En su nueva película, Iván Fund se asocia nuevamente a un recurso fantástico como contrapunto para provocar una dramática que despliega mucha compasión humana. Mientras que en su película Vendrán las lluvias suaves (2018) los adultos desaparecían del escenario y los niños tenían que asumir el control de la situación, en Piedra noche (2021) acontece todo lo contrario. Un día el hijo de una pareja de esposos desaparece. Lo que parece apuntar a ser el retrato de un drama familiar termina más bien inclinándose hacia a un relato enigmático, pero no en un sentido de sembrar intriga, sino con un ánimo de menguar el desconsuelo de los mayores. Fund crea un vínculo entre lo imaginado y lo esperanzador a fin de generar una reparación emocional.
Así como la leyenda de un monstruo
que habitaba en el Lago Ness —la que se hace referencia en la película— sirvió
como método para salvar a toda una comunidad de la crisis, el subconsciente de
los padres parece asumir esa lógica como terapia ante la pérdida de su pequeño
niño. Piedra noche crea la historia de personas asistiendo al terreno de
la fantasía como salvamento ante la depresión. Es a propósito que se entiende
también la presencia de una empleada de la ciudad. En esta bahía, escenario en
donde se desarrolla la trama, el “atestiguamiento” de un monstruo es la única
estrategia desesperada para salvar a los habitantes y visitantes de la crisis económica
argentina.
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