jueves, 29 de diciembre de 2016

Mis Favoritas del 2016

Mi lista de las mejores películas que vi en este año, originalmente publicadas en Páginas del diario de Satán. Agrego breves reseñas o notas a las películas que no fueron comentadas en el blog. Son tres listas según la plataforma o modalidad en que fueron vistas, y una cuarta que pertenecen a películas de años pasados (fue de lejos la lista más complicada para armar). ¿Por qué sumar una lista de películas antiguas? Por revalorarlas, por (re)descubrir, por provocar pasión, y porque ahí se revelan en gran proporción las mejores películas que vi en este año. Cada una fue ordenada según las fui viendo.

Estrenos comerciales
El hijo de Saúl (László Nemes, 2015)

La bruja (Robert Eggers, 2015)

El conjuro 2 (James Wan, 2016)

El engaño del siglo o The program (Stephen Frears, 2015).- biopic que no cae ante la tentación de lo argumentativo. Frears rehúye, por ejemplo, a la extensión dramática o para cuando “debería” alzar un show amarillista, y en su lugar se enfoca ante lo medular, inclinado al semblante épico que se remonta al esquema de tragedia clásica, a propósito del ascenso y descenso de Lance Amstrong, ciclista que pasó de ser gurú de autoayuda a un fraude. Es además una impecable interpretación de Ben Foster, un negado de los premios para ese año.

Sully (Clint Eastwood, 2016)

Elle (Paul Verhoeven, 2016)

*Solos (Joanna Lombardi, 2015) y Videofilia (Juan Daniel F. Molero, 2015) estuvieron elegidas en mi lista del año pasado.

Festivales y muestras locales
No es mi tipo o Pas son genre (Lucas Belvaux, 2014)

Cemetery of splendour (Apichatpong Weerasethakul, 2015)

Aquí no ha pasado nada (Alejandro Fernández Almendras, 2016)

Little men (Ira Sachs, 2016)

Neruda (Pablo Larraín, 2016)


Circuito alternativo
45 years (Andrew Haigh, 2015).- apasionante melodrama sobre una larga relación de esposos en pie a una fractura sentimental. En su historia un hombre recuerda y, en tanto, una mujer se ve reemplazada por esa misma ausencia. Ambos reprimen, fuerzan sus rutinas y están prontos a explotar. Haigh tiene delicadeza para interiorizar a sus personajes al representar un drama de expresiones, miradas que disimulan y comentarios intrascendentes que encubren el dolor y el despecho. Dos personajes y un fantasma montan un emotivo triángulo amoroso.

El futuro perfecto (Nele Wohlatz, 2016)

The greasy strangler (Jim Hosking, 2016).- como las películas realizadas por Frank Henenlotter o las producidas por Troma Films, esta se disfruta en base a su lógica burda alineada a una conducta extravagante propia del explotation. Hosking nos introduce a un mundo de personajes entre patéticos (que recuerdan a los inicios de Jared Hess) y grotescos, acciones que cruzan el límite de lo absurdo y, en ocasiones, parecen fruto de una catarsis improvisada, una banda sonora maniática y un monstruo sacado de alguna fantasía suburbial perversa.

Green room (Jeremy Saulnier, 2015).- nuevamente Saulnier emprende una película dotada de un ambiente asfixiante, colores sórdidos y conflictos enérgicos. Como en las películas de terror, un grupo de jóvenes serán hostigados por un colectivo sádico, a consecuencia de un lío ajeno. Aquí el encierro es curioso; amplía sus límites para luego tomar su forma inicial. Hay una dinámica de la agitación y el agrietamiento de la esperanza a sobrevivir. Es un correrío en continuo clímax que abre a su paso violencia y ninguna lección.

Sunset song (Terence Davies, 2015).- Davies es fiel a sus constantes estéticas y argumentales. Un drama de época dividido en tres partes. La primera es la áspera y estricta educación paternal que inculca a los hijos resentimiento y precocidad ante la vida. La segunda es una etapa tan ilusoria como efímera, momento en que los recuerdos del ayer dormitan. La tercera es el despertar de los miedos, el padre (representado por la monarquía) que nuevamente ordena y convierte en desdicha todo lo que toca. Crítica al patriarcado histórico; es lo novedoso del director.


10 películas no recientes vistas por primera vez
Dodsworth (William Wyler, 1936).- la historia de un hombre que amaba demasiado.

Black and tan (Dudley Murphy, 1929).- jazz y una secuencia de sombras y entonaciones fúnebres.

The clock (Vincente Minneli, 1945).- el Before sunrise (1995) en tiempos del capitalismo en ascenso.

El hijo único (Yasujiro Ozu, 1936).- la abnegación, la gratitud y más gestos humanitarios. Todo parece perfecto, pero no lo es.

Satán triunfante (Yakov Protazanov, 1917).- Satán visita y siembra la demencia. Así incompleta, fascinante.

Ghostwatch (Lesley Manning, 1992).- una cita en vivo con un poltergeist. La semilla de El conjuro 2.

La residencia (Narciso Ibáñez Serrador, 1969).- lolitas, una madre y un Peeping Tom. Muerte y represión sexual en un internado.

Arroz amargo (Giuseppe De Santis, 1949).- una rivalidad, una escena enlodada de fantasía sexual, las piernas y el baile de Silvana Mangano.

La golondrina cautiva (Douglas Sirk, 1937).- además de un melodrama, un película sobre la honorabilidad.

Blue collar (Paul Schrader, 1978).- fábula sindical moderna y un estupendo Richard Pryor.

lunes, 26 de diciembre de 2016

La luz entre los océanos

Los esposos Tom (Michael Fassbender) e Isabel (Alicia Vikander) viven retirados en una isla en donde el primero es guardián de un faro. Luego de ser tocados por una tragedia, ambos abrazarán la oportunidad de rezurcir sus vidas al enfrentar un ajeno incidente. La luz entre los océanos (2016) es un drama que se construye en base a eventos fortuitos y de una casualidad cuestionable. Ese el principal problema de la película dirigida por Derek Cianfrance, quien pasa por alto aquellos cabos asumiendo el dramatismo pueda enmendarlos en su tránsito. Todo, sin embargo, no deja de lucir falso. Lo poco que podría apreciarse, en referencia a su inicio de melodrama de época engranado al drama doméstico que desplaza la atmósfera sentimental por la emocional, se diluye ante demasiada dependencia de un dramatismo cursi y predecible. No hay incluso actuación que salve a esta película.

jueves, 8 de diciembre de 2016

4to Festival Transcinema: The alchemist cookbook

Desde sus primeros cortos, Joel Potrykus hacía gráfico sombrío de personajes asociados con los tugurios de la ciudad. Las drogas, en tanto, siempre fueron “estimulantes” de dicha perversión, mezcla de locura y espanto, pero que también provocan un peculiar humor, obviamente, ennegrecido. The alchemist cookbook (2016) es lo menos logrado del director, tal vez culpa de esa necesidad por agudizar aún más ese lado siniestro de su cine. Aquí el protagonista es un químico que comienza experimentar con la magia negra en medio de un retirado bosque. Potrykus, nuevamente, apela a un individuo autosubordinado de la sociedad, dominado además por la codicia. Así como en Buzzard (2014), las parias parecen hacerse por sí solas; desterrándose del resto, dopándose y acudiendo a prácticas o rituales que atentan contra la normativa social.
Lo que decepciona de este filme es que las prácticas de este alquimista vaticinan con antelación lo que suponemos acontecerá. Algo que no tiene que ver con sus fármaco-alucinaciones ronda por los árboles. Está claro que habrá un punto de quiebre en la sanidad mental de este personaje. Lo que posiblemente quede como curiosidad es la manifestación de ese antagónico, aparición que se aplaza, así como la demencia del protagonista. The alchemist cookbook no logra retribuir esta espera por ningún lado.

4to Festival Transcinema: Wake (Subic)

A diferencia de un manual histórico, John Gianvito emprende con las consecuencias y luego aborda los antecedentes. Wake (2016) inicia con un clamor ambiental, a propósito del estado desolado contemplado en un extremo del territorio insular filipino. Si bien la presencia de las bases militares estadounidenses ha estado ausente desde 1991, fecha en que el Senado filipino exigió su retiro de la zona, los rezagos de esa larga estadía siguen recalcitrantes. La contaminación y residuos, producto de los químicos expuestos por la armamentística nuclear reservada en las bases navales, está propagada por la isla, convirtiendo el entorno y la población en los grandes damnificados. Gianvito va extendiendo este panorama doliente en donde el compromiso con la ecología es primario. Los testimonios de autoridades ambientales, defensores privados y el de los agraviados van coincidiendo su protesta en contra de la inasistencia por parte de EEUU. En paralelo, no deja de reproducirse fotografías que evocan a una eventualidad pretérita.
Wake es un abordaje incisivo sobre cómo la Historia responde a una eventualidad actual. Gianvito contempla lo coetáneo para después ponerse a rebuscar en el pasado. ¿Cuál fue el origen de todo? El director se remonta a 1898, año en que Filipinas declaró su independencia ante los colonizadores españoles, no sabiendo que meses después EEUU reclamará derechos dentro del territorio asiático tras derrotar a España, quien mediante un tratado cedió partes de sus tierras colonizadas al ganador. ¿Qué surgió después de esto? La ocupación inmediata de EEUU a Filipinas, la resistencia de los independizados, la guerra filipino estadounidense, una masacre de un número indeterminado de milicias filipinas (incluido civiles). Filipinas pasó de ser colonia de España a ser colonia de EEUU, país que inicialmente emprendió dicho conflicto en defensa de la liberación de países no independientes (tales como Cuba o Puerto Rico, que también fueron colonias españolas y luego pasaron a ser anexos de EEUU).

Ante lo sustentado, el documental de Gianvito no está lejos de perfilarse a las motivaciones de un director como Michael Moore, al emprender una investigación que pone en evidencia las verdaderas intenciones de las normativas expansionistas de EEUU. Las políticas pacifistas de hoy son tan similares a las expediciones colonialistas del ayer. Lo de Gianvito, en tanto, se mueve desde una lectura y un cuestionamiento sobre lo histórico. Su idioma, en contradicción con Moore, no apela a la sátira. Su filme más bien se estimula mediante un factor humanitario. Su proyección de la pobreza y la enfermedad, la cual ha deformado físicamente a toda una generación, no se inclina a lo abyecto, sino a la estimación por una contienda trágica que día a día enfrentan madres y padres, además de los voluntarios en busca de una reparación humana y una sanación de la ecología.
Cercana a su conclusión, Wake, a propósito de su indagación histórica y el reconocimiento de un antagónico que luce omnipresente hasta el día de hoy, evalúa el perímetro de la memoria. ¿Existe una consciencia histórica en la ciudadanía filipina? ¿Cómo luchar por algo del que no eres consciente? Son cuestiones que surgen y que acuden a respuestas desmoralizantes. Aunque actualmente independiente, la memoria histórica de una gran porción del país de Filipinas aún parece estar colonizada. La herencia de un colonizado sumiso es ese otro residuo que ha dejado el colonizador luego de su abandono físico, y lo peor es que, según el Epílogo, la Historia, al ser la fuente inmediata de reflexión social-nacional, a veces puede ser insidiosa, pues no siempre es la versión “oficial” al haber estado también expuesta a los tiempos del ultraje y la manipulación. John Gianvito con Wake realiza un compendio histórico en donde se observa esa polaridad del perfil humano, infame y solidario, y la polaridad de la propia Historia, veraz y ocasionalmente embustera.

4to Festival Transcinema: Masabu

Artículo publicado originalmente en Cinencuentro:

Las primeras secuencias en Masabu (2016) son de profunda desorientación. Su director Carlos Benvenuto mezcla imágenes caseras y registros ajenos con la intención de inducir en el espectador y de paso introducirlo a lo que conforma su universo, aquello que es parte de su realidad y aquello que es la esencia y el material de sus filias y fantasías. Es uno de estos escenarios, sin embargo, que terminará siendo excluido en el transcurso para con ello ceder la rienda absoluta al otro. Benvenuto prosigue a lo largo con su dialéctica de secuencias dispersas, solo que cada vez más enfocado a su fascinación por la cultura asiática, la gran motivación de este filme que dispone metrajes, tanto públicos como amateur, que reflejan o calcan los hábitos consumistas de una sociedad de la que el director intenta apropiarse literalmente.
Masabu pueda que por momentos se perfile como un simple mashup montado por un aficionado al tema, muy a pesar, existe un registro que da un sentido de la exploración más obsesivo de lo que parece. Benvenuto pone en marcha una serie de encuentros con mujeres genéticamente asociadas a las naciones asiáticas. Las entrevista, mide sus niveles de correspondencia y, en medida de esto, aprueba o desaprueba a la invitada. Es además que dentro de este diálogo, que levanta un cerco de cine documental, motiva a las “elegidas” monten una recreación melodramática la cual asalta la frontera de lo supuestamente real. Benvenuto alude a un mecanismo metaficcional en donde pone en evidencia su urgencia por interactuar con esa otra cultura.
Es a partir de entonces que la línea del fanatismo se subraya al punto de manifestar un goce casi perverso. Los testimonios de mujeres implorando de pronto funcionan como dosis que van directo al ego del autor hechizado por las fantasías asiáticas que pretende adjudicarse, por lo menos, dentro de una ilusión ficcional. Masabu es una exploración a un universo personal en donde se comparte con el espectador una fascinación por esa no correspondencia, y es frente a esto que se va desatando un deslumbramiento más profundo y cada vez más oscuro. El filme de Carlos Benvenuto deja en tanto una serie de interrogantes de la que tal vez sea consciente. En una secuencia pone sobre el banquillo su estilo de cine que es juzgado y cuestionado. ¿Una autocrítica o un gesto de inmolación ante un modo de expresión?

4to Festival Transcinema: Bajo la influencia

Artículo publicado originalmente en Cinencuentro.

Bajo la influencia (2016) es una suerte de álbum videográfico producto de un viaje personal. La directora Karina Cáceres nos introduce al filme con unas palabras que se elevan a un sentimiento bucólico, a propósito de un hartazgo y la búsqueda de una renovación. De inicio a fin, la película se estructura mediante brevísimas secuencias de ese desplazamiento moviéndose entre naciones y culturas familiares. 
La articulación por las que estas series se ven encadenadas tiene en ocasiones una leve correspondencia, sea temática, visual o sonora. Bajo la influencia no cuenta con una sincronía ni con más oralidad que pueda orientar sobre lo que vamos observando. No existe tampoco un eje riguroso o predilecto por la que se sienta motivada esta  travesía incesante. Karina Cáceres se somete a una expresión libre e íntima. Interpretar más allá, tal vez sería falsear el contenido del filme.

domingo, 4 de diciembre de 2016

4to Transcinema: Actor Martínez

El quiebre entre lo real y lo ficticio se manifiesta de principio a fin en la película de Nathan Silver y Mike Ott. ¿Qué es lo que provoca esto? La exposición de los mismos directores ante la lente. Este exhibicionismo, en tanto, asume a los autores como parte de una realidad inventada, como también que lo representado no es más que un registro alterno de lo que será el filme; un plan cinematográfico que, por cierto, irá virando en su intención inicial a medida que avance. Actor Martínez (2016) inicia con una sociedad: Arthur Martínez quiere ser el protagonista de una película que pueda ser dirigida por Silver y Ott. La idea es que la historia se base en la biografía de este técnico en computadoras, quien, además de presentarse como productor de películas, se jacta de ser un prolífico actor de filmes que, lastimosamente, no lograron éxito comercial.
Actor Martínez es una travesía improvisada de los directores por crear una trama en base a este personaje, que poco o nada tiene que contar. Tanto Silver como Ott coinciden en que es preciso hurgar, o hasta falsear, un conflicto que pudiera dar alas a este proyecto que parece no tener uno. Curiosamente, es ahí en donde germina el conflicto de la película: la búsqueda de un conflicto que va desinteresándose en la vida y personalidad de un sujeto fanfarrón y aburrido que afirma no ha llorado desde su infancia. Actor Martínez va descubriendo de esta forma el rostro avasallante, y hasta ligeramente tiránico, de sus directores que van en busca de lo elemental en toda película de aspiración comercial. En respuesta, los actores, el mismo Martínez y la que hará de su supuesta pareja, se verán engañados, presas de un proyecto que ya no les corresponde más que a los creativos. Una ligera idea de lo que pudieron experimentar actores bajo el dominio de directores como Luis Buñuel o Elia Kazan. Actor Martínez es también una tesis del proceso creativo de un filme.