Si se iba a realizar
un remake de la primera parte de la
trilogía novelada de Stieg Larsson, sin duda David Fincher era el más indicado
para crear esta película. La chica del
dragón tatuado (2011) es un thriller –primera obsesión de Fincher –que aspira a un filme policial. Un crimen sin
resolver a manos de dos sujetos ajenos al oficio, pero sí familiarizados con la
materia. Fincher gusta de las historias inconclusas, aquellas que se presentan
a inicio como un delito común y que más adelante toman un camino sinuoso y
truculento –segunda obsesión –. Por último, la novela de Larsson inspira la
biografía de un personaje lleno de rebeldía, con marcas “tatuadas” que revelan
patrones estéticos y significativos propios de la postmodernidad; un reflejo
propio de la cultura pop –tercera
obsesión –...
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