domingo, 17 de noviembre de 2024

All You Need Is Blood

Película disponible en cines seleccionados de EE. UU., AppleTV y Amazon Prime.

Super 8 (2011), de J. J. Abrams, hasta el día de hoy me emociona, y no tanto por el relato ficticio que invoca los tópicos conspiratorios y seres de otro mundo que tuvieron su mejor momento en la década de los 50 en EE. UU., sino por el carácter personal que percibo, a propósito de que se inspira de la pasión hacia la realización del cine, ello forjado por una cinefilia pura y dura. No es la fantasía impulsada por el deseo de la fama. Es la emoción que estalla durante el proceso creativo, y no olvidemos que toda creación es íntima e individual, una selección medida por el juicio o el fanatismo. Super 8 es una película de oficio en su etapa de iniciación. Al mirar All You Need Is Blood (2023), me resulta familiar a esa búsqueda. Esta es la historia de un neófito director de cine movido por el instinto. Pienso en el director Mark Borchardt, personaje del documental de culto American Movie (1999), o en Le Livre des solutions (2023), una reciente película de Michel Gondry. Ahí tenemos a protagonistas que al igual que el personaje de Bucky Le Boeuf desborda pasión y va a contracorriente de los métodos tradicionales. Estamos ante artistas autodidactas, extasiados más con producir que con planear un plan. Hay mucha de improvisación en sus propuestas, pero, ciertamente, no deja de contagiar esa pasión que proyectan.

El trayecto de All You Need Is Blood es simple: un director amateur tiene bandera blanca para realizar su película zombie. Tal vez no estaba dentro del “plan”, pero hay que aprovechar cuando hay material a la mano, especialmente si el plazo para presentar su película está próximo. Esto resulta anecdótico si comenzamos a interpretarlo desde una mirada metaficcional o del cine dentro del cine. El alterego de Le Boeuf (si pudiera denominarse como tal, ya que su personaje lleva su mismo nombre) es ejemplo de un creador inspirado con realizar su primera película “seria”, sin embargo, en el camino es que va siendo consciente de lo que implica esa labor. Todas las aptitudes del joven creador serán puestas a prueba, en este caso, dentro de un escenario extraordinario. Pero salvando un meteorito y un zombie, ¿es que acaso todos esos problemas por los que atraviesa el protagonista de la película no forman parte del cotidiano de todo director de cine? Existe toda una carga de responsabilidad para el sujeto que está dirigiendo detrás de una cámara. A propósito, una secuencia memorable en All You Need Is Blood es para cuando el director tiene que separar al actor del personaje. Nueva lección: a veces hay que tener sangre fría para dirigir. Así como en Super 8, al margen de la fantasía o los guiños —dos divertidas alusiones a Inglorious Basterds (2008)— la película de Bucky Le Boeuf gana valor si la observamos como un testimonio personal.

lunes, 11 de noviembre de 2024

10 Semana del Cine ULima: La semilla del fruto sagrado

A lo largo de su filmografía, el director Mohammad Rasoulof ha sido un mordaz crítico al régimen islámico en Irán. En adición, fue con su película There Is No Evil (2020), ganadora del Oso de Oro del festival de Berlín, que prestó una especial atención a las condenas por pena de muerte en su país. En dicha película, ese tema será motivo para representar distintos relatos a manera de episodios sobre personas inmersas en un conflicto moral. Sus personajes son los sujetos empujados a ser cómplices o hasta ejecutores de esas sentencias dictadas de forma arbitraria, prueba de que la Irán actual está bajo el yugo de un Estado que corrompe, oprime, amenaza y además es causante de una diversidad de crímenes de lesa humanidad. La semilla del fruto sagrado (2024) podría asumirse como un nuevo episodio de There Is No Evil, uno extenso y argumentalmente complejo. Iman (Missagh Zareh), padre de familia y fiel empleado de un juzgado estatal, acaba de ascender a un cargo clave que podría ayudarlo a convertirse en juez. Serían muy buenas noticias de no ser porque su nuevo puesto implica una obligación oficial que escapa de su evaluación personal. Nuevamente, el tema de la pena de muerte es centro del conflicto en una película de Rasoulof, el hecho es que el autor se las ingenia para invocar en su trayecto otros conflictos y efectos que son comunes y alarmantes en la actual Irán.

A una vista general, La semilla del fruto sagrado no está lejos a la estructura narrativa y exposición argumental habitual de Asghar Farhadi. Estamos ante una historia lineal que empieza con un gran conflicto moral. En tanto, las malas decisiones darán origen a un efecto de bola de nieve. El problema que a inicio podía resolverse mediante una determinación fría y sensata se complica, suma su nivel de dificultad al punto de que su solución se perfila como irreversible. Tanto la película de Rasoulof como las de Farhadi, hasta cierto punto son sofocantes. Veremos a personajes al borde los nervios, víctimas de la angustia fruto de las circunstancias, pero también de sus malas decisiones, muchas de estas, expresadas en momentos de confusión. Los dos directores son observadores de una cadena de negligencias. Ahora, qué es lo que distingue a uno de otro. Farhadi apuesta por los dramas universales, mientras que Rasoulof por el drama coyuntural. El cine de este último es social y político. En ese sentido, los problemas de sus protagonistas están relacionados a las normas y sanciones estatales. O sea, prácticamente tienen las de perder. Es como la crónica de una muerte anunciada. Exponer al sujeto a un dilema vigilado por una ordenanza pública es ponerlo contra la espada y la pared. Eso es lo que se grafica en la vida de Iman apenas comienza a emprender las primeras obligaciones que implican su nuevo puesto.

Ahora, de hecho La semilla del fruto sagrado es la historia de Iman y su familia. Entonces, mientras vemos al padre de familia reaccionando en las oficinas del juzgado, vamos viendo también a su esposa y dos hijas creando sus propias acciones y reacciones en casa. Llegará a un punto en que ambos escenarios no se diferenciarán el uno del otro. De pronto, la opresión y la corrupción a la que están sometidos los empleados en los espacios estatales se replica en los hogares, o al menos en las casas en donde los cabezas de familia son obedientes empleados del Estado, difusores de una ideología teocrática islámica, la que incluye decidir cómo una mujer debe vestir hasta castigar o desaparecer físicamente a cualquiera que esté en contra de sus normativas. Es así como va tomando forma una película con muchos actos, consecuencias y agravamientos, una dinámica que, ciertamente, no se define tanto en el escenario estatal u oficinas del juzgado, pero sí en el escenario íntimo familiar, lugar en donde la moral batalla porque todavía no ha sido anulada por la instrucción e intimidación. En el hogar de Iman, vemos a personajes resistiéndose a no ser subyugados por una autoridad abusiva, irracional y que se niega a cualquier acto de consenso o diálogo. La casa familiar parece una réplica al tercer escenario de la película: el espacio público o las protestas ciudadanas que acontecen en ese presente.

La película toma por contexto los efectos provocados por la muerte de Masha Amini, una mujer que por no usar el hijab, prenda obligatoria femenina, según ordenanza del régimen, fue golpeada brutalmente, lo que ocasionaría su posterior muerte. Los disturbios que veremos en La semilla del fruto sagrado son los registrados consecuencia de ese evento. Miles de personas protestaron y a su vez cientos fueron secuestrados por las fuerzas del orden y luego sujetos a condenas improcedentes. Esta confrontación, la del Estado oprimiendo y los ciudadanos manteniéndose firmes, se representa en el hogar de Iman. El espacio íntimo familiar se convierte en arena de los conflictos de la actual Irán producto de una política ortodoxa. Pero esa es solo la primera parte de la película de Mohammad Rasoulof. Ya en su segunda parte, veremos cómo esos terrenos se abandonan a fin de fabricar una película que se perfila a un cine de género. Hay suspenso, secuencias de persecuciones, la historia se torna más enérgica, ya no es más un conflicto moral, pues los personajes tienen en claro de qué lado quieren estar. No sé si sea consciente, pero es como si el relato se hubiera asegurado de no desgastar los argumentos ideológicos que dominan en su primera parte, y optó por virar hacia una ruta de dramática más tradicional.

jueves, 7 de noviembre de 2024

10 Semana del Cine ULima: El reino

El principio de la ópera prima de Julien Colonna parece describirnos que estamos ante una coming of age. Lesia (Ghjuvanna Benedetti) es una adolescente que disfruta sus últimos días de vacaciones antes de retornar a la escuela. Las fiestas, las visitas a la playa y el descubrimiento sexual forman parte de su calendario diario. Esta agenda se cancelará abruptamente para cuando una moto la recoja sin previo aviso y la traslade a pasar unos días con un padre en estado de clandestinidad. El reino (2024) es la historia de una joven reconociendo un escenario que contrasta con las demandas de una chica de su edad. Muy a pesar, lo que veremos no deja de responder a la realidad en donde reposa su linaje, una feroz tradición a la que capaz la protagonista se adapta con naturalidad. De ahí los primeros minutos de la película, secuencia que además de augurar el sino de Lesia, puede ser interpretado como una suerte de ritual de iniciación al mundo de la camorra. Esto es importante si es que lo comparamos con una frase recurrente que pronuncia la muchacha cada que empuña un rifle de caza. Este es un relato sobre la corrupción, el ver o hacer cosas que tal vez no quieres, pero es necesario hacerlas porque los “tuyos” lo hacen. Estamos ante un entorno sostenido por un adiestramiento insidioso y progresivo que habitualmente no expone otras alternativas. Queda entonces ceder o asistir a la conciencia moral a fin de cuestionar el alrededor.

Pienso en A Chiara (2021), de Jonas Carpignano, una película en donde una adolescente comienza a concientizar el oficio familiar. El tránsito de la niñez a la adolescencia no es dulce cuando te encuentras en un entorno violento. Tanto las protagonistas de Colonna y Carpignano, reconocen que sus padres son cabezas de mafias. Surge así dos reacciones. Caso en la película de Carpignano, vemos un conflicto moral en proceso. Caso en la historia de Colonna, vemos un gesto de complicidad. El reino, por encima de ser un retrato criminal, es la historia de una relación padre e hija. A medida que reconocemos a un grupo del crimen organizándose con disciplina y exigencia, vamos siendo testigos también del fortalecimiento de una relación obstruida por las rutinas de una mafia. De pronto, el que la niña sea ahora adolescente, facilita de que la hija comprenda la ausencia del padre y de paso acepte cómo funcionan las cosas. Dicho esto, es que comienzo a percibir la posibilidad de que se pasa por paños tibios esa realidad que convulsiona a un presente. Contexto: esto sucede en Córcega, hoy una isla en donde se mezcla la cultura francesa e italiana, foco del turismo y la diversión, pero también es arena de mafias pugnando por el poder. El reino nos refiere a ese escenario en los 90, en tanto, su cierre deja un sabor de un drama familiar que aparta ligeramente a la reflexión social o el cuestionamiento moral, algo que, por ejemplo, sí percibo en Le Mohican (2024), de Frédéric Farrucci, película que objetivamente concientiza los efectos de una tradición que aparenta ser irrefrenable.

10 Semana del Cine ULima: Julie se queda callada

Por tradición, las películas sobre deportistas expuestos a las exigencias de una rutina competitiva nos han trasladado a historias que dialogan sobre la superación personal o revelan un panorama social desamparado, caso Chariots of Fire (1981) o The Loneliness of the Long Distance Runner (1962), respectivamente. Es decir, el deporte como excusa para mejorar o componer algo fracturado en la intimidad o entorno de los atletas. Ahora, en los últimos años, la frecuencia de este tópico, además de aumentar, nos ha venido revelando los “puntos ciegos” e insidiosos que a veces cobija dicha circunstancia. Desde I, Tonya (2017) hasta Nadia, Butterfly (2020), tenemos retratos de deportistas expuestos a una privación o violencia contra los estados naturales de cualquier persona. En otras palabras, si antes el mundo deportivo fue reconocido como lugar de refugio o método de rehabilitación, es partir de esas recientes películas que se lo expone como un espacio inseguro y nocivo producto de una toxicidad normalizada que se ha colado entre las rutinas o normativas deportivas. Por esa línea es que camina Julie se queda callada (2024). Esta es la historia de una talentosa tenista anímicamente paralizada ante un tema trágico que implica a su exentrenador. He aquí el caso de una “testigo” que opta por el silencio, lo que le irá generando un estado de conmoción y aturdimiento.


El director Leonardo Van Dijl nos va describiendo con mucha cautela un delicado tema que ha vulnerado el campo de entrenamiento de una academia de tenis para adolescentes en Suiza. Hay cierto énfasis por escatimar los detalles de una denuncia aún por esclarecer. Podríamos decir que es un relato que parece pensar en los implicados, en especial en su protagonista. Julie (Tessa Van den Broeck) ha decidido no ser parte de los comentarios que recaen contra su exentrenador. A principio, se entiende como un gesto de respeto o fidelidad hacia el mentor. El hecho es que hay algo más que mantiene discreta a Julie. Dicho esto, la película se compromete a entender esa postura de la tenista al punto de que los argumentos que expone la trama, de igual manera, asumen cierta discreción. A propósito de ese misterio, Julie se queda callada parece comportarse como un thriller, solo que aquí la pesquisa o los impulsos detectivescos que desean forzar las confesiones son apaciguados. Ante un hecho violento, esta película se esfuerza por no gestionar otro tipo de violencia. Es el respeto hacia los damnificados o personas vulnerables ante una situación que ha golpeado a todos, aunque en distintos niveles. Entonces Julie se figura como una figura clave, alguien que merece toda la empatía posible, en espera de una declaración bajo libre voluntad.

martes, 22 de octubre de 2024

Curso de terror online


Inspirado en cuatro referentes del cine de terror, Wes Craven (Pesadilla en Elm Street), Tobe Hooper (La masacre en Texas), John Carpenter (Halloween) y George A. Romero (La noche de los muertos vivientes), este curso es el resultado de un análisis crítico a sus filmografías haciendo un estudio comparado frente a las películas de terror clásicas y las contemporáneas. En otras palabras, este curso explorará la evolución del cine de terror partiendo de un análisis a las obras de esos 4 Maestros.

Rednecks, brujería, muertos que vuelven a la vida, el slasher, vampiros, científicos locos, criaturas surrealistas y del espacio exterior; son temáticas que serán analizadas desde un perfil multidisciplinario, adoptando enfoques sociales, políticos, feministas, psicoanalíticos, los estudios culturales y otras lecturas.

METODOLOGÍA: Aprender de manera flexible

Este curso VIRTUAL se dividirá en 4 capítulos. Los lunes se liberará un capítulo. Cada uno contendrá 5 videos (7-15 minutos de duración c/u) e incluye material digital complementario. En el transcurso, el alumno podrá enviar preguntas o comentarios al correo del profesor para respuestas personalizadas. A modo de retroalimentación, los sábados de la semana correspondiente, se liberará un video o realizará una sesión en vivo* con una selección de las preguntas o comentarios más relevantes de la semana con el fin de exponerlas al resto de los alumnos y ampliar el contenido.

(*) Esto dependerá del aforo de asistencia. De darse el caso, se celebrará a las 10am cada sábado de la semana correspondiente


PROGRAMA

Capítulo 1

Tobe Hooper: fabricando el terror cotidiano. 

Capítulo 2

John Carpenter: el cine de terror es renovable.

Capítulo 3

Wes Craven: el miedo no está afuera…y otras paranoias.

Capítulo 4

George A. Romero: la modernidad como camino a la inhumanidad.


INICIO

Lunes 28 de octubre (miércoles 27 de noviembre fecha límite para acceder al contenido del curso)

 

MODALIDAD

Virtual – más de 5 horas de material audiovisual y material digital complementario (películas, libros y artículos)

 

COSTO

50 soles / 15 dólares americanos / 13 euros

(Modos de pago: https://bit.ly/CuentaCursoCine)

 

PROFESOR

Carlos Esquives – Crítico de cine

 

INSCRIPCIONES – INFO

fotogramagourmet@gmail.com / +51 980669941

lunes, 23 de septiembre de 2024

72 San Sebastián: My Eternal Summer (New Directors)

La fantasía de las vacaciones de verano se diluye en esta emotiva ópera prima. Una familia de a tres decide pasar la época veraniega en su casa de campo, tal vez la última para uno de sus miembros. Dirigido por Sylvia Le Fanu, My Eternal Summer (2024) nos cuenta la historia de unas personas despidiéndose de un ser querido. La naturaleza soleada de un escenario danés se convertirá en fondo de un advenimiento trágico, eventualidad que, ciertamente, un padre y una hija no enfrentarán de la misma manera. Estos tendrán que seguir y fingir con un programa de ocio mientras son testigos de cómo la enfermedad consume a uno de los suyos. La esposa y madre parece aproximarse a sus últimos días de vida. Le Fanu se inspira de los relatos sobre retiros. La huida a un espacio idealizado interpretado como un paliativo que pudiese persuadir el dolor, no físico, sino emocional, tanto del aquejado como de los celadores. Ahí están algunos clásicos de Ingmar Bergman, tales como Persona (1966) o Gritos y susurros (1972). Pero por encima de ello, la directora se inspira en una coming of age, a propósito de su doliente protagonista. Fanny (Kaya Toft Loholt), la adolescente y única hija de la familia, será foco de este drama en donde veremos a este personaje entrando en conflicto con las emociones propias de una chica de su edad y la impotencia ante el anuncio de un próximo duelo.

Pienso en películas que retratan similar conflicto. En estas vemos a adolescentes reaccionando con rebeldía y autodestrucción fruto de la amargura ante una realidad que los obliga a dejar ir a un ser cercano. Es un anticipo a la fractura de su etapa llena de inocencia, un aprendizaje tempranamente impuesto y el cual los inmaduros personajes se niegan a aceptar. Se podría decir que Fanny está a la orilla de ese estado. La vemos evadiendo la situación, descargando su furia, victimizándose, pero también la vemos sufriendo en silencio, fabricando esperanzas o dándose tiempo para enamorarse. Es decir, equilibra sus actos y emociones. Hay momentos en que toma su distancia ante la madre convaleciente y después están aquellos en que asume un perfil lleno de empatía. Es como si contempláramos dos perfiles de la misma adolescente: uno es frágil e instintivo, el otro sereno y ecuánime. De pronto, reniega y se autocompadece, pero después se torna lúcida y autocrítica. Sin darse cuenta, la joven cruza el umbral de la madurez. Un trayecto que, definitivamente, se le hace eterno. De ahí la razón de esas fugas o escapes que ella misma fabrica sin intervención adulta. Algo que me inquieta de My Eternal Summer es que vemos cómo una adolescente por sí sola va orientándose dentro de esa situación tan adversa e incomprensible para su edad. Sylvia Le Fanu no se anima a crear un auxilio desde una intervención adulta, acto que no se alinea a un gesto negligente o apático, sino que más bien se inclina por el respeto al duelo personal.

martes, 10 de septiembre de 2024

TIFF 24: Querido Trópico (Centrepiece)

La ópera prima de la directora Ana Endara Mislov tiene muchos argumentos para convertirse en un drama áspero, sin embargo, estamos ante una representación que en su lugar opta por apostar al retrato humano y hasta compasivo.  Querido Trópico (2024) tiene como protagonista a Ana María (Jenny Navarrete), una inmigrante colombiana que labora como auxiliar médico desde hace algunos años en Panamá. Su buen desempeño le hará cruzar caminos con Mercedes (Paulina García), una matriarca de la alta sociedad que ha comenzado a dar señales de demencia. Ya con esto tenemos una serie de tópicos que podrían destinarnos a un territorio doloroso. Temas como la migración, el choque social o la enfermedad bien podrían verse descubiertos a propósito de estos dos personajes. El hecho es que todo es sospecha e insinuación. Ocasionalmente, estos fantasmas sociales se manifiestan con superficialidad. Como quien dice, para no olvidarnos que existe esa realidad. Entonces las relaciones humanas, así como ciertos conflictos emocionales de carácter reflexivo, son los que modelarán a esta historia. Dos mujeres, cada una con su tema, interactúan. En principio, tenemos la típica resistencia de la mujer mayor negándose a depender de una extraña. Ya luego se va perfilando una amistad, pero no una romántica o empalagosa. Endara tiene un compromiso por huir del dramatismo gratuito.

Percibo en la convivencia entre Ana María y Mercedes un ritmo acelerado y de argumentación austera. Es como si la directora apenas nos expone momentos clave de esa relación, lo suficiente para que se vaya describiendo las personalidades de sus protagonistas. Ana María tiene una actitud cálida e inmaculada, Mercedes es de mal carácter e impetuosa. Polos opuestos comienzan a acostumbrarse entre sí. De alguna manera, estas dos mujeres se complementan, y, más allá de sus personalidades, pueda que ello tenga que ver con sus condiciones. Querido Trópico es una película que dialoga mucho con la maternidad. Ana María tiene ansias por convertirse en madre. Ello no solo se percibe desde sus deseos y actos —me refiero a uno en específico—, sino desde su personalidad o trato hacia Mercedes. Acá vemos a una cuidadora de actitudes maternales. La película de Ana Endara Mislov tiene momentos llenos de ternura y una tremenda filantropía. De pronto, la mujer adulta que está recreando su infancia consecuencia de su estado mental será protegida por los valores y aspiraciones de la mujer más joven. La amistad hasta cierto punto se convierte en un vínculo de madre e hija. Es el otro tipo de reacción filial, la que, por ejemplo, expresa la hija biológica de Mercedes. Y no es que una reacción sea mejor que otra. Las dos formas expresan amor, siempre sin dramas. Esta es una película dispuesta a reconfortar.