domingo, 30 de diciembre de 2018

Mis favoritas del 2018

Dos apuntes antes de ir con la lista. Respecto al cine nacional, cuatro estrenos en la cartelera merecen mención: Django sangre de mi sangre (Aldo Salvini, 2018), Wiñaypacha (Óscar Catacora, 2017), Rosa Mística (Augusto Tamayo, 2018) y Vientos del Sur (Franco García, 2018). Caso Rosa Mística, la única película que no he comentado en el blog, valoro el retrato ambiguo que define a la figura de la beata. Si fue consciente o no, la protagonista escapa del estereotipo no solo fílmico sino dentro de su coyuntura ficcional. Se puede sugerir una lectura vanidosa y transgresora, o hasta feminista, cuestiones que desencajan con la representación conservadora que se le asocia a todo lo que venga de la ideología católica, y qué decir en tiempos del Virreinato. No deja de atraerme además el versus que se gesta entre la hija y la madre. Es como una simulación de costumbrismo versus modernidad. Las escenas de confrontación sacan también lo mejor de los roles actorales. Fiorella Pennano y Sofía Rocha están un paso adelante del resto del elenco. En su trabajo técnico, la iluminación es el punto fuerte del filme, define y hasta remarca el dramatismo. Es un filme sobre una santa con dudas y epifanías, siendo la luz un traductor de su ánimo.

Respecto a los estrenos no comerciales, de los que pude ver, menciono: Lima grita (Dana Bonilla y Ximena Valdivia, 2018), Mataindios (Óscar Sánchez y Robert Julca, 2018) y Casos complejos (Omar Forero, 2018). Se comentó en el blog el documental de Lima grita. Caso Mataindios, retrata el itinerario de una fiesta patronal mediante un registro peculiar y sugerente que hace se contenga la dirección de su historia. En Casos complejos, somos testigos de la rutina del sicariato y la de un juez intentando cazarlos. El humor y hasta la fantasía crea un contraste inquietante frente al panorama social. Ambas películas aguardan estreno para el 2019, así que en su momento se ampliará los comentarios a estas. Ahora, si englobamos las películas mencionadas, tanto las de cartelera como fuera de esta, se puede apreciar cómo este año el cine peruano ha podido ampliar sus propuestas. Se ha visto en cartelera un cine que convoca masas, pero que no deja de definir una personalidad propia, un estreno en aymara, una película cusqueña, un drama de época. En el circuito de festivales se vio un documental experimental dirigido por mujeres, un cine de autor fuera de la capital y una comedia que escapa de las convenciones de ese género.

Mi segundo apunto tiene que ver con una elección a mi lista. Tengo mis dudas respecto a la inclusión de Roma. Sucede que su historia me es indiferente, sin embargo, y más aún luego de leer los comentarios de Ricardo Bedoya y Emilio Bustamante, la formalidad con que se funde la película de Alfonso Cuarón me es estimulante. Me reafirmo en decir que la dramática que emplea Cuarón llega a ser excesiva y hasta calculadora. Misma pretensión se manifiesta en Hijos del hombre (2006), en la escena del “Tomorrow” salvando a refugiados, en Gravedad (2013), en el (re)nacimiento de Sandra Bullock llena de placenta y aprendiendo nuevamente a caminar, mientras que en Roma, en la escena en donde Cleo hace su purga emocional. Los protagonistas de Cuaron siempre terminan frente al mar. ¿Qué más simbolismo dramático que ese? ¿Para qué nombrar así al barco, convertir a Bullock en una neonata u obligar a confesar a la criada?

Frente a esto, se encuentra el valor del montaje perceptible en sus planos secuencias. Cuarón “cancela” la acción –en su deseo de graficar la rutina individual y social– mediante la representación del espacio. No se trata de un tiempo muerto, sino la contención del drama. Eso nos remonta a las bases del neorrealismo. Por ejemplo, en varias secuencias de El ladrón de bicicletas (1948), De Sica registra la larga caminata de un hombre que busca a un ladrón. Una edición no solo condensaría el tiempo, sino también la acción invisible, en este caso, la del hombre conservando o perdiendo las esperanzas. Es la acción emocional expresa de una manera no clásica. Caso en Roma, el espacio, incluso con la cámara estática, siempre está en movimiento/acción –detalle que, según Bustamante, la coloca a otro nivel del neorrealismo–. A esto se suma chispazos dramáticos que contrastan con lo rutinario. Un auto frena en seco, niños perdidos o la escena en la salida de un cine. Es el tránsito de lo cotidiano a lo revelador. Ahora, está también el debate externo que provoca la película. Roma difundida como un homenaje que rebela un inconsciente –la escena final – que traiciona al mismo tributo. Esas reflexiones me obligan a darle el beneficio de la duda a Roma.

Sin más, estas son las películas que más me estimularon este año.

Cartelera
The Florida Project (Sean Baker, 2017)
Phantom Thread (Paul Thomas Anderson, 2017)
Hereditary (Ari Aster, 2018)
Lean on Pete (Andrew Haigh, 2017)
Roma (Alfonso Cuarón, 2018)
(*) No incluyo Zama o Wiñaypacha, películas mencionadas en mi lista del 2017.

Festivales y muestras
Muere, monstruo, muere (Alejandro Fadel, 2018)
Un asunto de familia (Hirokazu Koreeda, 2018)
Cléo & Paul (Stéphane Demoustier, 2018)
Cold war (Pawel Pawlikowski, 2018)
The rider (Chloé Zhao, 2017): Lo que diferencia a su protagonista con los de The lusty men (Nicholas Ray, 1952) o Junior Bonner (Sam Peckinpah, 1972), también glorias del mundo del rodeo resistiéndose al retiro, es que aquí no se trata de un antihéroe, alguien que ha fabricado su propio destino o es dueño de una personalidad áspera a la línea de la fantasía cowboy. En cierta manera, Zhao observa a su protagonista como presa de una realidad social, lugar de vicios y familias disfuncionales, en donde el rodeo le fue impuesto por una herencia machista. Lo cierto es que este protagonista no reconoce al rodeo ni como oficio o insignia de su virilidad, sino como rutina de purificación y hasta de redención. The rider es la caída de un ídolo que abraza una práctica que descubre su lado auténtico, sensible y apasionado. Se percibe en las escenas de entrenamiento a los caballos. Son escenas bellísimas. El vínculo entre el hombre y el animal es emotivo y genera sosiego, y a la vez un gran contraste ante los achaques físicos y la frustración que sufre el personaje. Es también una película sobre los vínculos familiares anteponiéndose a la crisis social, algo que ya había planteado la directora en su anterior filme.
Vistas en Circuito Alternativo
Terremoto santo (Bárbara Wagner y Benjamin de Burca, 2017): Un musical de una obvia inclinación ideológica. Wagner y De Burca registran los cánticos de evangelistas brasileros compuestos por letras demandantes, premonitorias y, en cierta manera, persuasivas. Lo cierto es que mucho de esa persuasión se le debe al trabajo técnico impecable de los directores. El desplazamiento de cámara, la iluminación, la combinación de planos y angulaciones, son detalles que le otorgan dramatismo y sensibilidad hasta al discurso más conservador. Este cortometraje no tendrá el mismo nivel lírico que gesta otro documental como Olimpiada (Leni Riefenstahl, 1938), pero antoja compararla debido a cómo el cine aquí también podría funcionar como herramienta/filtro para digerir ciertas ideologías que podrían cuestionarse con mayor espontaneidad dentro de otra plataforma.
Al otro lado delviento (Orson Welles, 2018)
First reformed (Paul Schrader, 2017): Diario de un cura rural (Robert Bresson, 1951) ambientada en la sociedad estadounidense actual. Un sacerdote y un acto epistolar como medio de depuración. Su diario es su conciencia liberando ocasionalmente a lo inconsciente. Ethan Hawke interpreta a un clérigo no clásico, no solo por su personalidad ambigua, lejano a la fantasía de la consagración, víctima del alcoholismo y el resentimiento, sino también porque su mentalidad ha creado un consenso entre la palabra divina y la científica. Y es a raíz de este pensamiento que emerge o percibe los conflictos no espirituales. La insatisfacción social, un síntoma global, abre paso a la paranoia y la revolución radical. Schrader retorna a sus raíces. Así como en Blue collar (1978), esta película resulta ser una demanda a las dinámicas egoístas dentro del ámbito social y laboral que dejan estragos que son mínimos ante los ojos de sus autores, pero son desmesurados ante el juicio de las víctimas.
Keep the change (Rachel Israel, 2017): Desde Howard Hawks hasta Norah Ephron, ellos amarían esta película. Inicia con el tipo aburrido y hasta estirado, luego entra en escena la tipa vital y excéntrica. Se forma una relación extraña y hechos disparatados. ¿Amor libre o amor formal?; he ahí el dilema. Se emprende la etapa de comedia sofisticada, la mujer, cual Peter Sellers, siendo el punto de contraste ante la socialité y poniendo de cabeza la reunión. Vienen las dudas, las redenciones. Momentos dramáticos y románticos. El filme camina a la línea de una típica comedia estadounidense, lo cierto es que sus personajes no tienen de típico. Ellos son autistas. Israel desarrolla una historia llena de humor y drama que no deja de repetir “es parte de su naturaleza”. A diferencia de los tantos actores que protagonizaron alguna screwball comedy, los actores de Keep the change asumen sus comportamientos reales. Ellos no han aprendido a ser faltosos o alocados, simplemente nacieron así. Es un paso adelante respecto a la ruptura de tabúes, algo que por cierto se hace una y otra vez en esta película que tiene la irreverencia de cualquier sketch de Sacha Baron Cohen.
Won’t you be my neighbor? (Morgan Neville, 2018): Un documental que todo padre de familia o educador debería de darse la oportunidad de ver. Morgan Neville desarrolla un filme que, a pesar de ser un homenaje y panorama al legado de Fred Rogers, no encubre cualquier cuestionamiento que pudiese inferir con la ideología de este presentador de televisión. Tal vez haya sido formador de una generación egocentrista y hasta conformista, sin embargo, el descargo del gestor se pronuncia. Rogers es un personaje complejo, como la misma naturaleza humana, la que incluye a la misma infancia. De pronto el documental, a propósito de marionetas y alter egos, descubre una lectura de la represión, ésta liberada a manera de resarcimiento social. Se define a Rogers como un comprometido social, pionero del uso de la televisión como medio educativo antes que utensilio de entretenimiento, transgresor de los tabúes sociales que inútilmente se le oculta a los niños, un moralista abierto a los pensamientos que no atentan contra el respeto a la identidad personal. Es además Rogers y el paso del tiempo, la trascendencia y mirada de incertidumbre ante la actualidad o el futuro de un EEUU moralmente decadente.
Minding the Gap (Bing Liu, 2018): Un documental que funciona como terapia emocional tanto para su autor como para los otros dos personajes en los que se centra. Minding the Gap es un filme sobre la paternidad disfuncional, aquella que ha fracturado las personalidades de los hijos que han vivido dentro de un entorno en donde la violencia había sido normalizada. El skateboarding es solo el impulso, el punto de reunión, la excusa para coincidir a estos amigos que encontraron en este deporte su medio de escape o liberación frente a una realidad social que está trascendiendo en la familia estadounidense promedio. Liu compara su testimonio con el de sus compañeros y en medio de las coincidencias biográficas curiosamente no hace esfuerzo por lapidar al culpable, más sí genera conciencia de las acciones. Las causas de la violencia doméstica figuran como síntomas que en algún punto se han regulado y consentido. Clave es la historia de uno de los personajes. Mientras que se define el pasado de los otros, el presente del tercero da pauta de dicha realidad vigente.
Under the Silver Lake (David Robert Mitchell, 2018): A la línea de su It follows (2014), Robert Mitchell fabrica un filme en esta ocasión con más referencias, y no solo desde una visión filmográfica, sino cultural. Todo inicia con una extraña desaparición, el protagonista hitcockiano, común y voyerista, obsesionado con un personaje y una serie de símbolos y pistas que lo van llevando a algún lugar que no logra entender. Under the Silver Lake es un neo noir ambientando en una coyuntura actual pero que posee una personalidad anticuada, desde su banda sonora hasta la fascinación y paranoia por los temas sobre conspiraciones, típico de los 50. Es también una ruta hacia lo excéntrico, aquello que deviene del protagonista, movido por una motivación absurda y encaprichada, así como del propio entorno, plagado de recovecos y contraseñas que intentan definir el lado oscuro y desconocido del imaginario estadounidense, consomé de fantasías inventadas por los patrones de la nación con intención de orientar al común. En efecto, así como lo ha realizado varias veces el cine David Lynch, Robert Mitchell hace su propia lectura posmoderna de lo clásico.
Vistos por primera vez
I bambini ci guardano (Vittorio De Sica, 1944): La inocencia infantil expuesta a la hipocresía de la sociedad fascista.
Pitfall (André De Toth, 1948): Un sujeto con remordimiento de conciencia y un intimidante Raymond Burr.
Stars in my Crown (Jacques Tourneur, 1950): La fe, la ciencia y la idea de nación de EEUU vista desde un pequeño pueblo.
Skaterdater (Noel Black, 1966): Cowboys sobre patinetas y la educación sentimental.
The wild angels (Roger Corman, 1966): Peter Fonda y la (des)dicha de nacer como motonero.
Lo strano vizio della Signora Wardh (Sergio Martino, 1971): No recuerdo una giallo con tantos giros en su trama.
Jungle fever (Spike Lee, 1991): La hipocresía interracial en las comunidades que conforman una misma ciudad.
Caramel (Nadine Labaki, 2007): El cotidiano en un microcosmos femenino. Memorable escena de un erotismo sugerente.
Samson & Delilah (Warwick Thornton, 2009): Amores excéntricos y sinceros en medio de una miseria optimista.
Más allá de las montañas (Jia Zhang Ke, 2015): Una época de cambios que define desarrollos (económicos), pero también estancos (emocionales).
Apunte fílmico
La creación de la plataforma online del director Nicolas Winding Refn es una iniciativa que merece encontrar sus similares. En bynwr.com puedes acceder de manera gratuita a un breve catálogo de filmes estadounidenses poco difundidos de carácter de culto, la mayoría de explotación. Ahí están  Shanty tramp (José Pietro, 1967), una viñeta de una comunidad sureña de los sesenta, o If footmen tire you what will horses? (Ron Ormond, 1971), una extravagante propaganda anticomunista cristiana con situaciones gore. El catálogo se divide por capítulos (va en su tercero), cada uno abordando un tema conformado por tres películas y sus respectivos ensayos. Solo el primer capítulo tiene subtítulos disponibles en distintos idiomas. Para trascendencia de la web en países de lenguas no inglesas, es necesario se habiliten subtítulos para el resto de capítulos.

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