viernes, 5 de agosto de 2022

26 Festival de Lima: Memoria (Aclamadas)

Una historia que puede ser interpretada como el efecto posterior a una epifanía, así como también el trayecto de un estado de sueño. No es gratuito que la película inicie con la protagonista siendo víctima de un brusco despertar a causa de un estrepitoso sonido. El cine nos ha enseñado que el despertar o la percepción de eso que el resto no percibe siempre está coronado por un efecto perturbador. El distinguir esa realidad imperceptible implica un estado doloroso, casi traumático. Ahí está Neo y su dramático despertar entre cables que perforan su cuerpo y embarrado de una materia acuosa. El observar que toda esa realidad que creía real era mentira, es una revelación atroz, aunque necesaria. La realidad entonces interpretada como la introducción a una pesadilla. El saber o conocer es a veces una experiencia tortuosa. Se podría decir que Jessica (Tilda Swinton) acaba de despertar de la matrix, solo que aquí la realidad no se expresa como un escenario steampunk. Aquí lo real no ha cambiado salvo por las emisiones sonoras y recuerdos ajenos que capta a su paso la protagonista. Memoria (2021) es un seguimiento a la filosofía de Apichatpong Weerasethakul. En una reciente visita a Lima, el director tailandés mencionaba que el sueño es como el cine en un estado idílico. En el sueño no tienes que encuadrar, solo ver la realidad que se te presenta, una que definitivamente está construida en base a una memoria.

De ahí por qué esta película pueda entenderse también como el resultado de una mujer dentro de un sueño, su deriva a una realidad en donde no hace más que modelar recuerdos en base a sonidos, imágenes, monumentos o personas inventadas por su imaginación, aunque gestionadas por el subconsciente a fin de “concretar” la memoria. Jessica está guiada por la percepción hacia algo que está por encima de lo material. Es como si la orientase algo magnético. Se entiende mejor si relacionamos el estado de Jessica con el estado de catatonia que ha asaltado a la protagonista de I Walked with a Zombie (Jacques Tourneur, 1943), película que el mismo Weerasethakul afirma haber inspirado a su Memoria. Ambas mujeres son arrastradas por una fuerza desconocida, pero que de alguna forma esa les atrae incluso en los instantes en que “parecen” despiertas. Es un embrujo que en su calidad de extranjeras o no conocedoras de ese entorno magnético es más efectivo en ellas que en otros. Ahora, lo de Jessica no es una atracción hacia lo exótico. Su sonambulismo es síntoma de un estado emocional trágico. La muerte de un cercano posiblemente ha encendido ese vínculo de atracción hacia esa naturaleza extraña. Una vez más; un nuevo conocimiento implica un estado de dolor, pero no físico, sino espiritual. Jessica, en medio de esa Colombia ajena, busca su lugar, una conexión con una inteligencia superior, arcaica o que siempre ha estado ahí.
A propósito de una raza adelantada y capaz más antigua que la humana, Weerasethakul reafirma su obsesión por escenarios que manifiestan paradojas. En Memoria, vemos un territorio que ha unificado la urbanidad y la ruralidad, doctores que recetan dosis de ciencia y también la palabra de Dios, monolitos vanguardistas inaugurados en medio de la selva, tecnologías que mezclan ruidos primitivos, así como científicos que son alcanzados por alguna maldición local. Lo cierto también es que, a pesar de las divergencias, en este territorio alucinatorio hay equilibrio. Retorna así la idea del director sobre que el sueño es cine en estado de perfección. La frontera del encuadre es innecesaria en una realidad en perfecta armonía. Con esto, Apichatpong Weerasethakul no pretende representar su mundo utópico. Recordemos que esta representación es síntesis de una memoria. En ese sentido, toda memoria es armónica e inviolable. Aunque no lo señale de forma literal, el cine del tailandés es históricamente comprometido consecuencia del culto a la memoria que muchos de sus personajes manifiestan a partir de sus sueños, recuerdos o estados de soponcio en donde logran percibir una evocación ajena que recolectan con profundo respeto. Jessica se encamina a ser una de las elegidas, recolectora de recuerdos que van a evocar a una memoria, un conocimiento colectivo destinado a trascender y cruzar realidades, viajar por el tiempo, por diferentes conciencias, transformarse en imágenes, sonidos, en cine.

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