópicos que, en efecto, estimulan a que brote el lado sincero y
apasionado de los presentes. Es cuando la gente discute que
podemos ver el verdadero rostro de una comunidad. No es la que veíamos en el
principio. Eso es solo la punta de iceberg. El exterior o la ciudad en Bad
Luck Banging or Loony Porn es representado como una realidad común y
silvestre, a menos que prestes atención a los detalles. Significativos los
edificios abandonados en los alrededores de una ciudad en donde hay un centro
comercial con un KFC dentro. Son vestigios históricos en medio de la urbanidad.
Y a esto le sumamos los momentos cuando solicitas la declaración de algún
transeúnte, algo que se verá con mayor claridad en el escenario judicial,
espacio por excelencia en donde existe la libertad del hablar y juzgar al
resto. El caso del video porno de una profesora de escuela contemplado como la
delicia de los verdugos que abalan el buen recato. El público condenando a la
procesada no está lejos de los juicios inquisitorios, ofrenda que le dedican a
un busto (como en los tiempos de la egolatría totalitaria). En tanto, las
mascarillas resultan simbólicas en este ámbito que pinta a un colectivo
hipócrita, teatral, artificioso y conveniente al expandir su virus ideológico
polvoriento a diestra y siniestra. Claro eso no convierte a los sujetos
progresistas en emblemas sociales. Es como si el virus no fuera ajeno a algunos,
aunque ciertos son ligeramente asintomáticos.
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