Inspirado en los relatos de la escritora Mariana Enriquez, La virgen de la Tosquera (2025) relata una coming of age en plena crisis nacional en la Argentina de principios de este siglo. Desde su primera secuencia, la directora Laura Casabé nos adelanta estaremos ante un escenario violento y obsceno. Un pordiosero es humillado en plena vía pública ante la mirada entre flemática y morbosa de una vecindad y la consecuencia de esa ofensa será una suerte de karma. Aquí los personajes parecen estar “embrujados” por su coyuntura, tiempo de anarquía, ira y revanchismo. Para vísperas del 2002, el país latinoamericano en cuestión transitaba su peor momento. Luego de establecerse una serie de medidas abusivas que atentaban contra la propiedad privada, el gobierno de turno dimitió y en consecuencia se generalizó el caos agudizándose la tasa de pobreza e inseguridad. Dicho esto, desde esa primera secuencia, La virgen de la Tosquera va perfilándose como una alegoría al sentimiento de esa crisis nacional condenada por las negligencias estatales. Ahora, lo atractivo es que Casabé opta por el retrato absurdo. Hay algo de kafkiano aquí, a propósito de que estamos ante un escenario en donde un sistema gubernamental ha alterado los nervios de una sociedad a tal punto que ha deshumanizado a todo el país a su cargo. Pero lo asumo también como un relato buñueliano. El humor, lo macabro, la sátira y lo grotesco toman las riendas de esta película.
martes, 28 de enero de 2025
Sundance 2025: La virgen de la Tosquera (World Cinema Dramatic Competition)
viernes, 24 de enero de 2025
Sundance 2025: GEN_ (World Cinema Documentary)
La
rutina de un médico en Milán como escenario para reconocer la diversidad de
casos, demandas y debates que implican los mayormente cuestionados tratamientos
de la fertilidad in vitro y las intervenciones de cambio de sexo. Gen_
(2025), del director Gianluca Matarrese, en primera instancia, descubre el
oficio y compromiso de Maurizio Bini, doctor a cargo del área de los
tratamientos mencionados situado en un hospital público. Gran parte del
documental consta de las entrevistas entre Bini y sus pacientes, desde los
nuevos hasta los que ya llevan un proceso en marcha. Ahora, el detalle de
interés que gestiona dicha dinámica es que los tratamientos se abordarán no
mediante la pesquisa a sus técnicas clínicas, quirúrgicas o su amplio
entendimiento científico. La idea de Matarrese es ir evaluando estos asuntos
desde su discursiva moral, política o incluso personal, lo que de paso nos
aproxima a entender las razones que orientaron a todos esos pacientes a optar
por las intervenciones brindadas. En tanto, es en ese cuadro que el doctor Bini
se convierte en un receptor de los testimonios, así como en un orientador de
dudas y evaluador empático de personas ante todo optando por un derecho, ello
al margen de los prejuicios que, en casos específicos, las motivaciones de los
pacientes podrían encender. Dicho esto, Gen_ no se queda con convocar un
solo tipo de comunidad asociada a una única ideología, cultura o carácter
social. La clave de la película es demostrar lo complejo y diverso que son los
razonamientos detrás de los tratamientos de fertilidad y las intervenciones de
cambio de sexo.
jueves, 16 de enero de 2025
El brutalista
Extensa es la lista de épicas que retrataron a visionarios revolucionando sus respectivos escenarios fruto de su creatividad y obsesión exuberante volcada hacia sus objetivos. Charles Foster Kane en Ciudadano Kane (1941), Brian Fitzgerald en Fitzcarraldo (1982) Howard Hughes en El aviador (2004) o César Catalina en la reciente Megalópolis (2024) son ejemplo de ello, sujetos rebeldes contra el conformismo, fieles a sus instintos y siempre dispuestos a echar a andar su magna obra así su propia nación vaya en contra de sus deseos. Contra viento y marea, sus biografías se convertían en referentes o puntos de inflexión dentro del orden establecido. Pero ese era un solo lado de la moneda, pues del otro se descubría el perfil trágico de estos personajes, perfectos prototipos shakesperianos que invocaban la envidia de sus enemigos también deseosos de hacerse un lugar en el Olimpo. Y aún más temible eran sus demonios internos. Los traumas del pasado, la locura o la enfermedad fueron el talón de Aquiles para esos referidos héroes trágicos. El padecerlos o revivirlos era el único medio que detenía a estas fuerzas impetuosas. Entonces el mito descubría su lado frágil y humano, una personalidad expuesta a la humillación si fuese revelada a sus adversarios. Esta última idea es esencial en la historia de László Toth (Adrien Brody).
El brutalista significativamente se estrena para cuando Donald Trump ha sido recientemente relegido y con ello resurge aún más firme el discurso del odio y el mal pago hacia una comunidad que ha construido parte de la triunfal Estados Unidos. Hasta cierto punto, Toth puede ser interpretado como la mano de obra abaratada en un sistema que finge proteger a las comunidades minoritarias a fin de exprimir las aptitudes ajenas, y para colmo demanda reconocimiento por su asistencialismo depravado. Pero no nos refiramos aquí al razonamiento del personaje de Harrinson Lee Van Buren (Guy Pearce), el paladín por excelencia de ese imaginario abyecto. Basta con tomar como ejemplo a Attila (Alessandro Nivola), el primo de Toth y primer protector del arquitecto en territorio americano, un hombre alienado por la cultura del narcisismo y la falsedad, a pesar de sus antecedentes de migrante. El brutalista define al pensamiento estadounidense como un adiestramiento persuasivo y corruptor. Attila o Lee Van Buren son de la misma calaña, solo que al primero todavía le falta el criterio para valorizar esa fuente digna de colonizar. Attila es un personaje que se ha despojado de su identidad, ha adoptado un nuevo nombre, un perfil de negocio –“A los americanos les gusta el negocio familiar”-, mantiene en anónimo sus deseos más pervertidos y corrige cualquier desfogue de estos apelando a la cancelación. “No soy yo quien está mal, sino László”. Y es así cómo Toth revive la deportación.