Hasta el 30 de abril, se llevará a cabo la séptima edición de Censurados Film Festival. Su programación puede verse de forma gratuita desde su página web. Aquí tres documentales que resaltan dentro del catálogo.
Downstream to
Kinshasa (2020) sigue los pasos de
algunas de las víctimas de la llamada Guerra de los seis días, un enfrentamiento
desarrollado el año 2000 entre ruandeses y ugandeses en el territorio de Congo,
exactamente en la ciudad de Kisangani, lugar que alcanzó una gran baja de
civiles. Dieudo Hamadi, director congolés que se va perfilando como uno de los
documentalistas a atender del continente africano, registra parte de la
trayectoria de un colectivo que demanda se cumpla con la promesa estatal de una
compensación económica dirigida a los damnificados por este conflicto. Lo que
hace urgente a esta petición es que los dañados son civiles que sufrieron
mutilaciones, unos más que otros. En ese escenario, Hamadi cumple el rol de
observador de sus congregaciones y modos de clamas públicas, siendo la más arriesgada
aquella que los obligará a migrar hacia la capital a fin de exponer sus arengas
a puertas de las oficinas públicas. Lo mejor de Downstream to Kinshasa es ese viaje extremo, no solo para personas
de esa condición física, sino para cualquiera. La marcha en esa lancha resulta
emular a los desplazamientos en tiempos de éxodo de personas poniendo en riesgo
su tranquilidad con intención de mejorar su condición de vida, y eso es
básicamente lo que solicitan estas personas que miran con optimismo su caso
dado el reciente cambio político que puso fin a una dictadura.
En
El guardián de la memoria (2019), la
directora Marcela Arteaga convoca a los que escaparon de la encrucijada de la
violencia en México gestada por el narcotráfico y las fuerzas del orden, pero
que terminaron introduciéndose a una dramática que se perfila como otra
tragedia “tradicional” del país norteamericano. En principio, este documental
decide exponer las distintas evidencias en donde el Estado se ve implicado en
actos de lesa humanidad. Tanto la Policía Federal como los militares, son
definidos como otra clase de crimen organizado. Secuestros, asesinatos y
desapariciones desatadas en el municipio de Guadalupe, Chihuahua, son acciones
que pone a las entidades de defensa estatal al nivel de los narcos. De pronto,
no hay diferencia sobre quién ha cometido más actos de violencia en dicho
estado ubicado al borde de la frontera con EEUU. Este es el primer cuadro
dramático de los protagonistas: primero resistiendo en un lugar en donde
echaron raíces y luego huyendo después de ser amenazados y perder a varios
miembros de su familia. A esto le sigue esa otra realidad dramática. El guardián de la memoria añade un
detalle consecuente de la violenta guerra en México. Son estos mismos
sobrevivientes quienes decidieron transitar legalmente a EEUU y al solicitar el
asilo político fueron víctimas de las normativas contraproducentes de una
nación que observa a los ciudadanos mexicanos como agentes que deben de ser erradicados.
No solo se subraya el lado vergonzoso y ya conocido de EEUU, sino además se
manifiesta el drama de personas que cargan con un doble exilio, siendo el más
doloroso el instigado por su propia patria.Volverte a ver
(2020) es el retrato y compromiso conmovedor de los familiares de los
desaparecidos por la violencia en México que se ofrecieron como voluntarios al
grupo de peritos forenses con esperanza de encontrar los cuerpos de sus seres
queridos. El documental de Carolina Corral se enfoca en hacer seguimiento a tres
mujeres que andan en busca de una hija, hermano y sobrino, respectivamente, quienes
serán destinadas junto con muchos otros al estado de Morelos para excavar una
fosa común fabricada clandestinamente por la Policía Federal. Este hecho se convierte
en otro caso más en donde la defensa de gobierno copia los procedimientos del
crimen organizado, solo que bajo los consentimientos de la fiscalía del estado
en cuestión, queja que resuena a medida que se irá haciendo exhumación de los
cuerpos de personas que presentan claras huellas de tortura. Más allá de calar
en una reflexión sobre la memoria y el duelo parcializado de estos familiares, Volverte a ver apunta a hacer sus
demandas a los entes del Estado implicados en los actos de violencia. La
Policía Federal es solo la punta del iceberg en el crimen organizado que se
estructura dentro del Gobierno.
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